Espectáculo musical

Una noche para Elfidio

Los Sabandeños coronan el Teatro Leal con 'Elfidio', su espectáculo más personal

Besay Pérez, entre Elfidio Alonso hijo y Juan Díaz.

Besay Pérez, entre Elfidio Alonso hijo y Juan Díaz. / Raúl Guadarrama

Pablo Gutiérrez

El pasado día 8 de junio fue la fecha elegida por Los Sabandeños para presentar al público su último espectáculo, ‘Elfidio’, una oda a la trayectoria y la vida de su fundador. El Teatro Leal se convirtió durante tres noches en la casa de este grupo lagunero, que ha llevado el folclore canario a lo más alto de la proyección internacional. 

Con el corazón de Israel Espino por batuta en lo musical y bajo la supervisión artística de Mario Vega y Luis O’Malley, el espectáculo ‘Elfidio’ se convierte en el merecido reconocimiento al artista homónimo. Hace casi sesenta años, Elfidio Alonso Quintero quiso hacer de la música canaria una seña de identidad y ha logrado un legado de amigos y artistas que no se perdieron la oportunidad de acompañarlo. 

Con una escenografía que transportaba a Punta del Hidalgo y con los primeros versos de ‘El pescador de morenas’, el grupo empezaba a ocupar el escenario evocando esos encuentros alrededor de un timple y una botella de vino. Precioso guiño a su etapa periodística, cuando integran el sonido de las teclas de su máquina de escribir dentro de la melodía. O cuando se destaca su pasión por la poesía y la narrativa más allá de nuestras fronteras con sus arcones de libros

‘Elfidio’ envuelve con su particular manta esperancera durante casi dos horas al público en una mezcla de música, testimonios y emociones. El libreto del espectáculo es una selección de las obras compuestas por Elfidio a lo largo de su carrera, en el que no faltan isas, folías y algún conocido pasodoble. Recae sobre Alicia Ramos y Carmen Hernández la interpretación de los textos y el hilo conductor de la historia. Sorprenden con fragmentos audiovisuales en los que amigos como José Manuel Ramos, Cosme Armas o Ancor del Pino revelaron el lado más personal del compositor.

Si bien la potencia de Gustavo Rodríguez, el manejo de las chácaras de Antonio Hernández o las intervenciones de Juan Díaz elevan el espectáculo, hay dos momentos que permanecen en la memoria: las maravillosas dinámicas de Javier Hernández y el corazón de Besay Pérez en las ‘Malagueñas a la madre’. La emoción se hizo presente en el escenario mostrando la verdad de un cariño que no necesita interpretación.