Literatura

Cien años del nacimiento del poeta y escritor tinerfeño Rafael Arozarena

El cumpleaños del autor coincide con los 50 años de ‘Mararía’ y el 25 aniversario de su adaptación al cine

Rafael Arozarena.

Rafael Arozarena. / Pedro Peris

Almudena Cruz

Almudena Cruz

Rafael Arozarena nació en Santa Cruz de Tenerife el 4 abril de 1923. Hoy, por lo tanto, el célebre escritor, crítico, periodista, pintor y entomólogo hubiera cumplido cien años. Los caprichos de los números han hecho coincidir su centenario con el cincuentenario de la que es, sin duda, su novela más conocida: Mararía (1973). 

Pero el genio del escritor va más allá de ese libro. Considerado por méritos más que evidentes uno de los mejores de la segunda mitad del siglo XX en el Archipiélago, Mararía –con el que llegó a ser finalista del Premio Nadal– tenía todos los elementos necesarios para convertirse en un clásico. Y lo hizo. «Su aparición produjo un fuerte impacto en las Islas y se interpretó como uno de los evidentes síntomas de lo que, con intenciones ajenas a la literatura, se dio en llamar el boom de la narrativa canaria», explicaba Torres Stinga en el prólogo de la recordada novela ambientada en Femés. 

La suma de casualidades ha hecho, asimismo, que este 2023 se conmemore también el 25 aniversario de la adaptación cinematográfica de esa novela, que fue llevada a la pantalla grande por Antonio Betancor en 1998.

No obstante, Arozarena fue, por encima de todo, un poeta. En 1946 publicó Romancero canario. Le seguirá, un año más tarde, A la sombra de los cuervos. Luego llegarían Alto crecen los cardos (1959), Aprisa cantan los gallos (1964), El omnibus pintado con cerezas (1971) y Silbato de tinta amarilla (1977).

La poesía le acompañaría siempre a este amante de la naturaleza y de su tierra, que recorrió de cabo a rabo con los ojos propios de un niño ávido de conocimiento. Entre sus preocupaciones siempre estuvo mantener el contacto con una juventud que deseaba culta y formada. Fue un auténtico autodidacta y acudió con amabilidad, y siempre que le fue posible, a todos los actos a los que fue convocado. 

Rafael Arozarena tuvo muchos amigos, compañeros del mundo de la cultura que le pedían consejo y con los que compartía tertulias y reflexiones. Uno de los más especiales fue, sin duda, el también escritor tinerfeño Isaac de Vega. Juntos iniciaron la búsqueda de un camino creativo que «no supusiera caer bajo las influencias de autores y de obras que seguían los trillados esquemas del realismo», tal y como rememoró Juan José Delgado en la edición de Fetasa que CajaCanarias publicó en 2006. Corría la década de los sesenta del pasado siglo y este irrepetible dúo creativo y vital gestó el grupo fetasiano, al que luego se unirían Antonio Bermejo y José Antonio Padrón

Tanto la obra poética como la narrativa de Arozarena están, aún hoy, por descubrir. Al menos para el gran público. Más allá de Mararía, su pluma legó obras de la talla de Cerveza de grano rojo o Los ciegos de la media luna. Esta última novela será la protagonista de un libro-fórum organizado por la Fundación CajaCanarias el próximo día 18.

Tampoco dejó nunca de escribir poesía. La publicación por parte de Ediciones Idea, el pasado año 2022, de su último poemario –Poliedros del mar– puede considerarse el primero de los actos de homenaje del centenario del escritor. Creó, además, numerosos cuentos y relatos para jóvenes como la novela La garza y la violeta.

Antes de fallecer, el 30 de septiembre de 2009 a los 86 años, Arozarena se ocupó de dejar terminada la que sería su novela póstuma: El señor de Faldas Verdes. Tras dar a conocer en Mararía el pueblo conejero de Femés, la mente del escritor viajó décadas después hacia el otro extremo del Archipiélago, a El Hierro, para situar la acción en Sabinosa. 

El señor de Faldas Verdes también se presentó al público un 4 de abril, coincidiendo con su fecha de cumpleaños. En aquella ocasión –en 2018– el autor hubiera cumplido 95 años. Había pasado ya una década desde su fallecimiento y el acto venía a culminar el deseo de Arozarena de cerrar su trilogía. En ella Mararía sería el fuego, Cerveza de grano rojo el mar fecundo y El señor de Faldas Verdes la sublimación de la belleza.

Las creaciones del tinerfeño han sido traducidas, entre otros, al alemán, al rumano y al italiano. En 1988 fue reconocido con el Premio Canarias de Literatura y en 2000 ingresó en la Academia Canaria de La Lengua.

Dotado de una voz propia, única e irrepetible, Arozarena bien merece ser descubierto –y redescubierto– en todas sus facetas. Hoy, día de su cumpleaños, quizás sea ese el mejor regalo que los Canarios pueden hacer en recuerdo de uno de los grandes autores que ha dado el Archipiélago.