EZCARAY

El 'divorcio' en una fábrica de butacas de cine que convirtió a un pueblo de La Rioja en el mayor productor nacional

La cooperativa de asientos de Ezcaray se dividió en dos ocasiones. Así, han surgido tres empresas que acumulan negocios por valor de 25,4 millones de euros anuales | Estas fábricas dan empleo al 60% de la población activa de una localidad en la que las conversaciones de trabajo se han convertido en un tema a evitar

Dos trabajadores de la cooperativa Ezcaray Seating preparan el relleno de una butaca.

Dos trabajadores de la cooperativa Ezcaray Seating preparan el relleno de una butaca. / A. A.

Ana Ayuso

La próxima vez que vaya al cine, al teatro, a un auditorio, a un congreso, a una rueda de prensa, a un palco VIP de un estadio de fútbol -si es que también tiene la oportunidad de entrar ahí-, fíjese en quién ha hecho la butaca en la que se sienta. Si es de hace unos años, igual tiene suerte y aparece un número de teléfono con prefijo 941 en la chapa. Si no, casi seguro verá la palabra Ezcaray escrita por algún lado o el logo de Ascénder, Ezcaray Seating o Euro Seating grabado en alguna parte del asiento. Estas tres empresas de un pueblo de menos de 2.200 personas de La Rioja, conocido por su estación de esquí, sus rutas de montaña, sus mantas y el restaurante doble estrella Michelin Echaurren, se han colado en las salas de espectáculos y otras colectividades de todo el mundo por los sillones en los que el público se apoya para contemplar el espectáculo.

En 1955, un total de 17 hombres con un capital individual de 100 pesetas fundaron la Sociedad Cooperativa Obrera de Ezcaray, una localidad al oeste de La Rioja. Se les concedió un crédito de otras 47.000 pesetas para que comprasen maquinaria y pusiesen en marcha su proyecto de convertirse en la principal fábrica de butacas de cine de España. Los socios ya conocían el negocio. Habían trabajado en la Sillería Segura, que cerró. Las primeras butacas de la cooperativa se fabricaron de manera artesanal con madera maciza procedente de la sierra de la Demanda, donde se encuentra este pueblo. Ahora, ese material "viene sobre todo de empresas de Navarra y del País Vasco", explica Juan Carlos Sáez, jefe de Ventas de la renovada cooperativa, que pasó a llamarse Ezcaray Internacional y que actualmente se denomina Ezcaray Seating.  

Un empleado de la cooperativa Ezcaray Seating trabaja en la fabricación de butacas.

Un empleado de la cooperativa Ezcaray Seating trabaja en la fabricación de butacas. / A. A.

Todo seguía su curso. La cooperativa estaba a punto de cumplir 40 años sobreviviendo al resto de la industria que decaía en Ezcaray. Pero, a finales del siglo pasado, en 1994, dos socios de la organización que llevaban trabajando desde los 14 años en este sector, Juan Carlos Úbeda y Gonzalo Robredo, decidieron disgregarse y fundar su propia empresa, Euro Seating, con "la muy valiosa incorporación de nuestras mujeres Valvanera García y Marta Crespo", señala Robredo, director general de la compañía. "Ellos sabrán por qué se fueron, pero quiero creer que se trataría de disidencias entre los propios socios", considera Juan Carlos Sáez.

Nadie da demasiados detalles de esta separación. Gonzalo Robredo sólo aclara que, para crear su empresa, "hipotecamos nuestras viviendas y todo cuanto teníamos, para hacer nuestros primeros moldes de inyección", y, en estos momentos, Euro Seating se ha convertido en "líder europeo y una de las mejores empresas del mundo" en el sector. De hecho, de las tres fabricantes de butacas que sobreviven en Ezcaray, después de que a partir de la crisis de la construcción cerrasen las de muebles que llevaban décadas instaladas en el pueblo, Euro Seating es la que más factura actualmente.

