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Arrivederci Andrea Camilleri

‘Riccardino’ es la última y esperada novela de las que el escritor siciliano dedicó al comisario Montalbano, que se despide de su público español

El escritor Andrea Camilleri, fallecido en 2019.

Han pasado más de tres años desde que cayó el telón para Andrea Camilleri (1925-2019), pero no ha sido hasta hace unos pocos días que se ha publicado por fin en España la última de las novelas que el escritor siciliano le dedicó a su querido Montalbano. Con Riccardino (Salamandra, 2022) llega el tan esperado como temido final de las aventuras del popular comisario, ese cuyo nombre no es ni más ni menos que un hermoso homenaje a Manuel Vázquez Montalbán.

No ha sido un final precipitado el de Montalbano. Lo que acaba de llegar a las librerías españolas se concibió en 2004 y se terminó de escribir en 2005. De ahí fue a un cajón, del que salió en 2016 para ser remozado por un Camilleri muy avejentado y ya ciego, pero siempre con un cigarrillo entre los dedos, que dictó los cambios —aunque solo de estilo porque la trama no cambió—. Riccardino’ se publicó en Italia de forma póstuma en 2020. Ahora es el turno de los lectores españoles de afrontar lo inevitable: la última aventura de Montalbano, una que viene con ecos de Pirandello y cierta sorna en la relación entre autor y personaje.

Montalbano es la creación literaria más popular de Andrea Camilleri, aunque ni mucho menos la única, y quizá tampoco la más importante. El éxito de estas entregas policiacas, un éxito inmenso y casi desproporcionado, ha eclipsado el resto de la producción literaria de un escritor que ha dado lo mejor de sí en la invención del pueblo siciliano de Vigàta. Su particular Macondo es el escenario realista de casi de toda su prodigiosa y fantástica revisión de la historia y la manera de ser sicilianas, proyecto al que se dedicó por completo.

Por supuesto, los 34 libros dedicados a Montalbano, entre novelas y cuentos, también se suceden en Vigàta, y de algún modo el protagonismo del lugar es clave. Pero Vigàta donde luce en todo su esplendor es en la otra producción literaria de Camilleri. Y mientras el idilio del escritor con el comisario comenzó en 1994 con La forma del agua, la construcción de Vigàta como escenario de su narrativa arrancó mucho antes con la fabulosa Un hilo de humo, de 1980. Ese pueblo está construido de historias y anécdotas, de crímenes y romanticismo, de belleza y maldad.

«El trabajo es la dignidad del hombre», comentó Camilleri en su última entrevista concedida en 2010. Y como viejo comunista algo desilusionado que era, se aplicó al trabajo durante toda su vida. Tras jubilar una vida entera en la que fue guionista y director de teatro, radio y televisión, además de profesor en la Academia de Arte Dramático y en el Centro Experimental de Cine, Camilleri se volcó en la escritura desde su piso de Roma. Tras doce años de abandono, ya había publicado dos buenos libros con anterioridad, el ahora escritor a tiempo completo publicó más de 70 títulos desde su regreso en 1992 —aún así todavía queda material inédito, porque la producción ingente surgida del escritor siciliano superaba la capacidad de publicar de su editor—. Y desde el principio le sonrió el éxito.

Es su novelística histórica la más querida para Andrea Camilleri, y el motivo por el que comenzó a escribir tras presentarle a Leonardo Sciascia una propuesta que este rechazó: «Mi primer libro se lo debo precisamente a él. Pasé unos años recogiendo material sobre un episodio histórico de Sicilia y se lo hice llegar, por si le servía como base para una novela. Me invitó a tomar café en su casa y me dijo: ‘Es un material excelente, deberías escribir un libro’. ‘¡Pero yo no sabría escribir un libro como haces tú!’. ‘Es cierto, pero lo importante es que lo escribas como lo harías tú. Ánimo’. De esto hace ya bastantes años...» le confesaba el propio Camilleri a Vázquez Montalbán en uno de sus varios encuentros, recogidos en Conversaciones sobre la escritura (Altamerea,2021).

