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Tendencias para 2024

Lo público y lo privado deben unirse en Canarias para hacer frente a los próximos cambios climáticos y sociales

Patio restaurado del Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, de Maribel Correa.

Patio restaurado del Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, de Maribel Correa.

En general, en 2024, veremos en el arte visual de la arquitectura un compromiso fuerte con materiales sostenibles, diseños energéticamente eficientes y prácticas de construcción ecológicas. Los edificios incorporarán más techos verdes, paneles solares, sistemas de recolección de agua de lluvia y estrategias pasivas de calefacción y refrigeración.

Lo que a nuestro modo de ver en lugares del mundo como las Islas Canarias y la insularidad en general es insuficiente. Para incrementar realmente las posibilidades de las Islas Canarias para adaptarse y soportar bien los desastres climáticos y sociales que están por venir, la adaptación ha de hacerse a lo grande, como han sucedido siempre los cambios importantes en la historia. Para eso hace falta lo público y lo privado. La Potestas y la Auctoritas que dirían en la antigua Roma. La potestas era el poder legal que correspondía a las distintas funciones de los cargos políticos. También existía la auctoritas, una especie de autoridad social intangible ligada a la reputación y el estatus de determinadas personas sin necesidad de ocupar ningún cargo oficial.

Líderes reales

Sean públicos o privados, son aquellos que generan cambios. En arquitectura también necesitamos líderes reales en Canarias, altruistas y preparados para la acción en breve, si no queremos pasar de la opción del actual «bienestar social», trenzado por los pelos, a una Canarias que se adapte de verdad a la realidad de los cambios que ya están llegando y a los desastres (climáticos, y por tanto económicos) que están por venir.

Líderes altruistas

Personas que piensen en el territorio y en los peligros que afrontan las Islas con su insularidad y condiciones de biodiversidad únicas y especiales.

Este tipo de lideres han existido en muchas etapas de la historia, son esas personas que elevan a otro nivel la conciencia de todos y nos transmiten con el ejemplo que se puede soñar en grande. Como hizo por ejemplo Ana Oramas con el Cabildo para llevar a la Ciudad de la Laguna a ser Patrimonio de la Humanidad, o como hizo Pascual Maragall antes de que Barcelona asumiera la mayor ilusión de toda la democracia en nuestro país en aquel momento: las Olimpiadas de 1992, o como César Manrique con Pepín Rodríguez, apoyándole desde el Cabildo lanzaroteño que logró cambiar la conciencia de la población hasta conseguir que cada ciudadano de Lanzarote se sienta responsable de su isla. Ahí está una de las grandes claves, hay que hacerse responsable y actuar. Cada uno de nosotros somos solo una persona, no lo podemos hacer todo, pero podemos hacer algo. Y este artículo es una llamada a la acción pública y privada.

El mundo de la arquitectura, como todos los mundos hoy en día, está lleno de incoherencias, como lo estuvo en el pasado. Pero en ese pasado no tan lejano, ante las incoherencias, siempre ha existido un grupo pequeño de líderes dispuestos a hacer algo al respecto, y a elevar el nivel de consciencia (hay que subir el estándar, y esto sí es posible hacerlo realidad y todos podemos hacer algo). Hacen falta, por otro lado, ganas de elevar el nivel de responsabilidad, las ganas de progresar. También es fundamental que los líderes aumenten el nivel de confianza (no el miedo) porque con miedo no cambia nada y sin miedo todo se puede cambiar.

¿Por qué los líderes públicos, los políticos (con potestas), en lugar de confiar en el sector privado sienten tanta desconfianza?, ¿por qué nuestros políticos no confían en nosotros, los ciudadanos, esa gran parte de lo que hay que hacer y para la que ellos no tienen los mimbres ni los talentos adecuados por retrasos burocráticos, y de todo tipo, de la Administración?

Si no confiamos los unos en los otros caeremos en la decadencia de Grecia o Italia más pronto que tarde, y no creo que a las Islas Canarias eso les convenga lo más mínimo.

Todo eso resumido en arquitectura requiere pocas palabras que son tendencias para el año nuevo: apostar por la arquitectura contemporánea, segura y de calidad, y rehabilitar, nunca demoler, lo que se puede salvar, valorar la arquitectura que resiste, la arquitectura que es segura, la que va a poder sortear los desastres que están por venir (y desgraciadamente, tarde o temprano, vendrán).

Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en arquitectura.Investigadora de la Universidad Europea

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