El herrero alquimista

Simbología del proceso creativo en la obra de Chirino (una aproximación)

El herrero alquimista.

El herrero alquimista.

El símbolo no se puede estudiar ni explicar, el símbolo se intuye.

Desde esta perspectiva se aborda la reflexión, no tanto de la obra de Martín Chirino como resultado final, sino la simbología inherente a todo el proceso creativo en sí mismo, lo que incluye la materia prima empleada, instrumentos, herramientas y elementos intervinientes en el proceso. 

Fraguar viene de fragua

Proceso creativo que se inicia «fraguando» («fraguar», del latín fabricare) la idea o concepto que aquí tiene el sentido de ‘planear, trazar la disposición de algo, proyectar’. Concepto que casa con otra de las acepciones del verbo referida a ‘forjar los metales’.

«Metal celeste»

El proceso continúa con el acopio del material básico: el hierro, que viene recuperado en gran parte entre objetos de desecho o ferralla. La búsqueda de la materia prima fundamental evoca, a nivel subliminal, tiempos remotos en el que los primeros metalúrgicos salían en busca de «piedras de fuego» o meteoritos en cuyo interior encontraban el preciado mineral. Para los pueblos primitivos los aerolitos eran objetos «sagrados» porque procedían del cielo. Estos pueblos trabajaron el hierro meteorítico mucho antes de que utilizaran el mineral ferroso extraído de las minas terrestres. [La palabra sumeria AN.BAR es probablemente el vocablo más antiguo para designar el hierro y está formada por los signos «cielo» y «fuego» y viene traducida por «metal-celeste» o «metal-estrella»]. Los mitos de diversas culturas coinciden en afirmar que las armas de los dioses y héroes o semidioses habían sido elaboradas con metales celestes. Este carácter sagrado del que gozaba el hierro venido de las estrellas se mantuvo aun cuando se comenzó a extraer el mineral de las profundidades de la tierra y a trabajar este hierro. 

Iniciación

En un momento determinado de su vida, el artista recibe su iniciación en el arte del forjado y lo hizo de la mano de un herrero, de un auténtico forjador. Un privilegio que Chirino justificaría, bromeando en alguna ocasión, «por ser el favorito de los dioses». Y no iba mal encaminado el maestro con tal apreciación: en distintas tradiciones es un semidiós o un héroe civilizador, mensajero de los dioses el que figura en el origen de los trabajos en las minas y de la metalurgia/siderurgia. [Nótese que la palabra siderurgia mantiene idéntica raíz con sidéreo/sideral derivado de ‘sidus, sideris’: ‘constelación’, ‘estrellas’ y por tanto el término siderurgia, en origen, se refiere al ‘hierro venido del cielo’]. 

En la mitología judeocristiana está presente este «mensajero divino» en el clan tribal descendiente de Adán y Eva: Tubal-Qayin fue el instructor de aquellos que trabajaban el hierro y el cobre, los herreros. [Adviértase que el vocablo tubal entronca con la raíz YBL que quiere decir ‘guía’, ‘instructor’; mientras qayin significa ‘forjador, herrero’. Tubal-Qayin indicaría, ‘el que ha guiado, iniciado, transmitido, enseñado la actividad de extracción y elaboración de los metales’ (metalurgia/siderurgia)]. 

Este proceso de instrucción de nuestro herrero/artesano se complementa con una suerte de viaje iniciático que emprende por diversos lugares del mundo (Madrid, Londres, Grecia, Nueva York…), lo que lo convierte en un nómada. Este nomadismo tiene su reflejo en la mitología de algunos pueblos: el herrero es ante todo un trabajador del hierro y su condición de nómada viene dada de sus desplazamientos continuos y encargos de trabajo que lo obligan a entrar en contacto con diferentes poblaciones, lo que lo convierten en el principal agente difusor de mitologías, ritos y misterios metalúrgicos.

El martillo y el yunque

Son dos de los instrumentos/herramientas fundamentales del herrero. Las creencias sostenidas por la mitología de la Edad del hierro no se limitan exclusivamente a la potencia sagrada de los metales, sino que se extiende a la magia de los instrumentos, hasta «revelarse como seres animados maravillosos». La secuencia de imágenes míticas pasa por la visión de los dioses de la tormenta que golpean la tierra con «piedras de rayo» (que es otro de los nombres con que la mitología designa los aerolitos), estos tienen como emblema el hacha doble y el martillo. La tormenta es signo de la hierogamia cielo-tierra y al batir el yunque, los herreros emulan el gesto ejemplar de los dioses. El herrero replica a escala microcósmica el «simbolismo nupcial» entre el cielo y la tierra. El yunque es símbolo de la tierra y de la materia y corresponde al principio pasivo y femenino, por contraposición al martillo, de carácter fecundador, que es un elemento masculino.

Fragua, carbón y fuego: la transformación alquímica

El alquimista, como el herrero, el mago o el chamán eran considerados en las culturas antiguas «señores del fuego», pues mediante el fuego opera el paso de una sustancia a otra. La producción ritual del fuego replica la creación del mundo. El fuego es símbolo solar y los alquimistas le dan el sentido que tenía para Heráclito como «agente de transformación» (todo nace en el fuego y a él vuelve). El fuego es germen que se reproduce en las vidas sucesivas asociado a la libido y a la fecundidad, lo que tiene que ver con el proceso creativo en el arte. Íntimamente ligado al simbolismo del fuego está el carbón que alimenta las llamas de la fragua. Este poder ígneo viene asociado a significados ambivalentes que trasciende en la relación cromática: negro (del carbón) y rojo (de la brasa). La muerte corresponde al color negro, mientras el rojo (rojo vivo) de la brasa representa la vida; que viene avivada por el fuelle (soplo de vida) que atiza el fuego transformador. Un reflejo a nivel microcósmico del paso del caos primordial (regresión a lo amorfo) que a través del proceso creador retorna a la ductilidad de las formas. Este proceso de forjado del hierro acontece en el taller o fragua (lugar donde se fraguan las ideas) donde se encuentra la fragua/fogón, metáfora del horno o atanor del alquimista; donde coinciden continente (fragua/taller) y contenido (fragua/fogón), otra simbología del microcosmos como reflejo del macrocosmos [confirmando la máxima hermenéutica que reza: «como es arriba es abajo, como es dentro es fuera»]; lugar donde opera la trasmutación de la materia forjando la obra de arte.

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