Alejandro Krawietz en el vórtice del ensayo

El poeta y crítico Alejandro Krawietz reúne en libro sus ensayos, un volumen que apuesta por un pensamiento libre y localizado

Alejandro Krawietz. | | CARSTEN LAURITSEN

Alejandro Krawietz. | | CARSTEN LAURITSEN / ANA COSTALES ALONSO

ANA COSTALES ALONSO

Se ha dicho en reiteradas ocasiones que la debilidad, y hasta la ausencia, a veces, de pensamiento y de crítica —frente a la presencia, casi en cada generación, de creadores notables— es prácticamente una constante en la tradición cultural española moderna (la que, para entendernos, se inicia en el romanticismo y llega hasta hoy mismo). De ahí que sea necesario prestar la atención debida a todo ensayo de interpretación crítica merecedor de ese nombre, puesto que esa clase de ensayos no abunda y, salvo raras excepciones, apenas recibe la consideración y la valoración que señalen su interés y su importancia. El libro que reseñamos, a nuestro juicio, se hace acreedor de esa atención.

Alejandro Krawietz (Tenerife, 1970), poeta y crítico de arte, literatura y cine, ha desarrollado una amplia tarea en los ámbitos de la creación, la crítica y la gestión cultural. Tras una estancia en la Universidad de la Bretaña Occidental (1997-2001), ha dirigido la revista Piedra y Cielo y ha ocupado el puesto de director del Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc y asumido la dirección de la biblioteca pública municipal de Guía de Isora, así como la coordinación de las ediciones municipales y de la programación cultural de su Auditorio Municipal. Su reciente nombramiento como director insular de Cultura del Cabildo de Tenerife representa un punto de inflexión en su fructífera trayectoria profesional centrada en un activismo cultural consciente y reflexivo. En cuanto a su «biografía» literaria, Krawietz es autor de la imprescindible antología La otra joven poesía española (2004, realizada junto a Francisco León) y de un atrayente compendio y estudio de la poesía de Ángel Crespo, La realidad entera. Antología poética (2005). Su producción poética, reconocida con el Premio Pedro García Cabrera y el Premio Gutiérrez Albelo de poesía, destaca por la rigurosa exigencia lingüística y el carácter unitario de su temática, y ha sido publicada en tres entregas bajo los títulos de La mirada y las támaras (1994), Memoria de la luz (2001) y En la orilla del aire (2006) y posteriormente revisada y reunida en un volumen único (Para un dios diurno, 2017).

Su más reciente publicación, La educación de Nausícaa, recopila veinticinco ensayos escritos en el último cuarto de siglo que ponen en valor la posición crítica y creadora de la «poesía de las excepciones», reivindicada como signo verdadero de modernidad ante el contexto crítico autocomplaciente y descafeinado de la España contemporánea. Este «libro erudito» se compone de dos partes en constante interacción dialógica: reivindica la necesidad de poéticas cuidadas e inteligentes, subrayando la potencia configuradora de una palabra «apta para el pensamiento y para el símbolo, apta para el sueño y la ley, apta para la descripción y el ataque, apta para la explicación y para la guerra», y confecciona, a su vez, un mapa alternativo de voces de vanguardia, entre las que encontramos las de autores como José Ángel Valente, Sophia de Mello Breyner Andersen, Juan Goytisolo, Haroldo de Campos o Andrés Sánchez Robayna, entre otros. En el primer bloque de textos, la figura de Nausícaa se nos presenta como parte de una metáfora de raíz geográfica y ontológica que la identifica con un lugar de encuentro y de partida al mismo tiempo —un espacio, diríamos, localizado y abierto—, la isla que debemos reconocer para, finalmente, despertar a ella, abandonándonos a la contemplación metafísica. Tanto en este texto como en el ensayo en tres partes titulado De islas y naufragios (reflexiones sobrevenidas), Krawietz analiza la problemática de la identidad insular posmoderna y denuncia el imperativo urgente de una observación crítica del turismo a partir de perspectivas filosóficas, estéticas, antropológicas y hermenéuticas, profundizando en la naturaleza dual de la realidad de las islas, de natural belleza convulsiva. Por otro lado, su experiencia como editor de las revistas culturales Paradiso y Piedra y Cielo le permitirá, tanto en Gaceta de Arte y la tradición del ensayo como en Ordenar la diversidad. 30 años de Syntaxis, destacar el papel de las publicaciones de vanguardia en el espacio cultural de Canarias y en el más amplio ámbito de la contemporaneidad, así como ahondar en la cuestión tipológica del ensayo como expresión idónea para auscultar los grandes temas.

En el segundo bloque de textos, dedicado al análisis de la obra de algunos de los poetas más destacables del panorama nacional e insular, quedan integrados los discursos crítico y artístico de cada uno de los autores, guiando al lector a través de los temas y escritos escogidos. Esta decisión formal permite a Krawietz ofrecer una propuesta crítica completa y subrayar la altura creadora de las voces analizadas. En uno de los ensayos más interesantes de este bloque, El autor y el traductor ante el límite. El diálogo entre Valente y Celan, el debate sobre la traducción ocupa el núcleo temático del texto: se incide sobre la figura del poeta-traductor y se propone una definición más amplia y consciente del acto de traducción, que debe entenderse como una interpretación en régimen abierto de una obra y afrontarse desde la conciencia de los límites de la palabra poética. De la misma manera, en el tercer y cuarto apartado del artículo Juan Goytisolo. Tres lecciones personales y una clase magistral, el autor profundiza en la idea de la traducción como una posibilidad para la diferencia y para el encuentro de distintos lenguajes poéticos, como una forma válida de introspección crítica, y remarca la significación y el papel del Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna, que considera « uno de los proyectos más universales, prestigiosos y conocidos de esa universidad», un espacio de reflexión y práctica de la traducción que acababa de cumplir veinticinco años en el momento de la publicación del ensayo.

Otros artículos del volumen, dedicados a creadores como, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez o Severo Sarduy, amplían el marco creador y epistemológico que Krawietz examina. Lo mismo puede decirse en el caso de autores nacidos en Canarias pero de dilatados horizontes como Arturo Maccanti, Miguel Martinón, Melchor López o Francisco León, fuertemente ligados a su territorio cultural de origen y a aquella metáfora que da título al volumen. La necesidad de una vanguardia creativa y consciente, la cuestión de la traducción como acto crítico, el poder del lenguaje como configurador de mundos y la problemática de la identidad insular se sitúan en el centro de las propuestas aquí formuladas, que se nos presentan en un libro dialogante y reivindicativo, una matriz abierta para el debate, un manual para el entendimiento de las voces de la modernidad más comprometida. El espíritu crítico, a menudo tan ausente en las esferas culturales de nuestro país, sobrevive en La educación de Nausícaa, un libro inteligente en su contenido y en su estructura dialéctica, que funciona como una invitación apremiante a la reflexión consciente en torno a temas y problemas que constituyen nuestra realidad y, finalmente, como un recordatorio de la necesidad de reparar en los autores que, alejados del foco de interés de las instituciones críticas al uso, llevan más lejos el lenguaje de la modernidad.

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