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Tres autores de Canarias critican el Nobel a la francesa Annie Ernaux

Los escritores canarios Iván Cabrera Cartaya, Elisa Rodríguez Court y Sabas

Martín sitúan al premio como la última concesión de la Academia a lo comercial

La escritora francesa, justo en el momento en que ofrecía sus primeras declaraciones a los medios tras recibir el premio. EFE

La concesión del Nobel de Literatura a Annie Ernaux el pasado jueves por la Academia Sueca ha sido recibida con elogios desde diversos puntos de la cultura. Pero también hay escritores disidentes que opinan todo lo contrario. Si durante los dos últimos días se han venido subrayando las virtudes del estilo íntimo y autobiográfico de la autora francesa, también es de justicia dar voz a aquellos detractores que se han manifestado en contra de una novelista a la que tachan de poco original. En Canarias han alzado la voz tres autores de prestigio que sitúan a este premio como la enésima concesión a lo comercial y a la literatura fácil por parte de la Academia.

El poeta tinerfeño Iván Cabrera Cartaya es uno de los más contundentes en su crítica hacia el criterio del jurado e incluso recuerda casos en los que no ha primado la calidad literaria del premiado. Cabrera señala que «ya he comentado antes y en otros sitios que, si el Premio Nobel de Literatura, ha sido muy cicatero con las mujeres a lo largo de sus 121 años de historia, ha sido muy generoso con la literatura francesa, llegando hasta 16 escritores premiados en esta lengua. Dicho esto, es extraño, o quizá consecuente con sus intereses políticos, que el primer Nobel, en 1901, recayera en el poeta Sully Prudhomme, que fue ¡elegido por delante de Tolstoi!, y luego en Mistral, Rolland, France, Bergson, Bunin, Martin Dugard, Gide, Mauriac, Camus, Perse, Sartre, Simon, Le Clézio, Modiano y ahora Ernaux, pero sin que la academia sueca, tan ciega para la literatura como acostumbra, jamás premiase a Marcel Proust, Louis-Ferdinand Celine, Simone de Beauvoir ni a las dos Marguerite: Duras y Yourcenar, muy por encima, literariamente hablando, de muchos de los citados más arriba».

Cabrera se muestra, además, de forma contundente en su exposición. «Lo diré directamente: A mí no me gusta la literatura de Annie Ernaux. Creo que había y hay autores mejores, más eficaces, más profundos, de mayor alcance estético e histórico, para un premio con el prestigio, en decadencia, eso sí; citaré a algunos: António Lobo Antunes, Milan Kundera, Margaret Atwood, Ismail Kadaré, Salman Rushdie, Anne Carson, Claudio Magris, Joyce Carol Oates o Adonis», añade a continuación. «De todos ellos, Kadaré era mi favorito, el que más me gusta. Ernaux es una autora intimista, insustancial, impudorosa, ambiciosa, aburrida; pero una autora cuyos temas y sus preocupaciones morales casan muy bien con la sensiblería, más que la sensibilidad, actual», afirma a continuación. «Lo mismo que su autobiografismo sin velos hoy que tanto importa la llamada novela autobiográfica y la autoficción. A mí en la novela no me interesa la autoficción, sino la ficción a secas. Ernaux no se parece en casi nada a Proust, como se ha dicho; me recuerda más al penúltimo Nobel francés, Patrick Modiano, aunque Modiano es mejor, es más lírico y escribe mejor. En otro sentido y yendo a un autor muy distinto, también me parece mejor Houllebecq, aunque tampoco me guste especialmente», subraya.

El escritor revela su insatisfacción ante las novelas de la nueva Premio Nobel. «Intenté leer Los años, La mujer helada, Una mujer, El lugar, Pura pasión... sin que ninguna de ellas atrapara mi interés ni pudiera extrapolar nada profundo, divertido o interesante de sus banalidades», asegura. «Todos los libros de Ernaux me parecen volúmenes troceados de un diario personal, muy generosamente dado a la imprenta, con algún revestimiento de ficción y en los que se trata de ligar la trayectoria personal con la de la historia y sus momentos clave». En consecuencia, «el premio a Ernaux me ha recordado una frase de Antoine Compagnon: ‘Para escribir como Houellebecq, Despentes o Édouard Louis, -le sumo a Ernaux, a quien se parece-, no necesitábamos ni a Proust ni a Céline’».

Otra escritora que también se muestra opuesta al criterio de la Academia sueca es la grancanaria Elisa Rodríguez Court. «Sin cuestionar a la autora por el tipo de narrativa que utiliza, me da la impresión que se está perdiendo el miedo a que el Nobel se convierta en algo desprestigiado y desde hace unos años se está apostando por escritores de poco riesgo como es el caso de Ernaux». Desde su punto de vista «se prima más el diario intimo que la experiencia elevada a ficción». Y asegura que hay nombres que se lo merecían más claramente como Pierre Michon, Don DeLillo, Milan Kundera o Enrique Vila Matas «que incluso ocupa el espacio del ensayo en el que la reflexión tiene cabida», y donde «la frontera se difumina más entre los géneros, que en una historia simplemente contada».

En una línea muy parecida se expresa el también escritor Sabas Martín. «Es un tipo de literatura directa, ramplona, sentimental, que pueden ser muy digna, pero a mí me interesan otras apuestas literarias que van de Tomás Morales a Isaac de Vega», por citar a dos autores de las Islas. «Yo prefiero una literatura en la que haya tensión en el lenguaje, algo más que descripción de situaciones emocionales, cotidianeidad o ciertas reivindicaciones que en algunos momentos podrían parecer justas de la condición femenina». Y es que, desde su punto de vista, Ernaux «es una de esas cosas que lees y quedan luego difuminadas».

Martín añade que «aunque tendrá sus méritos, creo que hay ausencias clamorosas. Se hablaba del portugués António Lobo Antunes y del albanés Ismail Kadaré, que me parecen que son escritores de peso, fundamentales». El novelista añade que «a mí me merece todo el respeto del mundo el que alguien sea capaz de escribir y hacerlo con coherencia y una cierta dignidad porque no es fácil, pero no es una opción de las que a mí me interesan». Y Martín concluye subrayando que «la gracia que tiene la literatura es que dos más dos no son siempre cuatro. Y a mí me interesa cuando son cinco, cincuenta o sesenta. Lo anterior es un tipo de escritura que no me seduce nada y me deja indiferente».

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