Canarismos

Quedarse rascado como un piojo

Con esta expresión se da a entender en sentido figurado que alguien se queda desconsolado por la frustración de una expectativa

Los responsables de la Administración de Lotería número 11 de La Laguna posan con el cartel del primer premio.

Los responsables de la Administración de Lotería número 11 de La Laguna posan con el cartel del primer premio. / María Pisaca

Luis Rivero

Luis Rivero

Si el amigo lector ha jugado algún décimo en el sorteo de la lotería de Navidad y no ha resultado agraciado o ha observado con curiosidad el entusiasmo popular que despierta por estas fechas tan esperado acontecimiento, quizá ha proferido o haya escuchado expresiones tales como: «¡Pa(ra) los rascaos!», que de sólito se pronuncia en tono de resignación. Pero si resulta que el décimo que jugaba se ha acercado a uno de los números premiados y, por el capricho de un baile de cifras, la diosa Fortuna ha pasado de largo sin detenerse, entonces se puede concluir que «se quedó más rascado que un piojo».

Se expresa así figuradamente que alguien se queda desconsolado por la frustración de una expectativa. Más allá de otras acepciones que se dan en el español de Canarias al término «rasquera» (v.gr., como sinónimo de ‘borrachera’ u otras veces con el sentido de ‘reprimenda’), nos referimos aquí al significado más común de la expresión «tener/quedarse con (una) rasquera» o «quedarse rascado». Algunos léxicos hacen referencia a un significado meramente físico de «rasquera» como ‘picazón general’ (v.gr., Maffiote, 1993), mientras que otros (como Millares Cubas, 1924) hacen hincapié en el uso de «rascado» («quedarse rascado») a cuando un asunto se resuelve de manera desfavorable, contrario a nuestras aspiraciones e ilusiones y nos deja un cierto disgusto.

Picazón

Este significado que hace referencia fundamentalmente a una reacción provocada por la picazón parece ser más común en las islas occidentales («rasquera», el Diccionario de americanismo documenta este registro con el mismo valor en algunos paises de América); mientras que el significado que atiende a un estado emocional de resquemor, desconsuelo o, en cierto modo, magua —que acoge el sentido figurado— suele ser más predominante en las islas orientales. El término rasquera hace alusión a la picazón general, pero se trata de un prurito que siente el individuo en dificultad (como puede ser el caso de la desazón que provoca una oportunidad perdida, algo que se le escapa). Se asocia, pues, a un síntoma psicosomático propio de los individuos que atraviesan por un trance o situación de malestar. En tal sentido, sería sinónimo de «resquemor» [«resquemar», de res- y quemar; que entre otras acepciones significa ‘escocer, producir en el ánimo una impresión molesta y amarga’] que es el sentimiento que queda por una pena.

Por tanto, buscando la analogía entre cosas disímiles, la lectura del significado en su literalidad nos lleva a comprender el sentido de la metáfora. Como mismo se aprecia en otras expresiones afines donde el verbo «rascarse» está asociado al malestar que provoca el prurito o comezón de una reacción cutánea, pero tiene también un valor subliminal más profundo. El «picor» y la reacción de «rascarse» idiomáticamente alcanzan un significado psíquico, como mismo sucede en la frase: «al que le pique que se rasque»; es decir, el que se irrita (algún motivo tendrá), que se aguante. De manera que la metáfora de «rascarse» tiene también el sentido de fastidiarse, joderse, aguantarse. Que es lo mismo que se dice de alguien que «se queda rascado». Como sucede en las situaciones de frustración.

Pulsión de frotar

La comparación en sentido figurado que se hace con el piojo («rascado como un piojo» o «más rascado que un piojo») se explicaría porque la presencia de estos parásitos en el cuerpo hace que el individuo (ya sea humano u otro mamífero), como respuesta instintiva, se rasque para aliviar las molestias por la picadura de este insecto. De modo que la pulsión de refregar o frotar fuertemente con las uñas en la zona del cuerpo donde se advierte la presencia del piojo —que se convierte en sujeto paciente del acto de rascar— explica el sentido literal de la frase. «Rascado» es, pues, participio adjetivado que significa estar apesadumbrado, disgustado, frustrado por algo que se pudo conseguir y no se obtuvo y «quedarse rascado» es igualmente quedarse desconsolado, apenado, amaguado ante tal desilusión. De ahí que el término «rascado» se haya empleado para designar popularmente al sorteo de la lotería nacional del 5 de enero, más conocida como lotería del Niño y, jocosamente, «de los rasca(d)os»; aludiendo a todos aquellos que viendo frustradas sus expectativa e ilusiones en el sorteo del día 22 de diciembre, deciden probar suerte nuevamente «pa(ra) los rascaos».

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