Dos clásicos modernos
‘Bruja Luna, Rey Araña’, del jamaicano Marlon James, es la punta de lanza de la recuperación para la literatura de la hechicería y el ocultismo
bernardo gutiérrezB. G.
La historia de Mr. Norrell y Jonathan Strange (Salamandra), de Susanna Clarke, se desencadena cuando un misterioso Mr. Norrell ofrece sus conocimientos de magia para derrotar a Napoleón. "Quiero volver a introducir la magia en Gran Bretaña", asegura. Nadie le toma en serio, pero todo cambia cuando resucita a la novia de un ministro. A partir de entonces, Mr. Norrell y el joven Jonathan Strange, que aplican "los principios de la razón y la ciencia a la magia", son requeridos para múltiples servicios.
En Ciudad Victoria (Random House), Salman Rushdie narra una proceso inverso. "La magia ha sido aquí la reina durante demasiado tiempo. ¡Esta ciudad no nació de unas semillas mágicas! Este es un lugar con historia propia; no se la inventó una maga. Declaramos a Bisnaga libre de brujería", afirma un personaje con forma de loro.
Mr. Norrell y Jonathan Strange, obra de 2004, fue un best seller inmediatamente. El "surrealismo mágico" de Susanna Clarke devino receta de éxito, como lo prueba que Salamandra reedite en febrero su libro de cuentos Las damas de Grace Adieu. Por su parte, Ciudad Victoria marca el regreso de Rushdie a su mundo mítico indio, tras varias novelas de corte realista recreadas en EEUU.
La magia, literal o atmosférica, impregna novedades de todos los géneros. Magos, videntes, chamanes, médiums y brujas (resignificadas por el feminismo) circulan por la ciencia ficción, el terror, el realismo fantástico e incluso el realismo. "La gente hacía trucos y trampas todo el tiempo. Pero los magos creaban ilusiones", dice el narrador de Bueno, aquí estamos (Anagrama), novela de Graham Swicht protagonizada por una pareja de magos.
¿Existe alguna conexión entre los últimos títulos de Rushdie, el angoleño José Eduardo Agualusa, la argentina Mariana Enríquez, los bolivianos Edmundo Paz Soldán y Liliana Colanzi, la española Laura Fernández y la polaca Olga Tokarczuk?, ¿los lectores del mundo pospandémico demandan ficciones despegadas de lo real? "Existe una línea con una distorsión de la realidad que te puede llevar del terror a un grado insólito donde se difumina lo sobrenatural y una realidad alterada. Desborda el realismo mágico. Esa distorsión explica la existencia desde los terrores sociales", asegura Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma.
2023 trajo la traducción al castellano de dos libros del jamaicano Marlon James. Por un lado, El diablo de los buitres (Libros del Kultrum, 2009), su primera novela, que narra la batalla de dos párrocos de un confín de Jamaica donde magia y religión coexisten. Por otro lado, Seix Barral ha publicado Bruja Luna, Rey Araña, la esperada segunda parte de la Trilogía de la Estrella Negra. En la novela, la bruja Sogolon deambula durante dos siglos por un mundo repleto de espiritismo africano, violencia y hechizos que borran la memoria. Mujer temida y admirada por sus poderes, desafía a Aesi, mano derecha del rey. Jesús Rocamora, editor de Seix Barral, argumenta que el propio James definió Bruja Luna, Rey Araña como una historia de fantasmas, como una novela de realismo mágico sobre magia real: "El gran reto de la literatura fantástica es presentar elementos fantásticos, como la magia, dentro de la misma lógica de su mundo. Esta es una novela sobre una bruja real, con poderes muy reales que le permiten conseguir lo que busca y que le acarrean problemas por el hecho de ser mujer. James ha construido todo un sistema de reglas alrededor de la magia para terminar de dotarla de sentido".
En Esquire, James confesó que investigó sobre mitología africana para huir de la literatura fantástica occidental. "Me ayudó a librarme de la lectura judeocristiana del género", afirmó. El autor defiende que, más que literatura fantástica, lo que hace es crear mitos: "Recurrimos siempre a la creación de mitos como respuesta a cosas que no podemos entender". En Bruja Luna, Rey Araña, una princesa intenta averiguar quién es Sogolon. "Mato a gente. Me llaman Bruja Luna", responde. "Bruja. Al mundo no le hacen demasiada gracia las brujas", dice la princesa. "Al mundo no le hacen gracia las mujeres", replica Sogolon. "Antes decir bruja era algo peyorativo para referirse a mujeres que no se ajustaban a la norma. Ahora es una figura como Sogolon, poderosa y temida", matiza Rocamora.
