Literatura

Canarias defiende a ‘Matilda’

Los editores del Archipiélago se unen a las voces en contra de la adaptación «políticamente correcta» de las obras de Roald Dahl

Parte de una portada de 'Matilda' editado por Santillana.

Parte de una portada de 'Matilda' editado por Santillana. / El Día

Almudena Cruz

Almudena Cruz

La decisión de la editorial Puffin de reescribir las partes «ofensivas» de los libros de Roald Dahl, autor de clásicos como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate, ha levantado ampollas entre los editores canarios. Este mismo sábado, la editorial británica dio marcha atrás. Junto a las revisadas, seguirá editando las versiones originales.

Los libros de Roald Dahl (1916-1990) están siendo retocados. La editorial Puffin y la Roald Dahl Story Company (RDSC) –adquirida por Netflix hace dos años– han decidido reescribir clásicos como Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda para «eliminar el lenguaje potencialmente ofensivo».

Las reacciones no se han hecho esperar. Santillana, que tiene los derechos en castellano de los libros de Dahl y lleva más de 40 años publicando sus historias, anunció esta semana que no modificará sus textos. «Siempre hemos defendido la literatura infantil y juvenil y publicado libros sin atender ningún tipo de censura, con independencia de las modas y circunstancias del momento. Editamos libros sin complejos, atemporales, que no subestiman al lector. Nos enorgullecemos de ello porque el oficio de editor solo se puede entender desde el respeto a los lectores y autores, y desde la honradez con las historias que nos confían y decidimos publicar. Ya hemos transmitido, por lo tanto, a sus agentes que no vamos a adaptar los libros de Roald Dahl».

¿Pero cuáles han sido esos cambios? Las modificaciones incluyen la supresión de términos incómodos como «fea» o «gorda» y se han añadido, también, algunos pasajes. Llama la atención que ahora Matilda, por ejemplo, ya no lea a Joseph Conrad y Rudyard Kipling. Estos autores han sido sustituidos por Jane Austen y John Steinbeck.

Las editoriales canarias se unen al sentir de Santillana y la francesa Gallimard, que también ha mostrado su indignación ante lo que consideran una censura. El Archipiélago defiende a la genial Matilda. Consideran que la revisión priva a las nuevas generaciones de leer estos clásicos tal y como fueron concebidos por el autor.Revisar textos del pasado con ojos del presente, insisten, es absurdo.Para los editores de las Islas, el camino emprendido con los libros de Dahl es una senda «muy peligrosa».

Diego Pun Ediciones. El profesor y escritor Ernesto Rodríguez Abad es, junto a Cayetano Cordovés, el responsable de Diego Pun Ediciones, especializada precisamente en literatura infantil y juvenil. «Hay que respetar las obras literarias», asegura. «No se le puede robar el derecho a las niñas y a los niños de leer los clásicos tal y como se escribieron», añade. Para Rodríguez Abad, literatura es sinónimo de libertad. «La lectura nunca creará a personas intolerantes. Todo lo contrario, si leemos libros con libertad nos hacemos mucho más tolerantes», insiste. El editor se confiesa «muy indignado» con lo que ha pasado con los textos de Dahl. «Esta censura me recuerda a otras épocas y ese es un camino muy peligroso».

Escritura entre las nubes. Desde la editorial tinerfeña, Elena Morales reflexiona sobre una situación que tilda de «terrible». «Pienso que hay que explicarles a los niños que son narraciones escritas hace muchas décadas y que nuestra sociedad y modos de expresarnos han cambiado». De hecho, Morales ve en este tipo de textos una oportunidad. «Leer sus relatos son una buena oportunidad para debatir, charlar, comparar y contextualizar. Y más que cambiar las palabras, o censurar algunos párrafos y expresiones, estoy a favor de publicar guías didácticas para los maestros; o ediciones anotadas, con notas a pie de página o en los márgenes. Notas que nos contextualicen el año en el que vivió el autor y por qué escribía así».

Ediciones La Palma. David Cabrera es el coordinador de Ediciones La Palma, una de las más señeras del Archipiélago. Fundada en 1989, reúne en su catálogo a autores de la talla de Constantin Cavafis, Octavio Paz o José Ángel Valente. La opinión de Cabrera es tajante: «tengo mi opinión clarísima: me parece una aberración». «Los cambios que han hecho son absolutamente ridículos. Han quitado términos como feo o gordo para no ofender a los feos y a los gordos, lo cual es aberrante. Han cambiado los autores que Roald Dahl menciona en sus libros, como Kipling, por ejemplo. No les gusta porque simboliza el imperialismo británico y lo han cambiado por Jane Austen. Me parece enfermizo. Sienta unos precedentes de censura inquisitorial, una cosa del siglo pasado». 

Mercurio Editorial. En Mercurio Editorial también reclaman respeto para «cualquier obra artística» y, sobre todo, para la libertad de los autores. «Es más, el autor o la autora es libre para escribir todo lo que quiera, incluso lo políticamente incorrecto. La literatura y arte tienen que ser perfectamente libres porque los cánones de lo políticamente correcto nos acercan más a la dictadura que a la libertad», aseguró Jorge Alberto Liria.Para el también historiador y periodista, este tipo de acciones implican restarle libertad también a los autores del presente, que deberán forzarse a ajustarse a esos cánones de lo políticamente correcto si quieren ser publicados. «Si borras y empiezas a intervenir en los libros del pasado, le estás quitando fuerza y libertad a los escritores del presente: le impones una censura». 

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