Cine

Barry Keoghan, el tipo rarito que baila hacia el estrellato

Nacido en el lumpen de Dublín, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre y la adicción a la heroína de su madre

Novio de Sabrina Carpenter, hace cuatro años le fue diagnosticado trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)

Todo apunta a que él es el elegido para dar vida a Ringo Starr en la saga de cuatro largometrajes dedicados a los Beatles en la que el director Sam Mendes trabajará durante los próximos años

El actor Barry Keoghan.

El actor Barry Keoghan.

Nando Salvà

Mientras los altavoces escupen ‘Murder on the Dancefloor’, el himno ‘nu-disco’ de Sophie Ellis-Bextor, él aparece contoneándose en pelota picada a través de las sucesivas estancias de un palacete con el abandono y el tipo de euforia poscoital que la gente solo se atreve a exhibir en su propia casa. Y aquella mansión es preciasamente eso, su casa. Se ha apropiado de ella tras matar a cada uno de sus legítimos propietarios, y en ese momento catártico puede finalmente desnudarse de todos los disfraces y máscaras que ha vestido para embaucarlos.

La escena, punto y final de ‘Saltburn’ (2023), hizo mucho más que convertir al irlandés Barry Keoghan en sensación de TikTok y carne de meme. Rutilante colofón de una interpretación llena de momentos abracadabrantes -en uno lo vemos sorbiendo restos de semen del sumidero de una bañera, en otro practica el coito con una tumba, tal como suena-, aquel baile se bastó para tomar a un actor hasta entonces especializado en encarnar a tipos raritos desde un segundo plano y elevarlo a la categoría de icono. Sin duda, cualquier vídeo honorífico con el que sea homenajeado en el futuro lo incluirá entre sus imágenes. 

Barry Keoghan en 'Saltburn'

Barry Keoghan en 'Saltburn' / Redacción

Keoghan vuelve a tener ocasión de demostrar sus habilidades bailonas en últimos minutos del largometraje que ahora estrena en España, ‘Bird’, danzando en línea durante una fiesta nupcial al ritmo del clásico pachanguero ‘Cotton Eye Joe’; en otro instante de la película conduce un ‘scooter’ acompañado de la música de Fountains DC, y en otro canturrea ‘Yellow’, de Coldplay, con el fin de hacer que, atención, un sapo bufo excrete su baba alucinógena.

Su personaje en la nueva película de Andrea Arnold es un crápula encantador, un tipo henchido de energía volátil que luce tatuajes de artrópodos hasta en la cara y que trata de compaginar su trabajo de camello y su vocación fiestera con el abnegado cuidado de dos hijos adolescentes a los que sin duda tuvo demasiado joven. Y en el papel, secundario pero esencial -lo aceptó poco después de convertirse él mismo en padre-, exuda un tipo de magnetismo solo atribuible a las superestrellas. Parece ser que renunció a participar en ‘Gladiator II’ para interpretarlo.

Keoghan creció sin figuras paternas. Nacido en el lumpen de Dublín, en un lugar donde nadie piensa en hacer carrera en el mundo del cine -”la mayoría de jóvenes ni siquiera completan su educación secundaria”, asegura-, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre y la adicción a la heroína de su madre, que los obligaron a él y a su hermano a vivir entre hogares de acogida durante años; ya habían pasado por 13 cuando, al quedarse huérfanos por culpa de la droga, se fueron a vivir con su abuela. "No voy a decir que nada de aquello fuera positivo, pero sin duda me hizo fuerte”, recuerda. “A causa de lo sucedido me acostumbré a tener que adaptarme a circunstancias cambiantes, y creo que eso me preparó para este trabajo”.

En ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ (2017), de Yorgos Lanthimos.

En ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ (2017), de Yorgos Lanthimos. / Redacción

A los 15 años, vio pegado en el escaparate de una tienda un cartel que publicitaba una audición para una película independiente que acabó llamándose ‘Between the Canals’, y no dudó en llamar al teléfono que en él se adjuntaba, y seguir llamando y llamando durante meses, hasta que logró hacerse un hueco en su reparto.

“Por entonces, actuar me pareció una forma divertida de perder el tiempo recibiendo dinero a cambio”, recuerda. “Aún no era consciente de que, con el tiempo, meterme en la piel de otras personas iba a resultarme terapéutico”. Aún había de dejar atrás varios años y sucesivos personajes antes de lograr darse a conocer internacionalmente al lado de Colin Farrell y Nicole Kidman gracias a ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ (2017), de Yorgos Lanthimos, dando vida a ángel exterminador que destruye a toda una familia con indiferencia sociopática. 

De repente, su rostro aniñado e inquietante empezó a aparecer por todos lados: fue un joven ingenuo en ‘Dunkerque’ (2017), la epopeya bélica de Christopher Nolan, y luego apareció en un par de episodios de ‘Chernóbil’ (2019) encarnando a uno de los voluntarios que ayudaron a contener el desastre nuclear más famoso de la historia; en 2021 dio vida a un traidor carroñero en la fantasía medieval ‘El caballero verde’ y a un superhéroe capaz de manipular mentes ajenas en ‘Eternals’, y un año después volvió a impresionar por partida doble: le bastó aparecer un par de minutos en ‘The Batman’ (2022) para convertir su versión del Joker en una de las más celebradas, y gracias al entrañable simplón al que interpretó en ‘Almas en pena en Inisherin’ (2022) obtuvo un premio BAFTA y una nominación al Oscar. Y entonces llegó ‘Saltburn’.

“A decir verdad, me siento algo sobrepasado”, confiesa Keoghan al hablar de la fama adquirida a lo largo de esa trayectoria. “Mi objetivo es hacer películas, y trabajar con directores interesantes, y espero que todo el ruido alrededor no me distraiga demasiado”. Lo que él llama ruido ya le causaba serias molestias hace cuatro años cuando le fue diagnosticado trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y tanto sus comentadas apariciones en alfombras rojas como su noviazgo con la cantante Sabrina Carpenter, iniciado a finales de 2023, lo han convertido en algo ensordecedor: las redes sociales se han llenado de ‘haters’ que se burlan de su atípico aspecto y lanzan comentarios ofensivos sobre la relación que mantiene con su hijo, Brando; él, a modo de terapia, practica el boxeo. Y afirma: “He empezado a apreciar mis imperfecciones, y he aprendido a quererme a mí mismo”. 

En lugar de prestar atención a las críticas, se concentra en ir tachando nombres de la lista que guarda en su teléfono, en la que aparecen los directores con los que le gustaría trabajar -Steven Spielberg, Paul Thomas Anderson, Lynne Ramsay, muchos más-, y en seguir dejando rastro a bordo de proyectos memorables. Próximamente lo veremos en la película basada en la célebre serie ‘Peaky Blinders’, y si los rumores son ciertos volverá a meterse en la piel del Joker por partida doble, primero al frente de su propia serie y después en ‘The Batman 3’. Todo apunta, además, a que él es el elegido para dar vida a Ringo Starr en la saga de cuatro largometrajes dedicados a los Beatles en la que el director Sam Mendes trabajará durante los próximos años. Ringo nunca se destacó por su movimiento de caderas, pero seguro que eso no le impedirá aprovechar el papel para marcarse otro baile viral.

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