Obituario

Muere el arquitecto japonés Arata Isozaki, autor del Palau Sant Jordi de Barcelona

Recibió el prestigioso premio Pritzker de arquitectura en 2019 y fue autor también del acceso al CaixaForum Barcelona, el Parc de la Muntanyeta de Sant Boi de Llobregat (Barcelona), La Casa del Hombre de A Coruña y el Isozaki Atea de Bilbao, entre otros

Arata Isozaki, en la presentación de un proyecto arquitectónico en el CaixaFòrum de Barcelona.

Arata Isozaki, en la presentación de un proyecto arquitectónico en el CaixaFòrum de Barcelona. / RICARD CUGAT

Anna Bella

Cuando la bomba atómica cayó sobre Hiroshima y Nagasaki, quien fallecía este jueves a los 91 reconocido como el Emperador de la arquitectura japonesa, tenía entonces 14. Crecer junto a las ruinas de la zona cero, confesó Arata Isozaki (Oita, 1931), fue el origen de su vocación, que cultivó durante más de seis décadas levantando edificios en los cinco continentes, como una forma de curar las heridas de la historia. "Cuando tuve la edad suficiente para comenzar a comprender el mundo, mi ciudad natal fue incendiada. Solo me rodeaban cuarteles y refugios. Entonces mi primera experiencia con la arquitectura fue el vacío de la arquitectura, y comencé a considerar cómo la gente podría reconstruir sus hogares y ciudades". 

El Palau Sant Jordi, en el Anillo Olímpico de Montjuïc, en Barcelona, obra de Isozaki.

El Palau Sant Jordi, en el Anillo Olímpico de Montjuïc, en Barcelona, obra de Isozaki. / JORDI COTRINA

Como señaló el jurado del prestigioso Premio Pritzker al concederle en 2019 el considerado como el Nobel de la arquitectura, destacando su "apuesta por la conexión oriente-occidente", fue "uno de los primeros arquitectos de Japón que realmente ha conectado con sociedades de muchos otros países", algo especialmente destacable "en un momento en el que preocupa tanto la globalización como los nacionalismos". 

Fachada del Museo Domus-Casa del Hombre, en A Coruña, obra de Isozaki.

Fachada del Museo Domus-Casa del Hombre, en A Coruña, obra de Isozaki. / Marcus

El olímpico Palau Sant Jordi

Diseñó de forma impecable el Palau Sant Jordi, una de las construcciones más emblemáticas de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, con capacidad para 17.000 espectadores y con una polivalencia que le permitía acoger pruebas de cualquier deporte de pista. La icónica silueta de su enorme cubierta armoniza con las ondulantes formas de la montaña de Montjuïc en la que se alza. El ayuntamiento del entonces alcalde Pasqual Maragall le había invitado en 1983 a participar en el concurso de ideas para el Anillo Olímpico y al año siguiente constituía el estudio Arata Isozaki y Asociados España S.A., empezando a desarrollar proyectos para la península. Entre ellos, también en Montjuïc, el acceso al CaixaForum de Barcelona, conservando la fachada modernista de la antigua fábrica textil Casaramona, y creando un sótano y un patio abierto protegidos por un gran árbol de hierro que sustenta una plataforma de vidrio, evocando la Catalunya modernista. O el Museo Domus-Casa del Hombre, en A Coruña (1993-1995), situado en la carretera de la costa, con una estructura en su lado mar que parece desafiar las violentas olas del Atlántico; el conjunto de uso residencial y de oficinas Isozaki Atea, en la ría de Bilbao (1999-2008), a medio kilómetro del Museo Guggenheim; o el polideportivo Palauet de Palafolls y el proyecto de un gran parque de oficinas en el distrito 38 de la Zona Franca de Barcelona. 

Fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (MOCA).

Fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (MOCA). / Minnaert

Con el Palau Sant Jordi empezó su etapa más fértil y se convirtió en el primer arquitecto japonés en trabajar a nivel internacional. De hecho, antes de los 30, Isozaki, graduado en la Universidad de Tokio en 1954 y de talante carismático y encantador, ya había dado tres veces la vuelta al mundo, satisfaciendo sus ansias de conocer distintas culturas y paisajes. De ahí también su trabajo, adaptado a cada situación y entorno, alejado de los arquitectos estrella, y afirmando: "Prefiero tener ideas a tener estilo". Ya lo reconocía también la directora del Pritzker, Martha Thorne, que valoraba cómo su obra se apoyaba en una "base cultural, histórica y filosófica" y respondía a una profundidad más allá de lo estilístico.

El Disney Building de Florida, obra de Isozaki.

El Disney Building de Florida, obra de Isozaki. / EP

El posmodernismo

Antes de crear su propio estudio en 1963, había trabajado con Kenzo Tange, padre de la arquitectura japonesa de posguerra y también ganador del Pritzker. Le interesaban especialmente arquitectos renacentistas y clásicos, como Francesco Borromini y Karl Friedrich Schinkel. Repetidamente reconocido fuera y dentro de su país, su obra, que luego se enmarcaría en el posmodernismo, desafiando el límite entre la escultura y la arquitectura, se entendía como un arte compositivo, con mensajes simbólicos, que se fijaba en los detalles y utilizaba materiales buscando siempre la perfección y el lazo con la historia. 

El árbol de hierro de Isozaki que protege el acceso, también obra suya, de CaixaForum Barcelona, en la antigua fábrica Casaramona.

El árbol de hierro de Isozaki que protege el acceso, también obra suya, de CaixaForum Barcelona, en la antigua fábrica Casaramona. / JOAN PUIG

Entre el centenar de obras que forman su legado figuran, en Estados Unidos, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (MOCA); el Disney Building de Florida, o la discoteca Palladium de Nueva York. En Japón, el Tsukuba Center Building de Tokio o la biblioteca de Kitakyushu. En Berlín, edificios residenciales como el Lindenstrasse 19 y complejos empresariales como la sede del Volksbank. Pero también el estadio de hockey sobre hielo Pala Alpitour de Turín, un centro de arte y tecnología japonés en Cracovia y museos en Niza y El Cairo.

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