Un ejemplo de mal concurso de arquitectura
El pliego de la Universidad Juan Carlos I para la redacción y ejecución de un polideportivo cubierto vulnera la ley de contratos del sector público

Grandes vanos, en el pabellón de gimnasia rítmica Ana Bautista de Santa Cruz de Tenerife.
La Universidad Rey Juan Carlos, fundada en 1996, es la más nueva de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid. En su página web dice que sus objetivos son «impulsar proyectos de cooperación activa con empresas e instituciones científicas y culturales, puesto que uno de sus objetivos prioritarios es ser permeable al entorno social y productivo. Todo ello buscando la excelencia académica (…)».
La realidad es distinta pues ha convocado un concurso que supone un claro desprecio por la profesión de la arquitectura, y una falta total de búsqueda de la excelencia en la arquitectura de sus edificios, lo contrario al ejemplo que la institución académica debe dar. Hablamos del concurso para la redacción de proyecto básico y de ejecución, así como la ejecución de las obras de un espacio polideportivo cubierto para su Campus de Fuenlabrada. En los pliegos de dicho concurso se vulnera de manera burda y peligrosa la ley de contratos del sector público de 2017.
De la lectura de los pliegos uno llega a la conclusión de que no solo incumplen la ley sino que aparecen escritos de una manera tan defectuosa y penosa que parece imposible que ningún técnico de la universidad pretenda saltarse así, a la torera, la mencionada ley, y todas las normas éticas de respeto a la profesión creativa y técnica de los arquitectos.
En el pliego de cláusulas administrativas se establece que «dadas las especificaciones marcadas por el Decanato de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte y Estudios Interdisciplinares, se requiere una edificación que pueda disponer de una estructura de grandes luces con el fin de albergar en su interior las pistas polideportivas». Y que «el carácter espacial, estructural y metodología proyectual del edificio condiciona el diseño de la estructura que exige una construcción prefabricada e industrializada», así como «la modulación y el material elegido para salvar la luz necesaria para cubrir las pistas implicará una solución técnica constructiva específica para su envolvente, lo que determinará la modulación, diseño y prefabricación de cubierta y fachada». Y que por lo anterior tienen que hacer al mismo tiempo un concurso de proyecto y obras.
Los concursos que licitan tanto la redacción del proyecto como la obra son recogidos por la Ley de 2017 pero solo para casos muy excepcionales, y cubrir un polideportivo con grandes vanos no solo no es excepcional sino que es una de las obras en las que más entrenamiento tienen cientos de arquitectos españoles pues no hay pueblo en España que no tenga un polideportivo cubierto.
Es decir, una cubierta de grandes luces o vanos para cubrir un polideportivo es la cosa más simple de diseñar que se pueda encontrar un arquitecto con cierta solvencia técnica y profesional. Lo cual está sobradamente demostrado en cientos de polideportivos que han sido construidos en nuestro país, han ganado premios muchos de ellos, han demostrado su atemporalidad y versatilidad en el tiempo y prueban que no es en absoluto excepcional el diseño de un polideportivo por muy grande que sea.
Por citar algunos ejemplos hablemos de tres pero sin olvidar que podríamos hablar de cientos: un ejemplo es el polideportivo de Altza que el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro consideró como merecedor de premio. O el Centro deportivo de Langreo en Langreo Asturias, y ya, aquí en Canarias, podemos citar el Pabellón de Gimnasia rítmica Ana Bautista de Santa Cruz de Tenerife. Los tres tienen grandes vanos, grandes luces y han sido reconocidos, publicados y probados, demostrando que los arquitectos son perfectamente capaces de diseñar todo lo necesario.
¿Es el peor concurso? No
Los concursos de arquitectura de Aena son incluso más abusivos pero están —digamos— hilados mejor jurídicamente y son más difíciles de recurrir, aunque desde luego si de mi dependiera el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, la entidad aeroportuaria y sus malos concursos estaría en el foco de los problemas a resolver.
Recurso
Este concurso de la Universidad afectará al colectivo de arquitectos de manera determinante si no es recurrido por el Colegio de Arquitectos de Madrid pues si la profesión como colectivo (y el colectivo está representado por sus colegios profesionales) deja pasar un concurso como este sin reivindicar los derechos de la profesión arquitectónica, ya no se podrán quejar si en el futuro la profesión sigue cayendo cada vez más abajo en la consideración que los poderes públicos licitadores tienen de la misma últimamente.
Ganar un concurso de arquitectura nunca ha sido tarea fácil y menos lo va a ser ahora. Existen estudios muy buenos que, además, son especialistas en la ejecución y presentación de los mismos. Muchos arquitectos ya han desarrollado incluso un auténtico instinto para saber qué bases huelen a podrido. Pero esto es más grave, unir la redacción del proyecto a la obra es vender la búsqueda de la gran calidad, obligatoria por la ley de 2017, al mejor postor y eso sí que es reducir el valor de la arquitectura a mínimos para dar más valor a lo económico, que es otra prohibición expresa de la ley de 2017, que defiende los servicios de contenido intelectual, entre ellos los servicios de arquitectura, al crear unos criterios de adjudicación contrarios a la ley, desde su preámbulo hasta todos aquellos artículos que unen contenido intelectual con servicios de arquitectura, y son también contrarios también a la nueva Ley de la Arquitectura Española.
Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea
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