La escritora boliviana Liliana Colanzi, autora de Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma), considera poco útil situar a la bruja en oposición a la racionalidad. "El saber de la bruja no proviene solo de la magia y lo maravilloso, también de un conocimiento profundo de las plantas y del cuerpo femenino. En Latinoamérica, la bruja es una indígena o afrodescendiente que ha pasado a reivindicar un tipo de saber subalternizado", asegura. "Si Mónica Ojeda articula uno de sus cuentos de Las voladoras (Páginas de Espuma) a partir de hechiceras cuya cabeza vuela, tiene que ver con los feminicidios. Lo fantástico es la mejor manera para explicar la dura realidad", sostiene Casamayor.
James engarza cierta efervescencia de lo fantástico al turbulento mundo actual. "El señor de los anillos fue fruto de la Primera Guerra Mundial. Incluso antes de la pandemia, estábamos ya intentando saber de qué iba este siglo. Cuando tenemos grandes preguntas sin respuesta, no podemos evitar volver a los dioses y monstruos para tratar de resolverlas", dijo a Esquire. Laia Zamarrón, directora literaria de Salamandra infantil y juvenil, editora de la saga de Harry Potter de J. K. Rowling, cree que vivimos una realidad inestable y que "tener lugares fantásticos a los que viajar es una forma de escape que anima, nutre y da seguridad".
Si el racionalismo positivista del siglo XIX propició el auge del realismo, el colapso ambiental y las tensiones del siglo XXI están propiciando una meta corriente difusa regada de imaginación, magia y sueños. Un trasfondo de ocultismo y esoterismo conecta reediciones de libros olvidados o traducciones tardías, como El libro de la serpiente (La Felguera) de Alan Moore (una obra con "tragafuegos, faquires, magos, y trapecistas") y La Biblia Psíquika (Caja Negra), un tratado de magia práctica del Templo de la Juventud Psíquika, sociedad oculta británica.
Al mismo tiempo, autores consagrados están usando elementos fantásticos para describir realidades concretas. En Nuestra parte de noche (Anagrama), de Mariana Enríquez, la dictadura argentina es el telón de fondo de la historia de Gaspar, un médium de una sociedad secreta que busca la vida eterna mediante atroces rituales. En El baile del agua (Seix Barral), el afroestadounidense Ta-Nehisi Coates otorga un superpoder a un esclavo de una plantación. Michelle Roche Rodríguez retrata en Malasangre (Anagrama) el inicio de la explotación petrolífera en Venezuela mezclando vampirismo y sexo: "Como la modernidad demandaba petróleo, yo necesitaba sangre para reemplazar el alma que la perversidad y la mala suerte me habían arrebatado". En los cuentos de Su cuerpo y otras fiestas (Anagrama), Carmen Maria Machado dibuja la sutil frontera entre terror y magia a partir de cuerpos femeninos en ebullición. En los relatos de Adonde voy siempre es de noche (Almadia), el mexicano Bernardo Esquinca amalgama dioses antiguos, terror, soluciones mágicas y superstición. El angoleño José Eduardo Agualusa, en Los vivos y los otros (Edhasa) esculpe lo sobrenatural a la normalidad. En el libro, una gran tormenta borra a muchas personas. Al ser desborradas, nadie vuelve a ser el mismo. La gente se siente extranjera en su propia casa y sueña sueños ajenos.
¿Qué conecta obras y estilos tan diversos?, ¿la inseguridad de un mundo en crisis esboza ya un ambiguo leit motiv común? Mariana Enríquez reconoció que, "en momentos de guerra, de pandemia, de crisis climática, empiezas a ver otras soluciones, porque las racionales ya no funcionan del todo".
El retorno de la magia a la ficción viene de la mano de otra conexión con la naturaleza. En el relato La cueva, de Liliana Colanzi, el tiempo es casi geológico. Los protagonistas son plantas, animales, hongos. En Seis tetas, cuento de Camila Sosa, un grupo de travestis huye para formar una comunidad con animales: "Me entregué a la dictadura de los minerales y las bestias ciegas. Hundo mis pies y ellos echan raíces, las raíces arrancan secretos de mica, lombrices que dicen mi nombre". Por otro lado, la obra de la premio Nobel polaca Olga Tokarczuk desdibuja fronteras entre lo humano, lo animal y lo vegetal. En Un lugar llamado Antaño (Anagrama) pululan almas en pena, ancianas que conversan con animales, perros sabios o ángeles guardianes. "La ficción no debe tener una base real. La realidad no deja de ser una convención, siempre ha sido pura invención. Ahora hay una necesidad mayor de esquivarla", asegura Laura Fernández, autora de La señora Potter no es exactamente Santa Claus (Random House), que acaba de publicar el volumen de cuentos Damas, caballeros y planetas (Random House).
