eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Otra explicación de la memoria

La poeta rusa María Stepánova escarba en la historia familiar para ofrecer una reflexión fragmentada sobre los mecanismos del recuerdo

María Stepánova. El Día

La poeta y periodista rusa María Stepánova (Moscú, 1972) revive un sueño de almas que emergen a la superficie y suplican su redención a través de la memoria, que es a veces irrecuperable, defectuosa e imaginaria. No importa demasiado, puesto que le permite que su libro evite cualquier clasificación. En memoria de la memoria, cuya lectura me ha inyectado grandes dosis de entusiasmo y a ratos no tanto, fue anunciada por la propia autora como una novela, cuando sus páginas contienen ensayo, crítica literaria y biografía histórica. Todo ello movido a través del frágil hilo del recuerdo de sus antepasados y la documentación acerca de ellos.

La tía de Stepánova, Galya, murió a los 80 años, rodeada de pequeñas posesiones, objetos y baratijas. Mucho tiempo antes había comenzado a ordenar su apartamento y eso fue lo que poco a poco la consumió, cuenta la autora mientras revalúa lo que va encontrando. Para ella todo tiene su significado. Revisa el árbol genealógico familiar con emoción y tedio en un homenaje a Sebald, al que logra intercalar con la historia familiar junto a otros artistas: Mandelstam, la fotógrafa Francesca Woodman, el escultor Joseph Cornell o la pintora judía Charlotte Salomon. A menudo comparada con Ana Frank, la figura de Salomon fue trágicamente moldeada por el ascenso al poder de los nazis y los intentos de suicidio antes de morir en Auschwitz en 1943. Su vida inspiró obras de teatro, una ópera, un largometraje y una novela, además de una reciente película animada.

Ir de la familia a los acontecimientos que marcaron el siglo anterior no es nada nuevo para algunos escritores, Stepánova parece echar en falta que sus antepasados, supervivientes judíos comunes, no le facilitasen el tránsito histórico salvo en lo que concierne al padecimiento, por eso entrelaza géneros, acude a sus lecturas dando paso a personajes invitados y reflexiona de manera inteligente sobre los mecanismos que operan en el recuerdo. En memoria de la memoria es una obra inusual de ficción que se sumerge en el ámbito de la no ficción. Nunca sabemos en ella qué es imaginario o verdadero, resulta imposible, como reconoce la misma autora, adivinar si lo que se cuenta sucedió en realidad, se transmitió de madre a hija, o simplemente se trata de un producto de la imaginación, inventado sin apenas darse cuenta.

Otra explicación de la memoria

Las descripciones de las fotografías al principio de la novela traen ecos de arrepentimiento, soledad, tristeza y fugaces atisbos de felicidad. Es el viejo mundo de ayer en blanco y negro, olvidado, infranqueable: «(…) El niño tiene unos seis años, su padre morirá dentro de dos y dentro de otros tres no se sabe cómo su madre y él desembarcarán en Moscú, como Gvidon y su zarina en el cuento de Pushkin». Veinte fotos descritas y ninguna reproducida en la edición. ¿Imágenes imaginadas?

En memoria de la memoria transmite fragmentación, Stepánova abraza los eslabones perdidos en la historia de su familia, sustituyendo las lógicas lagunas del conocimiento por experimentos estilísticos. Algunos, como es natural, más convincentes que otros. Uno de esos grandes momentos es cuando la autora sitúa su genealogía en un contexto histórico más amplio. En el capítulo «Un niño judío se esconde», narra con eficacia una historia de antisemitismo de los escritores rusos, así como el odio existente entre los propios intelectuales judíos. Lee unas cuantas postales de principios del siglo XX de su bisabuela y trata de entenderlas a la luz de documentos que calumnian al poeta Osip Mandelstam. Hacia Sebald la admiración es constante. Escribe que su manera de ver el mundo, como si lo hiciera a través de una capa de ceniza o el velo móvil de Paul Celan, resulta más convincente cuando comprendes que es un autor que ha permanecido contigo hasta el final y que él mismo te tiende la mano desde el más allá, circulando como una más de las personas por la carretera que conduce al pasado.

¿El pasado? Stepánova se pregunta si el trauma generacional que se vislumbra en las páginas de su libro se remonta a 1919, cuando desapareció su tatarabuelo. O si ese antiguo horror comenzó en 1938 mientras su abuelo se sentaba a esperar a que lo detuvieran. Tal vez fuera más tarde, a principios de la década de 1950, cuando se puso en marcha una de las teorías de la conspiración de Stalin que hizo que su bisabuela y abuela temieran no solo perder su sustento como médicos, sino también sus vidas. La actualidad demuestra cómo la represión en Rusia no se limita al pasado, que la autora de En memoria de la memoria no se hace ilusiones por preservar desde el momento en que lo compara con una figura de porcelana hallada en un rastro que al final acaba junto con otros objetos desechados en un cubo de basura.

Compartir el artículo

stats