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Bar Imperial: uno de pollo y un barraquito

La Guía Repsol lo distingue con un Solete de Barrio: un clásico entre los clásicos... Ambientazo en Las Ramblas

Con un tipo de restauración popular se ha ganado los elogios de la clientela. | | E.D.

Allá por 1952 abría el Café Bar Imperial en los bajos del impresionante edificio regionalista que abarca toda una esquina de la Plaza de La Paz. El 22 de abril de 1954 se estrenaba el Cine Víctor, creando un ambiente de película, y en 1961, Manuel García y Manuel Martín adquirían el local, para disolver la sociedad en la década de los setenta. A día de hoy, Manolo, hijo del primero, mantiene vivo el espíritu de barra, bocadillos, café... y tertulia futbolera.

Hubo en la década de los 30 del pasado siglo un Café Imperial en la esquina de la Plaza de La Paz con la Rambla de Pulido, cuyo propietario era Manuel Ramos, quien presumía de que allí se tomaba el mejor café de Santa Cruz y donde se servía cerveza fresca Pilsener, licores y vinos de las mejores marcas, además de comida a la carta. Unos años más tarde, allá por 1952, abría sus puertas el Café Bar Imperial en los bajos del recién levantado edificio de lenguaje regionalista diseñado por los arquitectos Marrero Regalado y Domingo Pisaca, luciendo una espectacular fachada que abarcaba toda una esquina de la Plaza de La Paz, con retranqueo en la línea del chaflán, y que daba, por un lado, a la Rambla de Pulido (allí se instalaría hasta su cierre la recordada heladería Marpi) y por el otro, a la Avenida de la Asunción, por donde asomaba a pie de calle el Imperial. El 22 de abril de 1954 fue una fecha señalada: se inauguraba en este inmueble el Cine Víctor, con la proyección de la película musical Los cuentos de Hoffman. En los alrededores lucían otros tres históricos cinematógrafos: La Paz, situado justo en la esquina de enfrente, el Cinema Victoria y el Teatro Baudet. Una zona de película que marcaría toda una época.

En 1961, Manuel García y Manuel Martín adquirían la propiedad del Imperial y también la de otro mítico local de Santa Cruz, La Garriga, hasta que a mediados de los 70 decidieron disolver la sociedad, quedando entonces García como único dueño del bar que, a día de hoy, regenta con idéntico espíritu su hijo Manolo.

Cuentan que fue allí donde se inventó el barraquito, gracias a un señor conocido como El Barraco, quien frecuentaba el local y que le dio nombre a la infusión, dada su ingeniosa forma de pedir aquel café cortado largo, con leche condensada, vasito de Licor 43, una corteza de limón y un pellizco de canela molida. Otros, en cambio, sitúan su nacimiento en Los Paragüitas, otro referente de la capital chicharrera tristemente desaparecido, y hay quien señala a Manolo Grijalbo, camarero de un bar frente a la marquesina del Puerto de Santa Cruz, como su verdadero descubridor. Quién sabe...

Lo cierto es que, por aquel entonces, la ciudad era gratamente coqueta, típicamente provinciana, muy de calle, familiar, de un vecindario que se reconocía en el saludo y el adiós, en el paseo... El Imperial, situado estratégicamente, era no sólo el lugar de encuentro donde echarse un sabroso refrigerio (bocadillos, tapas, cafés) o charlar animadamente, sino punto de venta de entradas para las veladas de boxeo, las bregas de lucha canaria, las corridas de toros o cualquier acto que se celebrara en el coso taurino, además de parada obligatoria en los Carnavales o en el ir y venir al Estadio. Porque sonadas y especiales han sido las celebraciones de los ascensos del CD Tenerife a Primera División, como también los logros deportivos de los blanquiazules a lo largo de su ya centenaria historia.

Precisamente, el Imperial es reconocido como uno de los mentideros futbolísticos más típicos de cuantos existen en la capital. Así, en su barra en forma de U, se suceden encendidos y hasta acalorados debates, mientras la plancha no para, ni tampoco la máquina de café. Manolo García considera que, sin lugar a dudas, el bocadillo emblemático es el de pollo. ¿Dónde está el secreto? «Acaso en el ali oli», dice, ataviado con sus característicos tirantes, pero sin soltar más prenda. Y suspira: «Por desgracia no estamos en Primera».

Si el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de Santa Cruz de Tenerife lo reconocía en 2012 con el premio Amable del Turismo, hace unos días era la Guía Repsol la que lo distinguía con un Solete de Barrio en su edición de otoño. «Clásico entre los clásicos. Tipo de restauración insustituible, de barra, con bocadillos legendarios (como el de pollo) y café (barraquito)... Ambientazo de bar en Las Ramblas», refiere en su página.

(Bar Imperial, Avenida de La Asunción, 1, frente a la plaza de La Paz; abierto todos los días de 6:00 a 1:00 horas; teléfono: 922 28 19 26).

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