El cine que inspiró Joseph Conrad

A los cien años de su muerte, el autor de ‘El corazón de las tinieblas’ sigue alimentando la imaginación de cineastas, productores y guionistas

Fotograma de ‘Lord Jim’.

Fotograma de ‘Lord Jim’.

El escritor inglés de origen polaco Joseph Conrad (Berdyczón, actual Ucrania, 1857 / Bishopsbourne, Inglaterra, 1924), bendecido por la crítica y erigido en una figura prominente en el contexto de la literatura europea de la primera mitad del siglo XX, fue el creador de un estilo narrativo basado en su insistente curiosidad por explorar la condición humana a la luz de su inquebrantable pasión por el mar, los viajes y la aventura. Y murió, hace ahora un siglo, sin conocer la enorme influencia que décadas más tarde ejercerían muchas de sus novelas en la evolución del lenguaje cinematográfico y en la consiguiente divulgación de su obra por todo el mundo.

Solo un año después de su deceso, el autor de La historia de un pecado ya sería objeto de su primera adaptación cinematográfica bajo la dirección del cineasta californiano Victor Fleming, responsable de megaespectáculos del calado popular de Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939) o El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939) cuando, por encargo de la Paramount, dirige en 1925, en plena fase terminal del cine mudo, "una excelente y vibrante adaptación de Lord Jim", la legendaria novela que situó a Conrad entre la elite literaria del momento, partiendo de un "profundo y milimétrico guion de George C. Hull y John Russell", acompañado por un elenco integrado por algunos de los grandes intérpretes a sueldo de la Paramount, como Percy Marmont, en el papel central, junto a Shirley Mason y Noah Beery.

Aunque inédita en nuestro país, su calidad ha quedado sobradamente acreditada por la crítica estadounidense gracias, en gran medida, al encomiable trabajo de dirección realizado por Fleming, un avezado pionero del séptimo arte "que entendió maravillosamente el espíritu de Conrad y, sobre todo, que supo emplear el correlato visual y narrativo que precisaba una obra literaria de esas dimensiones".

Cuarenta años después, Robert Aldrich, a quien le avalan títulos legendarios como Los profesionales (The Professionals, 1966), o La gata sobre el tejado de zinc (Cat on a Hot Tin Roof, 1958), escribe y dirige una nueva adaptación de aquella mítica novela con el actor británico Peter O’Toole como Jim, el atormentado héroe al que dio vida Percy Marmont en la versión primitiva, acompañado por un plantel de secundarios de gran renombre, encabezados por James Mason, Curd Jurgens, Eli Wallach, Jack Hawkins y Paul Lucas.

La película, como la del viejo Fleming, cuenta la historia de un oficial de la marina mercante que navega en el Patna, un barco que transporta peregrinos musulmanes. Durante una fuerte tormenta, y con la embarcación a punto de zozobrar, Jim y el resto de la tripulación huyen del barco abandonando a los pasajeros. Pero, desgraciadamente, cuando llegan a la costa descubren que el Patna ha sido rescatado. Comienza entonces una incesante lucha por el poder donde se pondrá a prueba la perseverancia y la nobleza que animan al aguerrido oficial por reconquistar la libertad perdida.

Nostromo, otro de los libros más valorados de Conrad, también fue llevado a la pantalla, aunque esta vez sin el éxito obtenido por Lord Jim un año antes. En este caso, la adaptación correría a cargo del especialista en cine fantástico Rowland V. Lee y amparada por el poderoso paraguas de la Fox con George O’Brien en el papel del protagonista central.

El mismísimo Hitchcock tampoco se libraría de la tentación de sumergirse en las turbias aguas del universo conradiano con su película Sabotaje (Sabotage, 1936), inspirada en The Secret Agent, novela que también serviría de base argumental a El agente secreto (The Secret Agent, 1996), otra versión dirigida por el también británico Christopher Hampton con Bob Hopkins, Patricia Arquette y Gerard Depardieu, mientras que el mago del suspense reuniría en la suya a Silvia Sidney, Oskar Homolka y Desmond Tester, logrando elevar la tónica dramática del texto original a una nueva e inquietante dimensión.

En cualquier caso, la producción cinematográfica que mejor ha reflejado el perfil ideológico de Conrad lleva la firma de uno de los maestros incuestionables del cine moderno: la del director y productor italoamericano Francis Ford Coppola. Partiendo de una interpretación muy personal de El corazón de las tinieblas, la obra más icónica del escritor, Coppola escribe, produce y dirige Apocalipsis now (Apocalypse Now, 1979), su personal visión del conflicto vietnamita con la participación estelar de Marlon Brando representando la encarnación más despótica del totalitarismo en un mundo desprovisto de cualquier atisbo de moralidad; una obra cargada de innumerables méritos artísticos y políticos que ocupa un lugar privilegiado en la historia grande del cine.

En los inicios de su densa e irregular carrera, el cineasta británico Ridley Scott también participó de la poderosa herencia literaria de Conrad dirigiendo Los duelistas (The Duelists, 1976), a partir de un guion de Gerald Vaughan-Hughes e inspirado en la novela El duelo. Paraíso peligroso (Dangerous Paradise, 1930), de William Wellman, y Victory (1940), de John Cromwell, se inspiraron igualmente en una misma novela de Conrad, aunque las escasas referencias que tenemos de eambas las sitúan en un terreno nada proclive al elogio.

Antes que Coppola, el gran Carol Reed adaptaría, con indiscutible rigor e inteligencia, El corazón de las tinieblas en Desterrado de las islas (Outcast of the Islands, 1952), aunque sin alcanzar las cotas de maestría del autor de El Padrino (The Godfather, 1972). La directora belga Chantal Akermann, autora, según el último sondeo de la revista Sight and Sound, de la película más valorada de la historia del cine, también se acercó al escritor británico llevando a la pantalla una original adaptación de La locura de Almayer en su filme homónimo La folie Almayer (2011), sin que ésta, inexplicablemente, trascendiera más allá del estricto contexto nacional.

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