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Alexis Ravelo Escritor

"Ahora estoy liado con cuatro golfos a los que les va salir mal su plan"

Alexis Ravelo (1971, Las Palmas de Gran Canaria). | | ANDRÉS CRUZ

Alrevés acaba de reeditar ‘Los días de mercurio’, una trama intensa que muestra a un Alexis Ravelo (1971, Las Palmas de Gran Canaria) distinto. La novela nació hace 13 años y delata a un autor con hambre de lectores, aliados que empezó a ganar a puñados con las aventuras de Eladio Monroy. Ahora está ocupado en algo parecido a ‘La estrategia del pequinés’.

¡Buenas!

¡Buenas..! Aquí estamos, peleándome con un párrafo.

¿Mal momento para atender esta llamada?

No, no... Al revés, me viene bien porque así me escapo un rato de la escritura. Hay mañanas que me las paso trabajando y no sale nada. Al final, al mediodía lo sustituyo todo por una frase y me quedo contento.

Siento colarme en medio de su lucha con las musas...

No se preocupe... Cuando no sale no sale. Igual es cuestión de dejarlo a ver si se arregla solo [ríe].

¿Es muy quisquilloso cuando se coloca delante de un folio en blanco o un ordenador?

¿Quisquilloso en qué sentido?

¿Inconformista con la primera idea que se le ocurre?

Sí, le doy muchas vueltas a las cosas... Hay novelas en las que he llegado a escribir el mismo capítulo hasta tres veces distintas. En este oficio se conjuga lo más bonito y lo peor de este mundo, que es no tener reglas [ja, ja, ja, ja].

Eso es pura anarquía, ¿no?

Augusto Monterroso decía que en literatura no hay nada escrito... Esto es ensayo y error y cuando ya te cansas de corregir no queda más remedio que intentar que te publiquen el libro.

¿Después de tantas batallas literarias hay días que se siguen encasquillando?

La mayoría [vuelve a sonreír]. Yo no me quedó nunca con la primera escritura. Esto tiene que ver mucho con los paseos que me doy por casa en busca de una idea... Ahora mismo voy a la cocina, me preparo un café y en un rato intento resolver lo del párrafo.

¿Alguna vez ha salido derrotado por un párrafo?

Casi siempre... La literatura es un oficio muy curioso porque sabes lo que quieres contar, pero no siempre cuál es la mejor manera de contarlo. La relación de un escritor con el lenguaje siempre es complicada porque es una pelea constante. Escribir es una tarea muy esforzada, más de lo que muchos creen, y al final en un libro sale menos de lo que has escrito.

Así es más comprensible la calentura que se puede agarrar un escritor al que le preguntan, ¿y usted a qué se dedica?

Eso continúa siendo muy típico: "¿A qué te dedicas?". Soy escritor. "Ah bueno, ¿pero en qué trabajas?". A mí cada vez me pasa menos, pero en el contexto económico en el que vivimos es muy difícil, por no decir imposible, sobrevivir de la escritura. La gran mayoría de los escritores en España tienen la escritura como segundo oficio.

El otro día creí que uno de sus libros había llegado de nuevo a la gran pantalla, como ocurrió en su día con La estrategia del pequinés (Elio Quiroga - 2019).

Ese no fui yo, fue Armando Ravelo.

Cierto, ¿son dos Ravelo distintos?

Está más despistado que un pulpo en un garaje...

No se moleste por lo que le voy a decir [quiero evitar caer en lo más fácil y decir que ya lo había leído], pero no tenía controlado Los días de mercurio.

Fue mi cuarta novela... Es una de las dos que colé en medio de las aventuras de Eladio Monroy y pasó desapercibida. La otra fue La noche de piedra, que en breve se va a reeditar con Alrevés. Son dos historias más duras, algo desagradables y no para cualquier lector... En ellas se aborda un tema que está presente en toda mi obra: causas, consecuencias y mecanismos de la violencia. Ese título [Los días de mercurio] fue una especie de ejercicio de libro de estilo porque los tres primeros estaban ambientados en las Islas y este se desarrolla en la España peninsular de la posguerra.

La trama es corta e intensa, pero me deja una duda, ¿ese camarero con un pasado oscuro no tiene nada que ver con usted?

¡No, gracias a dios no tiene nada de mí! Uno aprovecha que en el pasado fue camarero para saber cómo un personaje se puede mover detrás de la barra, pero ese tipo es un psicópata. Es una novela escrita en peninsular, que tiene como protagonista a un maquis [guerrilleros opositores a Franco] y la escribí en primera persona: un señor que no es que no fuera canario, sino que con toda seguridad no sabía colocar a Canarias en un mapa.

Me deja más tranquilo.

Es machista y no sabe controlar sus sentimientos...

¿Un Torrente de la posguerra?

Cuando empecé a escribir ese libro mi referente era Chambers, el protagonista de El cartero siempre llama dos veces, pero a medida que iba escribiendo se acercaba mucho más a Nick Corey, el personaje principal de 1.280 almas.

¿Esa es una gran mutación?

Sí, porque Chambers es un inmoral que tiene una moral... Nick no, Corey es un completo amoral.

Antes de que se me pase, ¿en qué está trabajando, para qué es ese párrafo que lo tiene liado?

Vengo de unas novelas experimentales [Un tío con una bolsa en la cabeza y Los nombres prestados] y me apetecía volver a los registros de La estrategia del pequinés o Las flores no sangran. Me lo estoy pasando bien. Ahora estoy liado con cuatro golfos a los que les va a salir mal su plan. Hay un viejo conocido, pero todavía no tengo título.

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