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Entrevista

Josema Yuste: "No hay mejor ‘lexatin’ que reírte o hacer ejercicio"

Pasará a la Historia por escribir en primera persona las páginas del humor en España, gracias a Martes y Trece

Se siente libre para hacer humor

Josema Yuste en una escena de 'El aguafiestas'. Sergio Lacedonia

Josema Yuste está de gira con 'El aguafiestas', un texto del francés Francis Veber. En ella el actor y cómico da vida a un asesino a sueldo con la misión de cometer un crimen desde la ventana de su hotel. Un inoportuno y molesto vendedor de juguetes sexuales (Santiago Urrialde) se distraerá de su misión. Carcajadas aseguradas.

 

¿Cómo es 'El aguafiestas'?

Es la segunda vez que estamos en València con esta comedia y ahora está más hecha y consolidada. Lo bueno del teatro es que vas perfeccionando y haciendo la obra más divertida. En esta ocasión, la obra está en el momento justo, ideal de dulce para el público.

 

En la trama encontramos un asesino a sueldo, su personaje, que debe matar a una persona desde su habitación de un hotel, pero su vecino de habitación (Urrialde) se lo pone difícil….

La trama sucede en dos habitaciones de hotel unidas por una puerta. En una hay un asesino con un cometido y en la otra un señor que va vender sus productos, en este caso juguetes sexuales de baja calidad, a un sex shop de la ciudad; este hombre acaba de ser abandonado por su mujer, entra en depresión y se quiere suicidar en la habitación del hotel. A partir de ahí nace la comedia, con momentos surrealistas y muy divertida. 

¿Quiénes serían los aguafiestas de la vida real?

El pesimista por naturaleza, el que todo lo ve negro. Es más bien el ‘aguavidas’, el que se quiere ir siempre de la fiesta, el que dice que se aburre.

Además de protagonista es el responsable de esta versión. Vuelve a un texto de Francis Veber tras 'La cena de los idiotas'. ¿Qué tiene este autor para que tanto le seduzca?

Me gustan sus comedias. Tienen un planeamiento muy inteligente, personajes que generalmente son perdedores y que funcionan muy bien en la comedia. Me gusta su humor sutil que traslado y lo adapto a nuestra idiosincrasia y aprieto un poco las tuercas. Aunque me gusta la sonrisa en el público, me encanta la carcajada y creo que son compatibles y necesarias.

Habla de personajes perdedores. ¿El público se siente identificados con ellos, les genera ternura o ambas?

El perdedor suele generar ternura y compasión. Siempre hay público en un partido de tenis que va con el perdedor. Aquí pasa igual. A mí, en particular, no me gusta ponerme etiquetas de ganador o perdedor. Yo hago comedia y elijo el personaje. Podía haber elegido al perdedor porque la producción es nuestra y, sin embargo, elegí hacer de malo, del villano, pero también le hago un traje a medida para que tenga gracia. Me gusta hacer de todo tipo de personaje, también me gusta hacer de villano.

Lleva toda la vida haciendo reír. Hoy en día hay ‘gags’ de los 80 que sería impensable reproducir. ¿Cualquier tiempo pasado en el humor fue mejor?

Son diferentes estilos y formas de hacer humor. Al final todos nos encontramos en un punto, todos los caminos llevan a Roma. Hay una serie de códigos con los que todo el mundo se va a reír siempre. Hay monologuistas más intelectuales o cómicos más tradicionales que pasan por ese punto antes o después. Por ejemplo, abres una puerta y se te cae un cubo de agua y la gente ser reirá siempre.

Hoy en día, ¿hay algún tema con el que no se atrevería a bromear?

Sí, hay que tener respeto por muchas cosas. Dentro de tú mismo marcarte tu línea roja puedes, no sobrepasarla, pero sí quedarte cerca. Se puede hacer humor de todo, pero hay ciertos temas, como la religión, con los que hay que tener un poquito más de cuidado. En la vida hay tantas cosas que no ofenden y que puedes hacer reír que tienes donde elegir.

Sí, pero las redes sociales son el reino de ofendidos.

A mí las redes sociales me la traen al pairo, por ser fino. Soy libre en un país democrático; se supone que democrático porque cada vez lo parece menos y en ese sentido hago lo que quiero. Trato de no ofender y si lo hago pido disculpas. Mi idea es no ofender a nadie, pero estaría bueno que no pudiera hacer humor de nada, estaría en una dictadura. 

Cuando baja del escenario, ¿sigue siendo un tipo igual de divertido?

No, me relajo. Dejo toda mi energía y posible talento para el escenario. Eso no significa que sea una seta (ríe). Soy un tipo normal, no hago chascarrillos 24 horas al día. Sería agotador. Tengo que dejar eso para la función.

Si le diera por cambiar de registro, ¿en qué género le veríamos?

Es difícil de decir. Estoy tan a gusto en lo que hago, me siento tan feliz y realizado que no creo que cambie de registro. Dentro del humor hay momentos en los que puedes demostrar que eres buen actor porque hay situaciones de ternura e, incluso, de un poco de lagrimita. No me gustan las comedias en las que estás haciendo siempre el payaso. Mi personaje tiene gracia, pero otros momentos en los que dices ‘uf, da un poco de miedo’, pasa por muchos registros. Y cuando pasa por la frialdad el público no se ríe.

El humor es la puerta de muchas emociones.

Absolutamente. El humor es la mejor medicina para la mente que existe. Siempre he dicho que no hay mejor ‘lexatin’ que reírte o hacer ejercicio. Son las dos cosas que más me han ilusionado en la vida. Me dan un enorme placer.

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