Manuel González Sosa: un poeta y su tiempo

Se publican en libro los ecos del centenario de Manuel González Sosa,

poeta y crítico fuera de los paradigmas convencionales de su tiempo

Manuel González Sosa. | | ELD

Manuel González Sosa. | | ELD / Mathilde Moinardeau

Mathilde Moinardeau

Aunque no deberían quedar limitados a ellos, los aniversarios suelen ser ocasiones importantes para numerosos escritores y artistas. El centenario de nacimiento del poeta y crítico Manuel González Sosa (Guía de Gran Canaria, 1921-Las Palmas de Gran Canaria, 2011) fue especialmente fructífero: no sólo se publicó una nueva edición actualizada de su poesía completa sino que también se celebraron, igualmente, distintos actos de recuerdo y homenaje. Autor de obras relevantes pero de circulación restringida, sus poemas, artículos y ensayos se recogen en libros como A pesar de los vientos (1977), Laberinto de espejos (1994, antología personal de 50 poemas), o Segunda luz (2007, conjunto de artículos y ensayos). Había empezado a publicar sus poemas a finales del decenio de 1930, y su primer libro vio la luz en 1967 (Sonetos andariegos). Además, González Sosa fue un viajero incansable y los países suramericanos le dieron inspiración para los versos de Cuaderno americano (1975, reeditado en 1997) e Italia su Contraluz italiana (1972, reeditado en 1988 y en 2004). Dedicó también su tiempo a reflexionar sobre las obras de Tomás Morales, con trabajos como Tomás Morales en su tiempo (1984) o Tomás Morales: cartapacio del centenario (1988), así como Tomás Morales: suma crítica (1992). Las letras canarias le deben buena parte de su difusión y desarrollo, gracias a iniciativas suyas como la fundación de Cartel de las Letras y las Artes en 1963, el suplemento cultural del Diario de Las Palmas, dentro del cual publicó artículos de interés y que todavía no han sido recopilados.

La base del libro que reseñamos, coordinado por Andrés Sánchez Robayna, es el suplemento especial que EL DÍA y La Provincia dedicaron al autor de Sonetos andariegos, al que ahora se han añadido otros textos y materiales. El volumen se divide en cuatro partes. En la primera, tras la introducción del editor, se recoge una detallada cronología de la vida y la obra de González Sosa. Seguidamente se reproducen testimonios y análisis de distintos autores españoles de hoy sobre el poeta canario —Ángel Sánchez, Jorge Urrutia, Jaime Siles, Carlos Javier Morales, Francisco Torres Monreal y Eduardo Moga— más el importante artículo de González Sosa ¿Raíces grancanarias de Sor Juana Inés de la Cruz?. La tercera parte incluye otros textos del homenajeado (versiones poéticas de poemas de Rodrigues Lobo, Blanco White, Baudelaire, Valéry y Manuel Bandeira), así como una bella prosa inédita, Peregrinaciones. Dos Tumbas, dedicada a los sepulcros de Keats y Shelley. El libro se completa con una amplia iconografía y algunos documentos y fotos personales.

La parte principal del conjunto es la dedicada al análisis y la interpretación de la obra poética de González Sosa. Se insiste en el periodo histórico en el que se inscribe el autor, así como en la calidad y la singularidad de su poética. El análisis de Ángel Sánchez nos permite entender la dualidad de los escritos de González Sosa dentro del periodo histórico al que pertenece. De hecho, éste expresó su reflexión sobre el mundo como una paradoja entre la necesidad de vivir —de experimentar lo real— y el peso de la muerte como realidad intangible. Carlos Javier Morales habla de «urgencia espiritual» para traducir esta idea: el ser humano busca distracciones para olvidar su destino inevitable. Al mismo tiempo, vemos la exaltación del presente frente a la gravedad de la muerte. De esta manera, comprendemos esta oposición como la transposición del contexto histórico en el que se expresó, es decir, vemos que la influencia de los años de postguerra se traduce con claridad en sus escritos. Según Ángel Sánchez, la metafísica, la reflexión moral, la conexión con la naturaleza, el vínculo con la contemplación y la meditación caracterizan el mundo de González Sosa. Enseguida, Jorge Urrutia explica que la toponimia es un elemento importante en la poesía del autor porque hace eco a la belleza y a la naturaleza, la atracción de los lugares naturales. Jaime Siles habla por su parte de «paisajismo» para definir el hecho de que la toponimia es un rasgo fundamental de la poesía del autor. Esta idea se destaca sobre todo en los años setenta, cuando el yo poético permite desarrollar la oposición entre la idealización de lo vivo, lo humano, lo natural frente a la inquietud del destino, la insatisfacción constante vinculada a la incertidumbre, como lo describe Carlos Javier Morales.

Siles evoca la huella del existencialismo presente en los poemas del autor canario, en particular frente al tiempo y al espacio. Habla de un «poeta de voz y mundo propios» que no puede ser categorizado fácilmente desde un punto de vista historiográfico. Eduardo Moga describe el estilo poético de González Sosa como una manifestación del «existencialismo hispano contemporáneo», y Francisco Torres Monreal evoca la «esencialidad» de su reflexión como una manifestación poética contemporánea. También Siles afirma que la apertura poética de González Sosa con respecto a América se ilustra en su Cuaderno americano. Sobre todo, la reflexión es la clave del autor canario, y gracias a ella logra plantear el problema de la verdad en la poesía. Para hacer frente a este hecho fundió metafísica y poesía, y Siles lo define como dotado de «una retina de pintor con una sensibilidad y expresión de poeta». Eduardo Moga sostiene que en González Sosa se funden, a su juicio, clasicismo y vanguardia, serenidad y riesgo, contención y fantasía, equilibrio y vuelo.

Para Jorge Urrutia, estamos ante un poeta «del individuo en sí y en la contemplación del mundo», no de la preocupación «social» mayoritaria en la postguerra española. Supo labrar su propia personalidad literaria, fuera de lo convencional, y aquí también se puede relacionar esa idea con la etiqueta de «marginación» que a menudo le persiguió. Jaime Siles evoca los términos «medio camino» tanto para designar la pertenencia de González Sosa a dos generaciones (la primera de la postguerra y la del cincuenta) como a su literatura, a veces reconocida como española, a veces como canaria. Celebrado por su «independencia» intelectual, González Sosa se distingue por su búsqueda postmodernista de un mundo reflexivo propio, consiguiendo ser un autor espacio-temporalmente heteróclito. Su contemporaneidad se traduce por su ambivalencia tanto entre la generación española del cuarenta y la siguiente como entre temas universales y su singularidad contemplativa ante la naturaleza, el espacio y el tiempo. Su escritura está influenciada por el periodo de postguerra pero no puede ser categorizada como tal, porque su carácter va más allá lo mismo desde un punto de vista temporal que en razón de las características de su escritura. Manuel González Sosa supo explorar su propia identidad literaria fuera de los paradigmas convencionales de su tiempo.

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