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Obituario

Sempé, adiós a su sutil, elegante y afilado lápiz

El padre de 'El pequeño Nicolás', uno de los grandes de la ilustración y el cómic de Francia, ha muerto este jueves a los 89 años

Sempé, en una imagen de 2019.

A sus 89 años, Jean-Jacques Sempé publicaba hace una semana en ‘Paris Match’ su último dibujo. En él, un pintor retrata a una mujer sobre la hierba y le dice: "Piensa en no olvidarme". Se despedía así, con la misma ternura, sencillez y elegancia que imprimió a sus trabajos uno de los grandes de la ilustración y el cómic de Francia, padre de ‘El pequeño Nicolás’, el personaje que alumbró junto a su amigo René Goscinny y que le aupó a la fama en los años 60. Sempé murió este jueves en su residencia de verano rodeado de su esposa, Martine Gossieaux, y amigos cercanos dejando un legado de más de 40 libros publicados y centenares de ilustraciones y portadas memorables, como las que realizó desde 1978 para ‘The New Yorker’. 

Infancia infeliz

Sempé, amante desde pequeño del jazz (soñaba con ser pianista) empezó a dibujar porque "era más fácil encontrar un papel y un lápiz que un piano", contaba. A los 18 años publicó en el diario ‘Sud-Ouest’ de su Burdeos natal su primer dibujo, del que nunca se mostró orgulloso. No tuvo una infancia feliz. Nacido en 1932, hijo ilegítimo tras una aventura de su madre, como descubriría ya adulto, nunca quiso buscar a su padre biológico. Dejó la escuela a los 14 y falseó su edad para alistarse en el ejército. Huyó, a los 18, de su humilde familia, acuciada por problemas económicos, y de las continuas y agrias peleas entre su madre y su padre adoptivo, un comercial que vendía latas de conserva. "Nunca superas tu infancia. Intentas resolver algunas cosas, hacer los recuerdos más bonitos, pero nunca lo superas", diría ya octogenario. Y se marchó a París, trabajando entre otras cosas, como repartidor de vino encaramado en su bicicleta (una de sus pasiones e imagen recurrente la de ciclistas en sus dibujos). 

Ilustración de 'El taller de bicicletas', de Sempé. SEMPÉ / BLACKIE BOOKS

Con 21 años empezó a trabajar como ilustrador para revistas como ‘Paris-Match’ y ‘Punch’, espacio perfecto para sus dibujos de fino humor y crítica social; a lo largo de su carrera colaboraría habitualmente en ‘L’Express’, ‘Télérama’, ‘Le Nouvel Observateur’ o ‘The New Yorker’, a la que desde 1978 nutrió con un centenar de portadas. La primera reflejaba a un oficinista con cuerpo de pájaro que se debate entre escapar o no volando por la ventana, ejemplo de las dudas de tantos humanos prisioneros de sus propias existencias. 

Con su amigo Goscinny

Pero fue una serie infantil la que lo lanzó al éxito. Con poco más de 20 años conoció en una agencia de prensa parisina a Goscinny, guionista del incombustible Astérix, con quien en seguida se entendió y forjó amistad. Con él, Sempé ilustró en los 60 ‘El pequeño Nicolás’, que llegaría a vender 15 millones de ejemplares en 45 países. Según afirmó él mismo, el éxito del protagonista, un niño burgués de la posguerra de Francia, se debió a que "nació pasado de moda". En el personaje, añadía, reflejó su lado alborotador. "Las historias de Nicolás eran una forma de revisitar la miseria que soporté al crecer mientras me aseguraba que todo había ido bien", diría en una entrevista en 2018. 

El pequeño Nicolás, de Sempé.

Sus vaporosas, delicadas y bellas ilustraciones, de trazo sencillo solo en apariencia, a lápiz o suavemente coloreadas con acuarela, transmitían ideas y estados de ánimo de todo tipo de personajes normales y corrientes, mujeres y hombres, jóvenes, adultos y ancianos, a menudo anónimos –amas de casa, oficinistas, músicos, ciclistas, médicos, limpiadoras…-, que andan por la vida, acompañados de su soledad, su melancolía y sus historias interiores. Con ellos y a través de un humor sutil, elegante e inteligente, no exento de ternura, desplegó Sempé una afilada ironía para diseccionar los absurdos comportamientos de la sociedad, que insta a trabajar y consumir. Lamentaba la violencia y la brutalidad imperante y nunca le interesó la actualidad política, que jamás reflejó en sus dibujos. Pero sí ensalzó en ellos valores en los que creía firmemente, como la amistad –"Es algo maravilloso, pero frágil. Igual que el resto de sentimientos humanos. A excepción de la barbarie"- y la bondad. 

Portada de Sempé para 'The New Yorker'.

"Con ojos de niño"

Ha manifestado el presidente francés, Emmanuel Macron que echará "cruelmente de menos su mirada y su lápiz" destacando su "tierna ironía, la delicadeza de su inteligencia, el jazz". También lamentaba su muerte la ministra de Cultura, Rima Abdul Malak: "Su ternura, su poesía y sus travesuras... Nos enseñó a mirar el mundo con ojos de niño". 

En España, en los últimos años, Norma ha publicado los gags de ‘Ellos’ y ‘Ellas’ o el volumen ‘Sempé en Nueva York’ (si famosas son sus escenas de París, no menos lo eran las de la Gran Manzana, que visitó en seis ocasiones gracias a su trabajo para ‘The New Yorker’). Por su parte, Blackie Books, ha venido recuperando títulos (en castellano y catalán) como ‘Catherine’ (junto al Nobel Patrick Modiano), ‘Marcelín’ (cuyo protagonista no puede evitar sonrojarse), ‘El señor Lambert’ (espejo de la atmósfera y sobremesas de los ‘bistros’ parisinos) o ‘El taller de bicicletas’, donde creó a Raoul Taburin, un reconocido mecánico de bicicletas que arrastra un secreto inconfesable: por más que se ha esforzado no ha podido aprender a montar en ellas. Un homenaje a la vocación de una vida y al coraje para no dejar nunca de aprender. "Dibujar es un oficio que parece sencillo, pero no lo es", afirmaba un maestro imposible de olvidar. 

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