Música | Javier Toledo Miembro del Coro de Cámara Ainur

Javier Toledo: «Le ofrecemos al público una experiencia didáctica, cómo adorar a un dios a través de los tiempos»

El Coro de Cámara Ainur ofrece el programa ‘O lux beata’ dentro del XVIII Festival de Música Religiosa de Canarias

Un instante del primer concierto del Coro de Cámara Ainur en Gran Canaria.

Un instante del primer concierto del Coro de Cámara Ainur en Gran Canaria. / El Día

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

El Festival de Música Religiosa ofrece seis conciertos del Coro de Cámara Ainur y su programa ‘O lux beata’. En Tenerife estarán el viernes 8 de marzo en la iglesia de San Pedro Apóstol de El Sauzal.

Poner la piel de gallina. Ese es el objetivo del Coro de Cámara Ainur, que estos días participa en el XVIII Festival de Música Religiosa de Canarias con el programa O lux beata. Tras actuar el pasado miércoles 28 de febrero en Gran Canaria, repiten en la Isla el sábado 2 de marzo y un día más tarde estarán en La Palma. Su periplo continúa el viernes 8 de marzo en El Sauzal, donde se estrenan actuando, y continuarán un día más tarde en Lanzarote y el siguiente domingo en Fuerteventura. Javier Toledo es miembro del Coro de Cámara Ainur y avanza que en estos conciertos habrá oportunidad para disfrutar de la música pero también de la historia y la cultura.

¿Supone un trabajo adicional para ustedes actuar en una iglesia y no en un escenario al uso?

Hasta las colocaciones las tenemos en cuenta en estos casos. Normalmente en cada pieza realizamos una colocación diferente del coro y el lugar donde cantamos de cada iglesia también lo calculamos. Queremos que el texto llegue de la mejor manera posible y por eso a veces nos retiramos, a veces cantamos alrededor del público o detrás. Tratamos de sacarle el máximo provecho a las acústicas que nos ofrecen las iglesias.

¿Cómo hacen para ensayar en lugares que no tienen nada que ver con los templos en los que luego actuarán?

En los ensayos buscamos un lugar seco, donde se noten los fallos, para así detectar dónde hay problemas de afinación, de ajuste o de tempo. Si sale bien en un sitio con acústica más dura, en el concierto ya solo nos queda disfrutar. Nosotros hablamos de que estamos condenados a disfrutar porque, además, nosotros solemos aprendernos las piezas de memoria, aunque se trata de piezas de enorme dificultad, pero nos parece una forma de mostrar respeto al público y lo hacemos también por disfrute nuestro, porque si te olvidas de la partitura y de todo lo demás solo nos queda disfrutar de cada nota. Ese es nuestro objetivo.

¿Ofrecen por tanto una experiencia sensorial más allá de un mero concierto?

Exacto, nosotros pensamos en el coro como un instrumento, a pesar de que somos 30 personas. Debemos funcionar como un único instrumento, vibrar juntos, y eso también lo trabajamos en los ensayos, para poder trasmitir ese disfrute. Queremos mostrar esa sensación que aporta la música más allá de la intencionalidad de cada autor. Incluso dentro de una misma pieza hay diferentes momentos, de alegría o de tristeza, y nosotros tenemos un ejemplo genial en este concierto. Empezamos con Jesús en la Cruz y por lo tanto trasmitimos dolor y sufrimiento; otra pieza es de alabanza al Señor, por lo que está cargada de alegría; y otra se centra en el nacimiento de Cristo. Cada una de ellas tiene caracteres diferentes. El coro tiene que trasmitir todo eso, no solo juntando las notas, sino con el espíritu, a través de las miradas incluso.

Esta formación ha pasado de tener tan solo nueve personas a una treintena en la actualidad. ¿Tanto crecimiento dificulta la preparación o prevalece que mejora el tipo de actuaciones que pueden ofrecer?

A medida que hemos ido aumentando el número de miembros, hemos podido afrontar obras más complejas, donde el número de voces se multiplica y donde hay matices diferentes. Empezamos como un noneto y era un divertimento para nosotros. Ahora, como somos más personas, podemos hacer un forte más forte y un piano más piano. Tenemos un instrumento más potente y, aunque tratamos de conservar el espíritu de coro de cámara ofreciendo ligereza, también afrontamos un mayor registro. Somos un órgano.

¿Qué programa han preparado para su participación en esta nueva edición del festival de Música Religiosa de Canarias?

Se trata de un programa específico realizado para este festival, en el que orden de las piezas marca la cronología de los autores de cada uno de los temas. Así, ofrecemos música medieval hasta otra que se compuso hace tan solo un par de años. Es un aspecto didáctico el que queremos abordar de esta manera y creo que es interesante que el público aprenda, también a través de las introducciones de las piezas. También conectamos con la liturgia, y por eso hacemos la conexión entre cultura y religiosidad. Vamos hilando los diferentes estilos ya que pasamos por el Renacimiento y el Clasicismo hasta llegar a la música actual que introduce además elementos innovadores. Todo eso para el público es una experiencia didáctica, de cómo adorar a un dios a través de los tiempos.

En sus propuestas siempre hacen una combinación de piezas antiguas con otras más actuales.

Sí, así podemos examinar hasta la manera en la que se adoraba o sentimos la espiritualidad en la actualidad y cómo la sentían antes. Nuestro legado cultural es este y eso lo notamos en todas las piezas, también las más recientes. Es lo bueno de interpretar piezas actuales, porque con las antiguas no tenemos más que el contacto con la partitura pero interpretando temas modernos podemos hablar con los compositores que nos hablan de cómo quieren que suenen sus obras. Es una puesta al día continua, tanto en la revisión y rescate de antiguas canciones como de nuevas.