Cuando la tierra habla con voz de mujer: tres ejemplos de mujeres rurales que trenzan el ecofeminismo

El libro ‘Cabello de Isla’ de la investigadora y creadora Gloria Godínez pone de manifiesto la preservación de la biodiversidad a través de la figura de las santiguadoras y yerberas canarias

May, con la flor de mayo

May, con la flor de mayo / Gino Maccanti

Daniela Marrero

Las Palmas de Gran Canaria

Los textos de Cabello de Isla trenzan el relato de tres mujeres del noroeste de Gran Canaria. Celestina Hernández, mujer de manos de tierra y profesión yerbera, conoce los secretos que el viento murmura entre las cañas del valle de Agaete. María Isabel Pérez, guardiana de raíces y memorias, resguarda un bosque de laurisilva bautizado como Raíces de Corvo, en Moya. Ángeles Marrero, entre cabellos trenzados y ramas tejidas, difunde como docente el lenguaje de los barrancos y la luna. Ellas son el alma de Cabello de Isla, la nueva publicación de la investigadora y artista mexicana afincada en Gran Canaria, Gloria Godínez Rivas.

Tina, con el orobal.

Tina, con el orobal. / Gino Maccanti

El libro, que se presenta en la Casa-Museo Pérez Galdós dentro del programa Marzo-Mujer del Cabildo de Gran Canaria, retrata la simbiosis entre las mujeres y la naturaleza. Una obra de poesía, ensayo y retratos híbridos, mitad humanos, mitad vegetales, en los que Godínez Rivas recupera los saberes de las trabajadoras agrícolas, yerberas y santiguadoras de Moya, Firgas y Agaete. "Ser naturalizada, volverme nativa, ¿es algo que se aprende? Cualquiera de nosotros, seres humanos, ¿podemos aprender a vivir de otra manera? Y si es así, ¿de quién? ¿Dónde están los maestros?", se pregunta a sí misma la autora.

Ángeles Guaydil

Ángeles Guaydil / Gino Maccanti

Origen

La obra nace como parte de un proyecto elaborado en 2022 para el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Godínez entrevistó en aquel entonces a su trinidad protagónica como parte de la pieza audiovisual Flores en la Cabeza, en la que se fotografió a Tina, May y Ángeles ataviadas con grandes tocados florales. De los retratos que se tomaron para las entrevistas brotaron esquejes y crecieron poemas.

Conferencia Violeta Luna y Gloria Godínez

Conferencia Violeta Luna y Gloria Godínez / Ángel Medina

Pero de ese primer trabajo quedaron "muchas palabras y reflexiones aún por decir", sostiene Godínez. Todo aquello que quedó pendiente de verbalizar se pronuncia dentro de las páginas del libro, con dos ensayos firmados por Godínez: Yerberas, brujas y santiguadoras isleñas y Plantas y mujeres nativas: orobal, flor de mayo, brezo y guaydil.

El pelo es raíz y sostén; los mechones se entrelazan con hierbas y flores endémicas e imbrica las historias de las protagonistas. La reivindicación de la memoria silenciada de quienes han custodiado los paisajes y la vida se escribe desde el doble sentido del homenaje y la reivindicación. La presentación celebrada ayer en la Casa-Museo Pérez Galdós contó con la jefa del Servicio de Museos, Alicia Bolaños Naranjo, una de las plumas participantes en la redacción de esta obra, además del investigador José Manuel Marrero Henríquez, junto a la propia autora.

La obra, promovida por el Servicio de Museos del Cabildo en colaboración con su Departamento de Ediciones, reúne palabras e imágenes para trazar un relato ecofeminista. La autora dialoga con las voces de la poeta Verónica García, la artista Macarena Nieves Cáceres y la teórica Blanca de la Torre, construyendo un tapiz de reflexiones sobre el vínculo entre el cuerpo, la tierra y la resistencia. La colaboración de Bolaños tiende puentes entre las Casas-Museo Antonio Padrón y Tomás Morales: "Los seres humanos somos naturaleza y cultura. Esta relación la tenemos que tener clara si hablamos de museos sostenibles".

Los poemas, que en su versión oral parecían demasiado extensos para un solo acto en vivo, encuentran aquí su espacio junto a las imágenes. "En el libro se recogen todas las fotos que no se pueden ver en el video, todos los poemas que no se podían leer en el acto y las reflexiones que saqué después de haber hecho este proyecto", detalla.

Cubierta del libro 'Cabello de Isla'

Cubierta del libro 'Cabello de Isla' / lp/dlp

La selección de las mujeres protagonistas no fue un simple casting, sino un proceso orgánico. "Yo tenía ganas de trabajar con mujeres que realmente se dediquen a cuidar de las plantas", cuenta Godínez. "Dos de ellas ya las conocía. A Tina, que es la de la portada, trabaja en un espacio inmenso en Moya, donde ha hecho replantación de laurisilva. Llegar allí es llegar a un lugar muy especial". En el caso de Tina Marrero, su búsqueda fue específica: "Estaba buscando una hiervera, alguien que trabajara con hierbas medicinales. Preguntando, preguntando, di con ella en Agaete".

El cabello, como símbolo, es central en la obra. "El cabello simboliza el trenzado del pelo de las mujeres con el cabello de la tierra", explica la autora. "La tierra también tiene cabellos y esos cabellos son las plantas, las hierbas". Esta idea se inspira en el libro 'Una trenza de hierba sagrada', de Robin Wall Kimmerer, que relata una tradición indígena norteamericana en la que se trenzan hierbas olorosas como un gesto de respeto y conexión con la naturaleza. "De esa imagen nace el entrelazado que propongo entre las mujeres y la isla", asevera.

Artista seleccionada

Además de esta publicación, Gloria Godínez Rivas continúa desarrollando su obra en distintos formatos, explorando la intersección entre arte e investigación. Recientemente, ha sido una de las artistas seleccionadas para participar en el convenio entre el CAAM y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, una iniciativa que permitirá a creadoras canarias presentar sus performances en Madrid. Para la autora, el arte es un vehículo que trasciende lo meramente estético y se convierte en una herramienta de divulgación científica y de reflexión social. "Aunque el resultado final pueda ser una performance, un videoarte o un libro, el inicio de cada uno de mis proyectos es siempre una preocupación real y una investigación profunda", afirma.

En este sentido, Godínez Rivas destaca la importancia de visibilizar las historias de los sectores primarios y las comunidades rurales a través del arte. "Si simplemente decimos 'hay que cuidar el planeta', el mensaje se diluye. Pero si contamos una historia concreta, una relación específica como la del millo o la del orobal, logramos que la comunicación sea más efectiva y que el mensaje realmente cale", concluye.

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