De acuerdo con las cuentas relativas a 2021 presentadas en el Registro Mercantil, consultadas por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, la compañía que dirigen Robredo y Úbeda ingresó durante ese ejercicio más de 11,6 millones de euros por la fabricación y comercialización de sillas y butacas. De esa cantidad, más del 80% de los ingresos provenían de transacciones en el exterior: 4,1 millones en países de la Unión Europea y otros 5,5 del resto del mundo. Destacan como mercados fuertes en los que están presentes Alemania, Kazajistán, Arabia Saudí, Sudáfrica o México, donde han instalado una sede de la empresa. En 2022, esos negocios han crecido hasta los 13,3 millones, sostiene la empresa.

Suyos son el Paris La Défense Arena, el mayor estadio cubierto de Europa; el estadio Alfredo Harp Helú, del equipo de béisbol de los Diablos Rojos (Ciudad de México), con más de 20.000 butacas, o para el nuevo San Mamés de Bilbao; el teatro Lope de Vega de la Gran Vía de Madrid, que acoge, entre otros espectáculos, el musical de El Rey León; o el teatro Campos Elíseos (Bilbao), con un sistema que hace girar las butacas 180 grados y las oculta bajo el suelo.

Las separaciones "duelen"

El segundo divorcio en la cooperativa llegó diez años después, en 2004. Entraron en juego nuevas carcasas, materiales y los mercados internacionales, como Malasia o Singapur. Fue en ese momento, en esa transformación del sector, cuando cuatro socios abandonaron esa organización en la que llevaban trabajando décadas para probar suerte por separado. "Sabíamos que, si nos íbamos, no podríamos hacer lo mismo que hacían ellos", sostienen desde Ascénder. Aun así, se marcharon. Un especialista en metal, otro en ebanistería, un tercero en diseños y el último en logística y ensamblajes empezaron de cero, pero con todos los conocimientos que habían adquirido en la cooperativa desde jóvenes.

Tengo amigos que se han ido de la cooperativa. Nos vemos por ahí, tomamos un vino, pero no hablamos de trabajo, porque es incómodo"

Juan Carlos Sáez

— Jefe de Ventas de Ezcaray Internacional

"La idea era apostar por un diseño especial en colectividades, hacer butacas de gama alta, pegarme con las otras empresas del sector a nivel nacional ofreciendo productos que evidentemente cuesta más fabricar y el éxito lo hemos tenido por ahí", explican desde la empresa. Desde entonces, se han especializado en la fabricación de asientos de gama premium en materiales como la piel, como los que han instalado en el Palacio de Congresos de Valencia. Sus principales rivales en el sector a nivel internacional, puntualizan, son la catalana Figueras Seating y la italiana Poltrona Frau.

A ellos tampoco les ha ido nada mal. En 2021, han llevado a cabo negocios en España por valor de poco más de tres millones de euros, mientras que a escala internacional la cifra casi alcanza los casi cinco millones de euros. Las butacas del recinto en el que Nacho Cano ha instalado su Malinche, las del nuevo teatro Albéniz o el Zaryadye Concert Hall de Moscú, un proyecto que ejecutaron junto a una empresa francesa, son de Ascénder. La compañía ha trabajado con arquitectos de renombre, como Norman Foster, galardonado con el premio Pritzker en 1999, Zaha Hadid, Jean Nouvel o Dominique Perrault y con el diseñador industrial Philippe Starck.

Por su parte, la cooperativa, que antes tenía una secuencia de sucesión familiar, ahora ha cambiado. "Sigue habiendo socios que son familia de los anteriores, pero han entrado algunos jóvenes que no tenían familiares trabajando aquí. Cada año, hay gente que quiere entrar como socio y eso se va renovando porque la gente se va jubilando y tiene que entrar gente joven para mantener esto y que siga adelante", asegura Juan Carlos Sáez.

