David Baute: "Traer nuestra película a Venecia ha sido algo más que un sueño"

Está acostumbrado a vivir alrededor de un cine más modesto, pero esta semana se ha codeado con George Clooney, Angelina Jolie o Pedro Almodóvar en Venecia. David Baute (Garachico, 1974) ha disfrutado en la Mostra de la efervescencia de Sugar Island’, una película pequeñita entre gigantes que movilizan más de 70 millones de euros.

Hace unos días vimos a Brad Pitt y a George Clooney en los canales compartiendo lancha, ¿cómo amanece hoy Venecia?

Nuestro tránsito para atravesar los canales es bastante más modesto [ríe]... La Mostra trata bien a sus invitados, pero hay clases y clases... Estás en el mismo espacio que George Clooney, Lady Gaga, Brad Pitt, Angelina Jolie, pero ellos son las estrellas y nosotros un apéndice del festival... No hay que perder la cabeza [sonríe].

"Ésta es una gran oportunidad para tender puentes con espacios cinematográficos a los que la gente como yo no pertenece, pero que se pueden cruzar si tienes una buena historia que contar"

Si es verdad que «París bien vale una misa», ¿qué se puede esperar de la Reina del Adriático?

Venecia es maravillosa y estar en ella porque han elegido a Sugar Island hace que la experiencia sea más maravillosa aún... Esto es un sueño porque estar aquí no es nada fácil. En mi caso hay un montón de años de trabajo en un cine más complicado e independiente. Llegar a la Mostra supone un gran impulso profesional;es la mejor promoción que podría tener nuestra película.

¿Hay pocos escaparates que te puedan dar lo que encuentras en la Mostra?

Se cuentan con los dedos de una mano [pausa]. Berlín, Cannes, San Sebastián... Estos son pata negra –enumera el cineasta tinerfeño horas antes de que el filme que ha producido fuera reconocido con una mención de honor de la Fundación FAI Persona, Lavoro Ambiente– y estamos contentos de vivir esta aventura, pero el camino real empieza ahora. Venecia nos va a abrir muchas puertas...

"A mí este tipo de cosas me dan cierto agobio, pero las disfruto porque soy consciente de que repetir algo parecido no será una misión sencilla"

Mejor promoción imposible, ¿no?

Ésta es una gran oportunidad para tender puentes con espacios cinematográficos a los que la gente como yo no pertenece, pero que se pueden cruzar si tienes una buena historia que contar. Venecia hoy es la capital mundial del cine: los fans corren detrás de las estrellas en busca de un selfie, los medios más especializados lo quieren saber todo, las distribuidoras sacan toda su artillería, vayas donde vayas hay agentes de ventas por todas partes... Ver nuestra película en la Mostra es un sueño del que no queremos despertar.

Imagino que el escenario impone, pero donde esté el Roque de Garachico que se quite San Marcos...

...Garachico siempre. Es el lugar del que salgo y al que siempre regreso. Por supuesto que esto es grandioso y no lo vamos a olvidar, pero tengo claro el lugar del que vengo y las vivencias acumuladas hasta llegar a Venecia. A mí este tipo de cosas me dan cierto agobio, pero las disfruto porque soy consciente de que repetir algo parecido no será una misión sencilla. Nada es descartable, pero la dificultad es grande. Poder estar, aunque sólo sean un par de días, en el mismo espacio en el que se mueven Leonardo Di Caprio, Nicole Kidman, Pedro Almodóvar... supone vivir una realidad que no es en la que te mueves normalmente.

Pedro Almodóvar se fue de Venecia con 17 minutos de aplausos y el León de Oro, ¿qué se lleva el equipo de Sugar Island?

Unas cuantas buenas críticas y la sensación de que, a veces, las cosas pequeñitas se pueden convertir en algo muy grande. Soñar es gratis, incluso, en Venecia.

¿Se siente recompensado por el trabajo realizado?

El camino ha sido largo y complejo; cinco años de trabajo buscando recursos para convertir en realidad el proyecto que un día me mostró Johanné. Ella creyó desde el principio e hizo lo imposible para que yo también lo hiciera. Reunir el dinero para levantar la película no fue una labor sencilla –el presupuesto se marchó a los 480.000 euros–, pero conseguimos la financiación entre España y la República Dominicana.

"Yo no sé si sabría hacer una película de 40 millones de euros"

¿480.000 euros de inversión en una industria que mueve muchos millones es como ir a la guerra con un tirachinas?

Sí que lo es, sobre todo, si miras lo que ha costado hacer la última del Joker. Nunca vas a estar al mismo nivel que una producción que ha costado 70 millones de euros pero, insisto, lo importante es que haya una directora [la dominicana Johanné Gómez Terrero] que sea capaz de contar una buena historia: el viernes fue reconocida en las XXI Jornadas de los Autores en Venecia. Sugar Island relata las vivencias de los haitianos que trabajaban en las producciones azucareras de la República Dominicana. Eran unos apátridas que no tenían ningún derecho, pero que tuvieron un papel relevante en la industria del azúcar, que es un negocio que tiene mucho que ver con Canarias porque fue Colón el que llevó la caña a la República Dominicana aprovechando una escala técnica en La Gomera.

Su apuesta por el cine es desde Canarias.

A veces cuesta más llegar a esos lugares donde se corta el bacalao, donde se gestan las películas y los números mandan, pero mi apuesta ha sido trabajar desde Canarias. Hoy contamos con medios de sobra para que esa opción se pueda dar, aunque es evidente que una buena inyección económica siempre es una ayuda. Igual no me cree, pero yo no sé si sabría hacer una película de 40 millones de euros. Hay días en los que hablo con compañeros y me dicen «yo estoy en Barcelona, yo mañana me voy a Múnich, yo tengo previsto irme la semana que viene a rodar a Zúrich...». Cuando pasa algo parecido les contesto que yo sigo en Garachico [ríe].

¿El terruño tira?

Tira mucho y, sobre todo, después de conseguir levantar un proyecto desde casa... Te queda una sensación de agradecimiento por las ayudas recibidas y satisfacción por el camino que has completado que hace un poquito más fácil el hecho de que lo vuelvas a intentar desde Canarias.

¿Le debe cosas al cine?

Muchas [silencio]. Le debo los esfuerzos que hicieron los míos para que me pudiera dedicar a esto. Alegrías como estas confirman las razones para dedicarme a esto.