Música

Grigory Sokolov y su talento al piano, en el 41º FIMC

Se trata de uno de los pianistas más talentosos y enigmáticos, capaz de hacer de sus recitales «un ritual casi privado»

Grigory Sokolov. | EL DÍA

Grigory Sokolov. | EL DÍA

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Santa Cruz de Tenerife

El 41º Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC) se aproxima a su recta final con dos de sus conciertos más esperados, a cargo del pianista Grigory Sokolov. Si bien el paso del músico ruso por Canarias supuso un hito para el FIMC en 2022, su regreso tan solo tres ediciones después es todo un logro para la organización y una verdadera suerte para el público isleño. Considerado como uno de los pianistas más sublimes de su tiempo, Sokolov no solo repite festival esta semana, sino que también repite islas y escenarios. En concreto, con recitales en solitario previstos para anoche en el Auditorio Alfredo Kraus de Gran Canaria y mañana en el Auditorio de Tenerife, a las 20:00 horas. Una hora antes habrá una charla introductoria con las claves del programa que trae a las islas.

Natural de Leningrado (actual San Petersburgo), y con nacionalidad española en la actualidad, Grigory Sokolov comenzó a tocar el piano a los cinco años y, con apenas siete, inició sus estudios con Liya Zelikhman en el Conservatorio. Su talento como solista tardó poco en salir a relucir, con un reconocimiento internacional sin precedentes al obtener la Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Piano Tchaikovsky en Moscú en 1966, cuando apenas tenía 16 años. Varias décadas después, ya con 75 años y con multitud de conciertos en la memoria colectiva, Sokolov alimenta su leyenda con una devoción única por la música.

Cada vez que se dispone a tocar en público evita que los focos perturben el acto íntimo de su comunicación con el instrumento, y huye de cualquier imagen que distorsione ese diálogo. De ahí su conocida escenografía y ceremonial: un escenario con temperatura moderada y luces atenuadas, precisa afinación del instrumento, condiciones que favorecen la sonoridad y una concentración plena, sin distracciones. Con esta ambientación consigue, aún frente a un auditorio de miles de personas, que su recital se convierta en un ritual casi privado, como si el espectador sintiera que el concierto le estuviera dedicado personalmente.n

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