A pesar de que durante varios años en Ezcaray Seating vieron cómo crecía el mercado de exportación al nacional, la tendencia ha virado por la apertura de nuevos cines y por la recuperación de la obra civil. Ellos se encargaron de las butacas de los cines Embajadores, pero también de la restauración de los asientos del Teatro Real y de los Renoir, los cines fundados por Enrique González Macho, de los que en los próximos meses van a retapizar las salas de Plaza de España y Princesa. "Los cines que se hacen ahora van orientados a butacas premium motorizadas. Se ha notado mucho [la recuperación] porque este año en España hemos hecho bastantes", apunta el jefe de Ventas. 

Butacas de Ascénder para el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián.

Butacas de Ascénder para el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. / ASCÉNDER

Estas escisiones "duelen", afirma Juan Carlos Sáez. "Da pena que en un pueblo pequeño haya esas discrepancias y se formen nuevas empresas", agrega, porque, en su opinión, "si hubiésemos tenido la suerte de estar todos juntos, seríamos la [empresa de butacas] más grande de España, seguro, y de las más importantes del mundo". Ezcaray se ha convertido con el tiempo en una de las localidades españolas que concentra mayor número de fabricantes exportadores de butacas, reconocen desde la Asociación Nacional de Fabricantes y Exportadores de Muebles de España (ANIEME). Entre las tres compañías, han hecho negocios a nivel nacional e internacional durante el pasado año por valor de 25,4 millones de euros.

"El problema de las cooperativas es el de siempre. Una cooperativa es un muerto que llevan entre cuatro. Tienes gente que se preocupa, gente relajada, gente con opiniones muy diferentes, el que menos se preocupa es muchas veces el que opina muy contrario. Si te quieres molestar un poco porque te gusta el oficio, te encuentras con estos conflictos", expresan desde Ascénder. 

"A los socios les duele más. Yo soy un empleado y tengo amigos que se han ido. Nos vemos por ahí, tomamos un vino, pero no hablamos de trabajo, porque es incómodo", dice el jefe de Ventas de Ezcaray Seating. Gonzalo Robredo, a punto de cumplir tres décadas desde su salida de la cooperativa, reconoce que "podría ser habitual y positivo, como en cualquier sector, relacionarse y comentar temas de interés para sus empresas, su comercio y sus trabajadores".

"Si la industria falla, el pueblo desaparece"

En apenas 300 metros de la avenida Santo Domingo de la Calzada, se instalan los principales centros de trabajo de las tres empresas más destacadas de Ezcaray. Allí se encuentran las oficinas y la fábrica de Ezcaray Internacional, cuatro pabellones de Euro Seating y la sede de Ascénder. "Hay poco terreno industrial y no hay espacio para expandirse. Cuando nos hemos sentado a negociar, no han ayudado", critican desde Ascénder, que piden "más inversión industrial". Entre el sector de las butacas del pueblo dan trabajo "al 60% de la población activa de Ezcaray", señala su alcalde, Gonzalo Abajo.

Ascénder cerró año con una plantilla de unas 90 personas, más los trabajadores externos; en Ezcaray Internacional se encargan de las butacas de la cooperativa 42 empleados y 25 socios; y, en Euro Seating, cuentan actualmente con más de 100 efectivos. La mayoría de ellos llegan desde las calles del pueblo, pero también de otras localidades de este entorno rural, como Santo Domingo de la Calzada, a unos 14 kilómetros, de Valgañón, a cinco kilómetros, o de Ojacastro, a tres. "Incluso viene gente desde Nájera, Haro o Logroño a trabajar aquí", señala el primer edil, así como mano de obra extranjera.

Aunque en este municipio sólo residan durante todo el año unas 2.000 personas, Ezcaray tiene una "población flotante" que puede alcanzar las 20.000, detalla el alcalde, principalmente por los turistas que atraen durante todo el año la estación de esquí y las rutas de montaña y gastronómicas. No obstante, las empresas de butacas reclaman que se valore su actividad: "Parece que todo lo mueve el turismo, pero nosotros también", dicen desde Ascénder. "Yo soy de Ezcaray y puedo decir que aquí, si la industria falla, el pueblo desaparece, porque donde está la gente trabajando lo hace en las butacas y de las mantas", concluye Juan Carlos Sáez.