Carmen Laforet en EEUU: la viajera imparcial
‘Mi primer viaje a USA’, la visita de la Premio Nadal a Estados Unidos en 1965, tras la muerte de Kennedy y en plena revuelta racial
Alfonso Vázquez
Carmen Laforet (1921-2004) es uno de los ejemplos del escritor simbólicamente anclado a una novela de gran fama, por otra parte, un clásico ya en la Historia de la Literatura Española, lo que no es poco. Y sin embargo, la jovencísima autora de Nada, el famoso premio Nadal en su primera edición del 44, escribió más obras e incluso ganó el Premio Nacional de Literatura una década más tarde, en el año 1955, con La mujer nueva.
De la solvencia, ironía y elegancia con la que podía escribir un libro de viajes da buena cuenta Mi primer viaje a USA, que acaba de recuperar la editorial palentina Menoscuarto. Se trata del libro originalmente titulado Paralelo 35, título que partió del famoso editor de Planeta José Manuel Lara y que no gustó demasiado a la autora, como dejó constancia en un prólogo que Menoscuarto ha rescatado al final de la obra. Desde 1985 el libro ya tenía el título actual.
Publicado originalmente en 1967, relata un intenso viaje de norte a sur y de este a oeste de los Estados Unidos realizado dos años atrás por Carmen Laforet, invitada por el Departamento de Estado de aquel país.
Llama la atención el talante con el que la escritora afronta un viaje de este tipo, desprovisto de cualquier tipo de prejuicio, para contar, al modo de un corresponsal sin ideas preconcebidas, lo que este Grand Tour norteamericano le depara.
El resultado es una mirada fresca de una escritora que va compartiendo un paisaje virgen, nunca hollado, para dejar que el paisanaje que describe hable por sí mismo. Y lo que desfila por este texto ágil y en muchas ocasiones alegre permite al lector sacar conclusiones, porque por aquí sobrevuela la eficiencia, modernidad y transparencia estadounidenses, con modélicas instalaciones y equipamientos pero también el reciente asesinato de Kennedy, el temor a la igualdad racial en unos años de reivindicación de la minoría negra, los prejuicios sureños o una juventud rebelde que trata de cambiar las reglas de juego.
Ese mundo en ebullición está muy bien descrito entre el trasiego de trenes y autobuses por esta viajera imparcial, que deja espacio a la autoironía: «Miss P.B. había leído mis novelas. Gracias a eso tenía una idea completamente equivocada de mi personalidad». Y de forma velada, claro, también deja preciso testimonio del exilio de intelectuales españoles (Ramón J. Sender, Jorge Guillén, José Ferrater Mora...). En suma, una fotografía más certera de los Estados Unidos de lo que esta brillante y modesta escritora anuncia.
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