Música

"Primero nos roban el oro y ahora los Grammy Latinos"

Parte de la comunidad latina empieza a manifestar su disconformidad con la decisión de la Academia que organiza los premios musicales de celebrar su gala en España (será en Andalucía, presumiblemente en Sevilla) - Se quejan de que el espectáculo viaje al país que conquistó a sus ancestros antes siquiera de haberlo hecho a algún país latinoamericano - Resurge el eterno debate sobre la colonización cultural y el legado español en el continente

Rosalía, con el oro de los Grammy Latinos.

Rosalía, con el oro de los Grammy Latinos. / EFE

Víctor A. Gómez

"Primero nos roban el oro y ahora los Grammy", "Nunca se celebran eventos así en Latinoamérica, que es de donde proviene la mayoría del talento de estos premios", "¡Esto no es por lo que Bolívar y San Martín lucharon! ¡Primero la Copa Libertadores y ahora esto!", "La culpa es de Rosalía"... Un rápido vistazo por las cuentas de Twitter de observadores y críticos culturales latinos (como, por ejemplo, Isabelia Herrera, periodista en la influyente web musical Pitchfork) depara un rosario de comentarios, en grados diversos de irritación, contra la decisión de la Academia de los Grammy Latinos de celebrar su próxima edición en AndalucíaY sólo ha pasado un día desde que se firmara el acuerdo. 

El actual boom de la música latina, en su vertiente urbana, está dictando las reglas estéticas, musicales y culturales de la modernidad, tanto en el mainstream como en circuitos más underground. Artistas como Bad Bunny (el puertorriqueño lleva tres años consecutivos siendo al artista número 1 en el top global de Spotify), Daddy Yankee, Karol G, Rauw Alejandro y una renacida Shakira, entre muchos otros, se imponen no sólo en los streamings sino también en la conversación cultural, sin olvidarnos de creadores como Kali Uchis, Arca, La Goony Chonga o Villano Antillano, que disfrutan de cómodas posiciones en los debates de la intelligentsia. De ahí que la comunidad latina, cuya expresión musical ha sido históricamente relegada a categorías especializadas, cuando no directamente despreciada por los gatekeepers de la denominada alta cutura, se sienta ahora, con la sartén por el mango, orgullosa y celosa de que está relativamente reciente atención mayoritaria a sus manifestaciones termine en una colonización de índole cultural.

Fenómeno Rosalía

Es una discusión larga, que, en última instancia, viene del 2019, cuando el fenómeno Rosalía, aún en pañales, empezaba a despuntar, con premios de tastemakers como MTV y alrededores. El interés por una catalana que coqueteaba con ritmos del urban latino no emocionó precisamente al sector más activista de la comunidad latina, que rápidamente enarboló la expresión apropiación cultural para rechazar la inclusión de la catalana en esta categoría: "Es un caso más de racismo en la industria musical y los medios de comunicación. No dejamos de hablar de Rosalía, europea y blanca, no latina, al referirnos a música latina", protestó el crítico musical Gary Suárez.

El reciente perfil de 'Billboard' a la autora de 'Motomami' abordó la cuestión frontalmente con su víctima, que respondió con una defensa de la multiculturalidad y la interconexión cultural: "Es un tema delicado. Yo siempre intento hablar de referencias culturales que me han inspirado. Todos los artistas están influenciados por muchas culturas. Hoy, las barreras musicales, como los géneros, están tan diluid as que realmente no existen. Todas las culturas están conectadas, y eso es algo bonito y merece ser celebrado", defiende.  

El debate sobre la latinidad de artistas españoles como Rosalía depende del criterio con el que se escruta: si optamos por usar la lengua en que canta y se expresa, la cantante es latina; si el criterio es, por contra, demográfico, se trata de una mujer hispana. La comunidad latina suele identificarse con el continente americano, con la demografía, más que con el lenguaje, de ahí que, por ejemplo, una artista brasileña como Anitta esté triunfando en los círculos latin, empleando también sus ritmos y convenciones (su música no bebe precisamente de lo brasileño) sin que haya recibido ni una mínima parte de las críticas vertidas sobre Rosalía. Pero Anitta no es blanca ni europea.  

De momento, las voces en contra de la celebración de los Grammy Latinos en España son las de tuiteros más o menos anónimos pero, ¿cuánto tardará en reaccionar con desaire una figura respetada y seguida de la música latina? La rebelión es un factor cool, trendy, reporta beneficios si se guía y ejecuta sin hacer saltar demasiadas alarmas, claro. Así que, ¿veremos en noviembre, cuando tenga lugar la gala de entrega de los populares premios musicales, a algunos de los artistas invitados portar símbolos o proferir eslóganes para manifestar su desacuerdo con la colonización española? No lo descarten. En marzo del 2022, uno de los artistas latinos más respetados y críticos, Residente, publicó 'This is not America', que empezaba así: "Desde hace rato, cuando uste’ llegaron / Ya estaban las huellas de nuestros zapatos / Se robaron hasta la comida’l gato / Y todavía se están lamiendo el plato".

Galas: subastas que zanjan debates

Los Goya en Sevilla, Málaga y Valencia, los Feroz en Zaragoza... Cada vez hay más ejemplos de los viajes de galas hasta ahora centralizadas en un par de capitales. Es puro mutualismo: los organizadores de estos espectáculos (caros) se alían con gobiernos ávidos de escaparates en que mostrar los atractivos de sus tierras. El lugar de celebración de citas de este tipo se ha convertido en una especie de objeto de subasta en el que, claro, el que pone más dinero sobre la mesa suele llevarse el gato al agua. Y el dinero suele zanjar todos los debates, hasta los de colonización cultural.