Los gigantes de Horacio Czertok

El dramaturgo argentino-italiano sube a las tablas del Teatro Leal ‘Contra gigantes’, una propuesta con la que repasa los secretos de la obra de Cervantes para el alumnado isleño

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Una clase llevada al teatro. Eso fue lo que ofreció el dramaturgo, director y actor de teatro argentino-italiano Horacio Czertok, quien ofreció a los alumnos de cinco institutos tinerfeños una lección magistral sobre El Quijote y sus más temibles gigantes. Contra gigantes es el nombre de la original propuesta que llevó a las tablas del Teatro Leal de La Laguna dentro del proyecto Ínsula Escénica, la primera edición de un programa puesto en marcha por la compañía tinerfeña Hojarasca, de Laboratorio Escénico, y que busca acercar la literatura y el teatro al alumnado de Bachillerato.

En las dos funciones que se sucedieron en horario de mañana, Czertok destripó los secretos del «libro por excelencia», El Quijote de Miguel de Cervantes, una historia «en la que no sale un solo gigante, puesto que está escrita en clave», avanzó misterioso el dramaturgo de origen argentino, con una historia personal casi tan apasionante como la del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Un repaso por los grandes gigantes de la vida de Miguel de Cervantes. Ese fue el desafío planteado por Horacio Czertok, quien enumeró hasta 40 conflictos a los que debe enfrentarse el protagonista a lo largo del libro. 

Y el primero de esos grandes gigantes fue la indiferencia. «Hay que estar muy loco para enfrentarse a la visión adversa», explicó el protagonista de esta propuesta quien reflexionó que entonces, cuando se escribió este libro, «como ahora, parece que nada nos importa, pero enfrentarnos a la indiferencia tiene un precio», alertó y no dudó en solicitar a uno de los alumnos que formaba parte del público a investirlo caballero, tal y como sucede en el libro de Cervantes con su protagonista.

La tiranía fue el segundo de los gigantes a los que hubo que plantar cara. Una tiranía que ejercía en tiempos del Quijote la monarquía y la Iglesia «fanática». Y a continuación llegó el turno de la explotación a través del pasaje en el que el hidalgo ha de enfrentarse a un maltratador que tiene atado a un niño a un árbol mientras le da latigazos. «Es la forma más vil de abuso, el de menores», denunció e hiló con otro de los gigantes de la historia, el de la violencia, «la gratuita e inaudita», aquella que «siempre está al acecho».

El gigante la ignorancia es otro que toca bien cerca a Czertok ya que en El Quijote se representa a través de la quema de libros, «tal y como sucedió en dictaduras como la argentina», que él mismo sufrió:«Es un gigante que casi ni vemos pero que ha matado mucho a lo largo de la historia». Los molinos son, quizás, los gigantes más conocidos de la trama y que, explicó Czertok, hacen referencia a la diáspora de los campesinos manchegos hacia las ciudades ante la falta de trabajo. La injusticia y el feminicidio fueron los dos últimos gigantes contra los que se luchó en el Teatro Leal gracias a esta clase magistral que no fue otra cosa que un canto de amor por las letras –como una celebración más con motivo del Día del Libro– y el teatro.

«El teatro es el arte del encuentro», celebró Czertok quien animó a los alumnos a emplear su imaginación para dar forma en el escenario al campo manchego. «Si creemos, estamos. Eso es el teatro», aseveró el dramaturgo quien, ataviado únicamente con una toga y un cepillo de barrer, hizo creer a todo el público que se enfrentaba a los más temidos gigantes: «Podemos ser quienes queramos ser, aunque eso nos cueste palos», expresó el dramaturgo, quien concluyó que «puede parecer una locura, pero eso también es bello».

Horacio Czertok abandonó su país por la represión. Aquello casi lo obliga a dejar también su pasión, el teatro, pero este no le ha dejado: «Sigo adelante porque el público quiere».

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A lo largo de su vida, tras tantos sucesos vividos, ¿ha pensado en alguna ocasión en abandonar el teatro?

Sí, alguna vez, pero el teatro no me dejó abandonarlo a él. He tenido una relación difícil con el teatro pero aquí estamos, después de tantos años. Creo que a la violencia se le responde con la cultura, con la belleza y con la poesía. Eso hizo Cervantes. Se vengó escribiendo esta novela. Por eso les digo que deben cuidar su sistema democrático, porque depende de cada uno de ustedes que no se caiga. La democracia es muy frágil.

Es increíble que todos los gigantes de los que habló Cervantes en 1600 sigan aún vigentes.

Sí, totalmente. He estudiado muchas veces esta novela y siempre me pareció que había algo más. Es por eso que en la década de 1990 creamos un espectáculo de calle sobre la novela. Cuando ese espectáculo se paró, me puse a trabajar en esta propuesta más personal, para sacar un contenido más sutil, aquellas visiones que parecían no tan claras en una primera lectura. Sobre todo porque muchos se dejan influir por las revisiones de los grandes pensadores. Yo descubrí que ellos han leído otra novela, no la que yo leí.

¿Cuál fue su primer acercamiento al libro y por qué decidió analizarlo tan a fondo?

Lo primero que me llamó la atención es por qué el molino era tan importante en esta novela. Me parecía curioso que un autor tan amplio de miras le diera tanta fiereza a un molino. Me puse a investigar y descubrí cosas sorprendentes sobre los molinos: cuándo y quién los puso en el campo manchego. Eran una novedad en la época y hay una verdad subyacente, que eran propiedad de unos explotadores y que efectivamente la despoblación del campo en aquella época proviene de ellos.

Usted ha tenido una vida difícil y apasionante al mismo tiempo. Esos gigantes que usted dice que son tan actuales, ¿también lo han acompañado a lo largo de los años?

Sí, a todos nosotros. Lo que nos pasa a cada uno no es más que lo que le sucede a todo el mundo. Si uno lee las noticias con un poco de empatía parece que las cosas nos pasan a nosotros. La guerra de Ucrania, de una u otra manera, nos sucede a cada uno de nosotros, todo depende de si nos apartamos o nos acercamos a los hechos. Creo que gran parte de la novela puede resultarnos cercana a cada uno de nosotros. Sobre todo la primera parte, en la que aborda la locura. Es una locura necesaria que le permite salirse del cauce de lo obligado, para evitar caer en la demencia. Lo que nos dice durante todo el tiempo Cervantes es que no basta con ver la injusticia, hay que poner el cuerpo y tratar de buscarle solución.

Y usted ha hecho frente a la injusticia a través del teatro.

Sí, es cierto que vivimos una extraña época porque parece que el teatro no le interesa a nadie, porque los grandes medios lo han copado todo. Pero cuando yo llego a un pueblo para mostrar mi obra en la plaza, el pueblo está ahí. Es algo entrañable y que nos constituye como personas. Ese es precisamente otro gigante del Quijote, al que engañan continuamente durante la segunda parte del libro, cuando se convierte en víctima. Entonces sufre un tormento moral y psicológico, que no es menos doloroso. El engaño es un gigante que nos tiene a atrapados.