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La escultura como viaje temporal

El Museo de Bellas Artes inaugura una muestra que repasa algunas de las piezas que acompañan a la historia de la capital

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Imágenes de la exposición ‘La otra escultura pública de Santa Cruz de Tenerife. La colección del Museo de Bellas Artes’. Andrés Gutiérrez

La riqueza de la escultura en Santa Cruz de Tenerife protagoniza la nueva exposición en el Museo Municipal de Bellas Artes, que se podrá visitar hasta el próximo 30 de junio. La celebración del Año Internacional de la Escultura y el 50º aniversario de la I Exposición Internacional de Escultura en la Calle son la excusa perfecta para visitar La otra escultura pública de Santa Cruz de Tenerife. La colección del Museo de Bellas Artes, que pone en valor los fondos propios del espacio cultural chicharrero y que está comisariada por Germán F. Rodríguez Cabrera y coordinada por Vicky Pérez Rodríguez.

La escultura como viaje temporal

La muestra realiza un recorrido por los primeros ejemplos ornamentales colocados en la vía pública y conduce al visitante hasta una muestra de las esculturas de autores insulares del siglo XX que posee el Museo de Bellas Artes. Poner en valor los fondos que «atesoran parte de los orígenes de la escultura en la calle» ha sido el objetivo de los organizadores de esta exposición. Precisamente Germán Rodríguez explica que «la relación de Santa Cruz con la escultura no es algo que surja en la década de 1970 con la exposición internacional sino que se remonta al siglo XVIII».

La escultura como viaje temporal

Así, el boom demográfico, social y político que convierte a este núcleo poblacional en el puerto de referencia de la Isla y comienza a posicionarla como capital de la misma, provocó un desarrollo del mecenazgo de la clase burguesa, que apuesta por embellecer las calles de la ciudad a través de obras de arte. Es el caso, por ejemplo, de Bartolomé Antonio Méndez Montañés, quien regaló a la ciudad dos monumentos escultóricos, el Triunfo de la Candelaria y la Cruz de mármol. Ahora, esta muestra del Museo de Bellas Artes rescata tres de los cuatro ángeles que formaban parte de la peana original de esta pieza.

Estas obras de estilo barroco dedicadas al invierno, el otoño y la primavera se exponen tras haber sido sometidas a un trabajo de limpieza y consolidación por parte del restaurador Rubén Sánchez que permite comprobar cómo les ha afectado el paso del tiempo al mismo tiempo que pone de manifiesto «la poca sensibilidad hacia el arte o los bienes públicos» que se ha venido repitiendo a lo largo de toda la historia.

La segunda parada de esta exposición se centra en las tres esculturas de la Casa Lugo-Viña, en la que nació Teobaldo Power. Se trata de bustos neoclásicos realizados por el escultor italiano residente en Santa Cruz Angelo Cherubini. Estas piezas se dieron por perdidas durante mucho tiempo y fueron recuperadas en la década de 1960, cuando se entregaron al Ayuntamiento de la capital, que las expuso en el Parque García Sanabria, «donde sufrieron todo tipo de actos vandálicos», lamenta Germán Rodríguez, quien añade que, a pesar de las fracturas que presentan, «siguen siendo referencias estilísticas del municipio». Al igual que las esculturas que formaron parte de la exposición internacional fueron novedosas el pasado siglo, «todas estas piezas también fueron novedosas en su tiempo, y suponen el sustrato para aquella exposición de la que ahora se cumple medio siglo», reflexiona el comisario.

Todas estas piezas forman parte de los fondos del museo y algunas de ellas jamás se habían expuesto. El objetivo es, por tanto, «poner en valor las esculturas que estaban en los depósitos para mostrar la riqueza que tiene el museo». Y esa misión se ve reflejada en la última de las salas de esta exposición, dedicada a la escultura más reciente.

En una primera parte se muestran algunas de las piezas cedidas al Ayuntamiento chicharrero por parte de Guzmán José Compañ. Se trata de bocetos para futuros monumentos que no siempre llegaron a hacerse realidad. Pero el comisario de la muestra destaca la importancia de este artista que es el autor de las esculturas que se encuentran en el Templo Masónico, así como de las imágenes de Viera y Clavijo, José Murphy, Tomás de Iriarte o Imeldo Serís. También se muestran escayolas de monumentos que sí se pueden ver hoy en día en las calles canarias, como es el caso del busto de Pedro García Cabrera, ubicado en Vallehermoso, o las esculturas del obispo Pérez Cáceres, en Güímar, y de Teobaldo Power, en Santa Cruz. «Lo importante de contar con estos bocetos es que se puede apreciar la huella del autor, los lugares en los que se entretuvo poniendo detalles, por ejemplo», expresa el comisario.

Por último, el visitante podrá descubrir una selección de los fondos más recientes del museo, piezas que, aunque no han sido concebidas para mostrarse en la vía pública, poseen destellos de monumentalidad y, lo que es más importante, «apuntalan las obras que se encuentran expuestas en nuestras calles». El público puede así pasear por el regionalismo de la obra de Alonso Reyes, las piezas en madera de naranjo de Plácido Fleitas, así como ejemplos de Santiago Vargas o María Belén Morales.

Una apuesta por la escultura y un ejercicio de honradez. Esas son las dos premisas de esta exposición que muestra unos fondos que, aunque puede que no se encuentren en el mejor de los estados, sí destacan por su extrema riqueza y diversidad, y que son un reflejo del extenso patrimonio cultural de la capital.

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