Cerrado el último capítulo de Montalbano, quizá sea el momento para que el lector español conozca mejor a ese Camilleri histórico, en el que se permite un estilo más juguetón, un humor más descarnado, una crítica más dura y unas historias más complejas y elaboradas. Camilleri es uno de los grandes autores italianos y sicilianos del último medio siglo, y esa consideración se la debe en buena parte a la sorna de Salvo Montalbano, ese comisario imposible que se ha convertido en uno de los personajes más reconocidos de la ficción europea, pero es Vigàta su gran obra. Y Vigàta es anterior a Montalbano, y quizá también le sobreviva como uno de los grandes escenarios de la Literatura de nuestro tiempo.

Montalbano, un comisario diferente

Se acabó. Montalbano ya no da más de sí, y con Riccardino se acaban las novelasque Andrea Camilleri dedicó al comisario de Vigàta, ese pueblo tan imaginario como fascinante. No sabremos más de él ni del simpático grupo de personajes que le rodean: Mimí, Fazio, Galluzzo, Catarella, Zito, Ingrid y Livia, la mujer que más ha sufrido el carácter de Salvo Montalbano. Todo lo que debíamos saber de ellos ya está publicado, y no es poco.

Desde La forma del agua hasta Riccardino han sido más de 30 libros los que Camilleri dedicó a este personaje. Todos ellos con un éxito más que envidiable, hasta el punto de que la popularidad de las novelas forzó el salto de Montalbano a la pequeña pantalla. Y en manos de la RAI, las libros se han convertido en 37 episodios televisivos con los que el comisario ha visto multiplicada su popularidad. ¿Y quién es este Salvo Montalbano?

Salvo Montalbano nació en Catania en 1950. Comisario de Vigàta, antes subcomisario en Mascalippa. Salvo vive solo en Marinella, en una casa al lado del mar desde la que contempla el Mediterráneo, mar en el que suele nadar —el único ejercicio físico que le conocemos—. Siempre se siente viejo. Es un hombre de silencios y de mal carácter, que gusta del humor retorcido y socarrón. No respeta ni a la autoridad ni la cadena de mando. Individualista e independiente, también fabulador y dado a la estrategia. Sobrevive en la Policía gracias a su enorme talento y pese a su capacidad de molestar a sus superiores. Tiene una compañera, Livia, que vive en Génova —quizá la distancia justa para ser pareja de Montalbano—.

Es un policía moderno, pero conduce casi artísticamente mal, y del mismo modo no tolera bien casi ningún aparato tecnológico. No renuncia a la violencia, pero tampoco la busca. Solitario, pero no por ello sin amigos. La comida es su única religión, y le rinde culto gracias a los platos de su asistenta, Avelina, y en la hostería San Calogero y la Trattoria de Enzo. No hay novela de Montalbano sin arancini y cannoli.

El Montalbano de los libros y el de la televisión no son el mismo, aunque sí lo sean. La RAI acertó al elegir a Luca Zingaretti como Montalbano, rejuveneciendo un poco al comisario de papel, al tiempo que le hicieron más activo y dado al uso de las armas —en las novelas, la pistola del comisario podría pasar por un pisapapeles—, y quizá más atractivo. Sobre todo esto, el Montalbano de papel da su opinión en Riccardino.

Lo que sin duda ha aportado este comisario rebelde a la novela negra europea es una aproximación más literaria y socarrona al género, iluminando con la luz del Mediterráneo las historias, que casi siempre entroncan con el pasado. Aquí hay mafia, no podía ser de otra forma, pero nunca desde el protagonismo y jamás con una visión amable: los mafiosos son personajes detestables, sucios y brutales, no hay en estas novelas nada parecido a un Corleone.

Se suele decir, cosas del marketing, que Montalbano es uno de los dos personajes italianos más conocidos en el mundo junto a Pinocho. Sin duda es una exageración, pero hay que reconocer que pocas creaciones literarias se han hecho tan famosas y queridas en tan poco tiempo, y más en un una época en la que las novelas parecen haberse rendido en su ambición por dominar nuestra imaginación. También en eso ha sido diferente Montalbano.

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