Canarismos

Más vale un mal arreglo que un buen pleito

Más vale un mal arreglo que un buen pleito

Más vale un mal arreglo que un buen pleito

Luis Rivero

Luis Rivero

Este antiguo refrán castellano se ha incorporado con la naturalidad propia de esas paremias antiguas a las que ha sido particularmente permeable el habla de las islas y que, de sólito, se identifica con el uso de vocablos y expresiones arcaicas. Y este es el caso de la voz «pleito» para referirse tanto a una discusión, pelea o riña en la que pueden verse envueltas dos o más personas, como mismo se emplea para nombrar un «litigio judicial». [En sentido más laxo, en el español de Canarias, «pleito» se refiere también a una reprimenda o reprensión: «echarle un pleito a alguien»]. Pero su empleo en la frase «más vale un mal arreglo que un buen pleito» tiene el significado más propio de una disputa ante los tribunales. Referida con frecuencia al ámbito de la jurisdicción civil ordinaria (que conoce básicamente sobre litis o conflictos de Derecho privado o entre particulares). Y es en este contexto donde cobra todo el sentido de advertencia frente a cualquier problema que pueda estar abocado a terminar ante los tribunales. En tales casos se sugiere a las partes antagonistas que es preferible llegar a un acuerdo para resolver sus diferencias y evitar en lo posible «un pleito», mucho más duradero, más gravoso para los bolsillos de los litigantes, además de tener un resultado incierto. Mejor un «mal acuerdo» aunque a priori no resulte tan ventajoso para los intereses de cada una de las partes enfrentadas, pues pueden verse obligadas a renunciar a parte de sus pretensiones. Se trata pues de una especie de regla de oro en la práctica forense que llama coherentemente a la prudencia, y en tal sentido se puede considerar conservadora. Participa de la misma naturaleza de aquella otra máxima popular, acaso, propia de la periferia de los foros, que el vulgo ha sabido conjugar en una especie de exaltación que impele: «Pleitos tengas y los ganes». Concebido por algunos como una suerte de maldición que puede llevar a la ruina a quien siga literalmente el presupuesto indicado. Más allá de la ironía contenida en esta expresión, se alinea perfectamente con el dicho comentado en tanto ambos llaman a desconfiar de leguleyos y picapleitos y a evitar litigar con temeridad, pues suele ser motivo de disgustos y de consecuencias económicas impredecibles. Consecuencias casi siempre negativas en cuanto pueden llegar a arruinar al litigante o resentir su economía. Un «buen pleito» es, pues, una manera más o menos hiperbólica de expresar que aunque el resultado final de la litis sea favorable a una de las partes, siempre es mejor evitar que el conflicto que está en la raíz acabe en los juzgados. Con un «mal arreglo» las partes deben renunciar a priori a ciertas ventajas y derechos que consideran suyos, en aras de obtener comparativamente un mejor resultado; cual es la pronta resolución del conflicto que puede resultar satisfactoria, más económica y segura.

«Más vale un mal arreglo que un buen pleito» es una máxima jurídica-popular cuyo antecedente más remoto podría encontrarse en un aforismo latino atribuido a Tito Livio: Melior tutiorque est certa pax quam sperata victoria.

Hoy sigue siendo un dicho recurrente entre abogados y entre la gente común que lo recuerda con cautela cuando se trata de tomar una decisión de si «meterse en un pleito» o tratar de arreglarlo amistosamente «antes de llegar al juzgado».

El dicho, tal como lo conocemos, debió popularizarse en castellano desde, al menos, la segunda mitad del siglo XVI; lo cierto es que Gonzalo Correas documenta en su Vocabulario (1627) estas dos variantes de la misma paremia: «Más vale mala avenencia que buena sentencia» y «más vale mal concierto que buen pleito». El dicho responde lamentablemente a nuestra práctica forense, no solo de ayer, sino también de hoy, porque, en opinión de muchos, no es exagerado afirmar que la justicia civil es lenta, cara y, en ocasiones, ineficaz en la práctica. Por eso, muchas veces, «es mejor un mal arreglo que un buen pleito».

Suscríbete para seguir leyendo