La gurú de la fantasía Úrsula K. Le Guin, en una charla (incluida en Contar es escuchar, Círculo de Tiza), denunció que lo que la mayoría de los críticos llaman literatura es realismo modernista. "Todas las demás formas de ficción se descartan como género. Se mandan al gueto. Que el gueto sea doce veces más grande que la ciudad y mucho más animado importa poco". Reinaldo Arenas en el prólogo de El mundo alucinante, precursora del realismo mágico, recién reeditada por Tusquets, acusa al realismo de ser lo contrario de la realidad: "Al tratar de someter dicha realidad, de encasillarla, de verla desde un solo punto [el realista] deja de percibirse la realidad completa", escribió. ¿Por qué American gods (Roca Editorial) de Neil Gaiman, donde un protagonista conoce un encantamiento que dobla las armas del enemigo, pertenece a lo fantástico?, ¿por qué el cuento La señorita Slope ha muerto de Fernández, con una detective intergaláctica que lee una novela sobre un dinosaurio oficinista, debe adscribirse a la ciencia ficción?, ¿deberíamos hablar simplemente de imaginación, en lugar de magia?
El boliviano Edmundo Paz Soldán destaca que la ciencia ficción, entre otras cosas, narra lo cósmico y el descentramiento de lo humano. "La crisis actual de los ecosistemas y el calentamiento global estaban ya entre los intereses del género", asegura a este medio. En sus últimos dos libros —La vida del futuro (Páginas de Espuma) y La mirada de las plantas (Almadia)—, hibrida cosmovisiones indígenas y tecnologías digitales, algoritmos y rituales chamánicos, videojuegos y plantas alucinógenas. "La ciencia ficción que me interesa es un género muy político, en el que la crítica a los desajustes salvajes del capitalismo es central", matiza.
Laia Zamarrón atribuye en parte el retorno de la magia a la literatura adulta a Harry Potter: "Los niños que lo leyeron hace 25 años ahora son adultos que se han formado en lógicas diversas y siguen cultivando ese gusto por la fantasía". A su vez, destaca el auge de la fantasía juvenil, citando a autores como Sarah J. Maas y George R.R. Martin. El fenómeno de Alas de sangre (Planeta), de Rebecca Yarros, que en seis meses ha vendido tres millones de ejemplares, resume la pujanza de un género que se codea con la alta literatura. Género en el que Harry Potter continúa reinando. Solo en España se han vendido 10 millones de ejemplares de sus libros. En 2023, para celebrar su 25º aniversario, se lanzaron ediciones especiales anunciadas para "lectores de todas las edades". También, una versión de Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Salamandra), con 175 ilustraciones y elementos interactivos. ¿Por qué Harry Potter ha seducido a varias generaciones de lectores? "Hogwarts es el colegio donde todos nosotros y todos nuestros niños quisieran estudiar. ¿Quién quiere aprender una asignatura cuando puedes aprender adivinación?, ¿quién de niño no ha soñado con desaparecer, con volar?", afirma Zamarrón.
En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, la magia se invoca para derrotar a los dementores, monstruos que se alimentan de sentimientos positivos y buenos recuerdos de la gente. Mientras el mundo se desangra en guerras, desigualdades y desastres climáticos, niños-adultos leen fascinados el encantamiento expecto patronum para derrotar a los dementores.
—¿Y cómo se invoca?, pregunta Harry Potter.
—Con una fórmula mágica que solo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría, responde Remus Lupin, profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.
Si un solo recuerdo alegre espanta al mal, ¿cómo no caer rendidos ante la magia?
Pocas novelas tienen el poder magnético de El Mago, de John Fowles. Publicada en 1965 (en castellano, en Anagrama), la novela narra la historia del joven Nicholas, que abandona Londres y se establece en una isla griega. Allí conoce a un misterioso y excéntrico personaje, Conchis, el mago. Las brujas de Eastwick (Tusquets), publicada por John Updike en 1984, narra la historia de tres mujeres divorciadas que descubren que tienen poderes mágicos. Al final, el narrador las recuerda: "Así los rumores de los tiempos que tuvieron cuerpo entre nosotros, espléndidas y malvadas, dieron sabor al nombre de la villa en las bocas de otro".
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