Con algaritofe, romero y tomillo te crece el pelo hasta los tobillos

Plantas de diente de león en el campo

Plantas de diente de león en el campo / pexels

Desde tiempo inmemorial el hombre ha recurrido a la naturaleza para curarse. Esto es lo que justifica la recolección o el cultivo de plantas y su empleo como remedio a enfermedades o paliativos frente a diversos achaques. Esta tradición «curandera» se encuentra muy arraigada en Canarias y es fruto de la supervivencia de la cultura indígena durante el largo proceso de conquista/colonización y de las sucesivas aportaciones introducidas con las migraciones procedentes del continente africano y de la Península que fueron asimiladas por la población autóctona.

Dentro de esta tradición que hemos llamado curandera existe una práctica «yerbera» que hunde sus raíces en una herencia ancestral y universal, pero que tiene su especificidad en las islas por su carácter diferencial debido a la gran diversidad de endemismos botánicos propios del Archipiélago o de la Macaronesia. Esa costumbre popular que ha sobrevivido hasta nuestros días acumula un vasto conocimiento de curas o remedios que lo convierten en un auténtico «Dioscórides» de transmisión oral, resultado de la experiencia a lo largo de cientos de años y la traslación de esa memoria de una generación a otra. Esto permite hablar de un «herbolario terapéutico popular», muchas de cuyas «fórmulas» han sido avaladas por la ciencia.

Es la transmisión oral de este acervo la que justifica la presencia de frases rimadas en forma de refrán que facilitan la difusión/memorización de la fórmula. Y así abandona el ámbito de conocimiento del yerbero para entrar en dominio del vulgo. Como ocurre con el mentado: «con algaritofe, romero y tomillo te crece el pelo hasta los tobillos», que se emplea para indicar hiperbólicamente que el «agüita guisada» con esta combinación de yerbas es una panacea para combatir la caída del cabello. [Otras fórmulas rimadas son: «amapola y lechuga, a dormir ayudan» o «hierbas amargas, la vida alargan»]. Del dicho comentado existen variantes en las que se sustituye el romero por la ortiga, lo que podría deberse a que se trata de plantas (romero y ortiga) en las que pueden coincidir —como es frecuente— algunas de sus propiedades. Pero hay quienes se estarán preguntando qué es el algaritofe y, efectivamente, el nombre parece no gozar de gran difusión en todas las islas, sino que su conocimiento se restringe a zonas donde se localiza su hábitat natural [de hecho, en Gran Canaria documentamos esta otra variante: «con ortiga y tomillo te llega el pelo a los tobillos» que podría corroborar precisamente el desconocimiento de esta especie en el herbolario popular de algunas islas].

El «algaritofe» es una planta con base leñosa y tallo hasta dos metros de altura, hojas herbáceas, trifoliadas y flor con olor a alcanfor. Es especie endémica de la Macaronesia que se encuentra en los lugares más soleados de las zonas boscosas de fayal-brezal y laurisilva. Se documentan diversas variantes en el nombre de esta planta (algaritopa, garitopa, niota o ñota, entre otras muchas). En cuanto a su etimología, Wölfel afirma que algaritopa-alcaritofe «procede sin duda de los aborígenes». Si consideramos a modo de hipótesis que las comunidades primitivas identifican/nominan las plantas si pueden ser beneficiosas o perjudiciales para el hombre y el ganado, el nombre de esta especie puede ser un indicio de que los antiguos canarios conocían las propiedades benefactoras de esta y otras plantas.

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