La arquitectura frente a la humedad
Adaptaciones ingeniosas frente a los desafíos que plantean los proyectos para climas extremos

La India (Vrushaket Pawar + Architects). / El Día
Los ambientes húmedos plantean algunos de los desafíos más intrincados en el ámbito arquitectónico. Desde los monzones tropicales del Sudeste Asiático hasta el calor ecuatorial de África Central, pasando por algunas zonas de las Islas Canarias, estos entornos demandan soluciones que aborden la intensa humedad, las elevadas temperaturas y la constante batalla contra el moho, la descomposición y el estancamiento. Sin embargo, a lo largo de los siglos, las comunidades de estas regiones han desarrollado técnicas arquitectónicas que no combaten la humedad, sino que la gestionan, aprovechando materiales locales, diseñando estrategias de manejo del agua y creando sistemas de refrigeración pasiva para edificar espacios sostenibles y habitables. Al concebir la atmósfera como un fenómeno sensorial y climático, los arquitectos generan espacios que no solo sean evocadores, sino también sensibles, adaptativos y sostenibles.
En la actualidad, las ciudades se expanden rápidamente y el cambio climático intensifica los patrones meteorológicos extremos. Es imperativo, entonces, replantear la arquitectura de hoy día para adaptarla a entornos de alta humedad, así como a climas de extrema sequedad, como los desiertos. Incluso en la suavidad climática de Canarias, estamos experimentando más episodios extremos, y en diversas islas, especialmente en las «islas verdes», encontramos entornos muy húmedos. En estas regiones, entre las costas de barlovento y sotavento existen variaciones significativas en la humedad, con las primeras siendo más húmedas y con mayor número de días nublados. Por esta razón, no es posible construir de igual manera en zonas que son climáticamente tan dispares entre sí. Y sin embargo se hace, copiando arquitecturas anodinas y colocándolas sin que importe nada el clima alrededor.
La rápida urbanización de las regiones tropicales y subtropicales ha conducido a menudo a la adopción de estructuras con extensas superficies acristaladas. Este fenómeno se observa también en los áridos desiertos de los Emiratos o Arabia Saudí. Estas estructuras, totalmente irracionales, con aire acondicionado, retienen el calor y la humedad, incrementando el consumo energético y agravando los problemas de calidad del aire interior. Aquellos arquitectos que buscan estrategias de diseño vernáculo y que incorporan innovaciones contemporáneas lograrán crear espacios más humanos y saludables, además de cómodos, eficientes y adaptables.

Proyectos en Costa Rica (Pietro Stagno-Luz Letelier) / El Día
En climas húmedos, donde la densidad del aire y la humedad influyen en la temperatura, la difusión de la luz y el rendimiento de los materiales, la atmósfera se convierte en una fuerza activa en lugar de un telón de fondo pasivo. La sensación térmica, la transpirabilidad, el movimiento natural del aire, el confort térmico y la interacción con la ventilación natural de cualquier espacio dependen tanto de factores ambientales como de la intención del diseño. Al explorar la intersección de la ecología, la materialidad y la experiencia sensorial, este artículo pretende profundizar en la atmósfera como una realidad que se puede diseñar y moldear a través de conceptos que aprovechan las fuerzas naturales, ofreciendo una comprensión más profunda de cómo la arquitectura ha moldeado y sido moldeada por los entornos en los que existe. Y, sobre todo, por qué es crucial volver a diseñar con la colaboración de las fuerzas de la naturaleza y con el mayor sentido común posible.

Brasil (Laurent Troost Architectures) / El Día
Las lecciones extraídas de las arquitecturas vernáculas y de las innovaciones pasivas nos indican que, para enfrentar los desafíos que presenta la humedad, es esencial comprender y respetar el contexto natural. Por ejemplo, las viviendas tradicionales en áreas monzónicas a menudo se elevan sobre pilotes para permitir el flujo del aire y evitar inundaciones. Los materiales porosos, como el bambú y la madera, se utilizan por su capacidad para respirar y adaptarse a las variaciones de humedad. Asimismo, los techos inclinados facilitan el rápido desalojo del agua de lluvia, mientras que las ventanas y ventilaciones estratégicamente ubicadas promueven la circulación de aire fresco y la reducción de la condensación.
En definitiva, la arquitectura en climas húmedos no solo debe enfocarse en la resistencia, sino también en la resiliencia y la adaptabilidad. El desafío no reside en imponer soluciones universales, sino en interpretar y responder a las particularidades de cada entorno. Con la creciente preocupación por el cambio climático y la sostenibilidad, la arquitectura tiene la oportunidad y la responsabilidad de reexaminar sus principios fundamentales y de encontrar formas innovadoras de coexistir armoniosamente con la naturaleza.
Dulce Xerach Pérez: Abogada y doctora en Arquitectura
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