Amalgama

Muerte y aplauso

Muerte y aplauso | |

Muerte y aplauso | | / ILUSTRACIÓN DE PERICO PASTOR

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

El doctor Enric Benito, MD. PhD., director del Experto Universitario de Espiritualidad en Clínica, de la Universidad Francisco de Vitoria, y de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, es Oncólogo Clínico en cuidados paliativos, uno de los más prestigiosos de España. En ese máster participa, entre otros, la filósofa Mónica Cavallé, especialista en vedanta advaita. Una de sus conferencias, de hace un año, sobre El morir, es particularmente jugosa en sus clarificadoras aseveraciones.

El doctor Benito asegura que «la muerte no existe», que es un concepto mental, hay un nacimiento y un «morimiento», la muerte no es un sujeto como prevé el lenguaje, sino un verbo, «la vida es un fluir constante que emerge y se sumerge, y al proceso de la vida donde aparece un ser le llamamos nacimiento y al proceso de morir le deberíamos llamar morimiento». Hago paréntesis para traer la frase conceptual, al respecto, de una sabia mujer, de la que oí que morir aquí es nacer en el más allá, y nacer es morir en el más allá para venir acá. Por tanto, la muerte no existe, sino que existe el proceso de nacer y el proceso de morir, y dice el Dr Benito: «los dos están exquisitamente bien organizados».

Para hacer estas aseveraciones, el Dr Benito se basa en su experiencia por décadas asistiendo a los que van a morir, y en una crítica al método científico, no demoledora pero sí clarificadora, dice: «Todos los que están en el ámbito de los cuidados paliativos saben que el tema de la espiritualidad y el acompañamiento en el proceso de morir es uno de los temas emergentes más intensos en las publicaciones científicas... si se busca en los buscadores de publicaciones científicas aparece que las publicaciones desde el año ochenta para acá crecen de forma exponencial. En estos momentos hay miles de publicaciones porque hemos empezado a darnos cuenta de que el modelo biomédico, el paradigma que hemos construido para trabajar en el entorno sanitario no sirve para trabajar en el entorno del proceso de morir». En efecto, en las facultades de Medicina se enseña sobre cuerpos muertos o enfermos, y ahí y en los hospitales, son «expertos en manejar la enfermedad y la parte física del organismo».

Los paradigmas construidos para trabajar en medicina son paradigmas cientifistas, dice el Dr Benito, donde lo objetivable, medible, cuantificable, es lo que da la verdad, pero lo intangible, lo sutil, lo espiritual, no entra en la agenda ni en la carta de servicios: «La medicina científica ha permitido un desarrollo extraordinario en algo muy interesante, en las enfermedades infecciosas, que eran las que causaban la mayor mortalidad a principios del siglo XX , en todas las enfermedades agudas y en todos los procesos donde la biología, la anatomía y la fisiología, tienen un papel importante. Los hospitales están hechos para curar enfermedades, pero el modelo tiene un problema, que es que, al fijarse solamente en el funcionamiento del cuerpo como si fuera un reloj que hay que arreglar, o una máquina que hay que recomponer, nos olvidamos de la enfermedad crónica, la enfermedad mental, la discapacidad, para las que no funciona este paradigma y tampoco en el proceso de morir». Ése es el problema de la ciencia y, por tanto, hay que abrir el paradigma y abrirnos a otros aspectos: «Cuando llegué a paliativos me encontré con que acerca de lo que es el sufrimiento, la espiritualidad, la compasión, o la presencia, no había escrito nada en los libros de medicina», y los maestros del Dr Benito pasaron a serlo sus pacientes.

El Dr Benito afirma que morir no duele, que en la muerte todo es verdad, es un momento especialmente intenso, profundo y auténtico. La enfermedad subyacente puede doler, pero la medicina tiene arreglo para ello, para lo que no hay arreglo médico es para el sufrimiento, y «el sufrimiento es el rechazo del presente, la no aceptación de lo que hay, querer que pase una cosa que no pasa, o querer que no pase lo que está pasando... en la medida en que te resistes lo complicas... no se trata de rendirse, que parece querer decir abandonar, sino que se trata de aceptar, es decir: voy para allá a ver qué pasa». Cuando se entiende y se acepta se trasciende, «y curiosamente en ese momento hay un cambio de nivel de conciencia», casi inmediato, y hasta se puede rebajar la dosis de medicamentos y calmantes. El Dr Benito, con sano sarcasmo explica: «Veis a esas personas que se enteran de que alguien ha muerto y se preguntan ¿de qué habrá muerto? Pues de haber nacido. No hay otra causa». Lo que se ha venido a hacer aquí, concluye el Dr Benito de muchísimos años de observación y atención: «Creo que la vida es un poco de tiempo para aprender a amar sin apegarse». Es el personajillo del miedo el que produce el apego, y viceversa, pero: «cuando piensas en si controlas, te das cuenta de que no controlas nada, el latido del corazón, la bioquímica que transforma la verdura o la fruta que te has comido, esos procesos superorganizados de tu cuerpo, y tampoco controlamos lo de fuera, no controlamos que aparezca un covid o una erupción volcánica, ni un terremoto, ni una tormenta, no controlamos nada».

En fin, el Dr Benito contó el caso del famoso médico investigador Archibald Cochrane, fundador de la medicina basada en la evidencia, de los ensayos químicos randomizados, y descubridor de la aspirina para evitar los infartos, quien, asistiendo como médico prisionero en un campo de concentración nazi, recibió a un soldado ruso moribundo que gritaba y chillaba sin parar, y le diagnosticó una pleuresía, pero no había forma, hasta que se sentó al lado de su cama y lo abrazó y de forma casi instantánea dejó de gritar, viendo que no era la pleuresía lo que lo hacía gritar, sino la soledad, y murió en paz a las dos horas. Tan impresionante es el otro caso del propio Dr Benito: «Tuvimos en el hospital Juan March una familia rumana muy peculiar, familia de circo, circo ambulante, y de ellos uno de los patriarcas estaba ingresado y se estaba muriendo, y en el momento en el que estaba agonizando la familia se puso a su alrededor y le aplaudieron, porque el aplauso en el mundo del circo es reconocimiento de que lo has hecho bien».

La muerte no existe, sólo hay que intentar conocer qué proceso ocurre y cuál es la misión. Nuestra misión de cada quién.

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