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Amalgama

La hipótesis silúrica

Juan Ezequiel Morales El Día

Un artículo publicado, en 2018, en el Journal of Astrobiology, firmado por Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, y Adam Frank, astrofísico de la Universidad de Rochester, investigó acerca del periodo geológico de 56 millones de años, conocido como el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, que se parece al de nuestra época, y cuando los niveles de carbono y las temperaturas se incrementaron en extremo, destruyendo los ecosistemas. Schmidt se pregunta, entonces: «¿Qué tal si el cambio climático en ese entonces, al igual que hoy —producto inequívoco de la industria humana— fuera la misma causa?». La búsqueda, pues, de esa huella geológica implicaría, consecuentemente, la existencia de una civilización parecida. Y dicen: «Una de las cuestiones clave para evaluar la probabilidad de encontrar una civilización de este tipo es comprender con qué frecuencia, dado que la vida ha surgido y que algunas especies son inteligentes, se desarrolla una civilización industrial… Los humanos son el único ejemplo que conocemos, y nuestra civilización industrial ha durado aproximadamente 300 años. Esto es una pequeña fracción del tiempo que hemos existido como especie, y una fracción minúscula del tiempo que la vida compleja ha existido en la superficie terrestre de la Tierra… Este corto período de tiempo plantea la pregunta obvia de si esto podría haber ocurrido antes».

Frank y Schmidt dicen que ya somos una «fuerza geofísica» que dejamos marcas en los isótopos de carbono, oxígeno y nitrógeno, en las extinciones de especies, en los sedimentos, en los restos de metales pesados y productos químicos como los plásticos. Los organismos biológicos se fosilizan en ciertas condiciones específicas, puede haber una especie con millones de ejemplares y que no haya dejado ningún registro fósil. Señalan Schmidt y Franz que hoy día los centros urbanos en el planeta solo cubren un uno por cien de la superficie total, y esas estructuras son engullidas por la tierra en unas décadas si quedan abandonadas, de donde en un millón de años no queda nada. Otras pistas como los restos de miles de millones de toneladas de carbono procedentes del carbón, el petróleo o el gas natural, así como restos masivos de uso de fertilizantes químicos, sí que podrían darnos pistas. Sin citar en el artículo ningún tipo de descubrimiento de huellas que lleven a pensar en que la hipótesis se cumple, la llamaron «Hipótesis silúrica», en atención a la antigua civilización reptiliana del Doctor Who, una serie de Televisión del año 1970.

La paradoja de Enrico Fermi surgió de una conversación de este cosmólogo con otros científicos, en 1950: «¿Somos los seres humanos los únicos civilizados en el universo?». Frank Drake, en 1961, estimaba que el sol es una estrella entre 500.000 millones en la galaxia láctea, y la Vía Láctea es una de entre los 500.000 millones de galaxias del universo observable. Drake buscó el número de civilizaciones que podrían comunicarse con el hombre, que venía a ser el producto del ritmo anual de formación de estrellas en la galaxia, multiplicado por la fracción de estrellas que tienen planetas en su órbita, multiplicado por el número de planetas que orbitan en la ecoesfera —órbita que proporciona la temperatura adecuada para la vida biológica—, multiplicado por la fracción de planetas de ecoesfera en los cuales se ha desarrollado vida, multiplicado por la fracción de planetas con vida inteligente que se han tecnologizado, multiplicado por el tiempo en el que una civilización comunicativa e inteligente puede existir.

El tema es bien complejo, y la solución daba 10 civilizaciones en la Vía Láctea, lo cual, si lo extrapolamos a los 500.000 millones de galaxias podría significar 5 millones de millones de civilizaciones. Esta ecuación de Frank Drake tiene críticas, como las siguientes: a) Conforme a datos de la NASA, no se forman 10 estrellas cada año sino 7, y de esas 7 son aptas solamente 1’379. b) El Observatorio Europeo Austral calcula que la posibilidad de contener planetas de las estrellas no es de una de cada dos, sino de una de cada tres. c) Las estimaciones de planetas orbitando alrededor de cada estrella en zona habitable hoy día se han rebajado a uno de cada doscientas. d) La expectativa de vida de una civilización inteligente y comunicativa fue de 420 años en promedio, pero la Teoría de Olduvai la rebaja a 100 años (1930-2030, periodo de inicio y acabamiento de la civilización industrial). e) Michael Shermer con sus estimaciones corregidas obtuvo 0’00000001462162 posibles civilizaciones detectadas al año, es decir, una civilización cada 70.342.300 años en la Vía Láctea. Sigue siendo el resultado final increíblemente numeroso. Enrico Fermi decía: ¿dónde están?

La paradoja se enuncia como que si hay tal número de civilizaciones cómo es que no las observamos. Fermi pensó en esta paradoja con una solución: desde que una civilización surge, averigua cómo fabricar productos destructivos masivamente, y se autodestruye. Otras hipótesis dicen: aunque se haya calculado que en 50 millones de años una civilización pudiera conquistar una galaxia, los recursos son finitos y no permiten un desarrollo más allá de la frontera de los mismos; otros piensan que existen esas civilizaciones pero todavía no lo sabemos; otros dicen que han venido pero no estábamos; otros dicen que existen pero no tienen interés en comunicarse; otros dicen que sí existen y sí se comunican pero no los oímos; otros dicen que existen pero no tenemos conciencia de ellos; otros dicen que todavía no existen pero existirán… Podría ser todavía más sencillo: ya están aquí, son ellos, los hemos contactado, nos han contactado, y no nos lo creemos, porque no concebimos sino que lleven, como nosotros, un Apple incorporado, y cualquier otra forma de comunicación está fuera de nuestra habilidad empática para con los exoseres. O también: es un error mirar allá afuera porque la tierra es plana y entonces estamos equivocados con los instrumentos utilizados.

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