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Nicolás Melini Director del Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma

«La Palma intenta recuperar todo lo que se hacía antes del volcán y más»

«Es muy importante la mirada del otro para tomar coniencia de lo que somos y significamos», defiende el director del Festival Hispanoamericano de Escritores

Nicolás Melini. E. D.

El escritor Nicolás Melini (Santa Cruz de La Palma, 1969) es el director y fundador del Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma, encuentro literario referente en el Archipiélago, que celebra su cuarta edición del 26 de septiembre al 1 de octubre en Los Llanos de Aridane, tras su suspensión el pasado 2021 con motivo de la erupción de Cumbre Vieja. El Festival de la recuperación, de la esperanza y de lo posible.


La pasada edición del Festival Hispanoamericano de Escritores quedó en suspenso a causa de la erupción del volcán de Cumbre Vieja. ¿En qué medida ha marcado esta circunstancia la programación y el espíritu de esta edición renacida en 2022?

Respecto del programa, he intentado que sea como recuperar el que no se hizo: hacerlo por fin, celebrarlo definitivamente y no dejar que el volcán nos lo arrebate. Habrá alguna referencia volcánica en el programa, pero de forma positiva, mirando hacia el futuro. Ahora podemos decir: «Bienvenidos al volcán». El volcán nos singulariza y es parte de nuestro atractivo. También creo que durante el festival se sentirá lo sucedido, en los discursos, en las intervenciones, ya que es inevitable y además está bien que así sea. Estoy seguro de que los escritores sabrán qué decirnos, y lo harán con mucho respeto. Nos vendrá muy bien vernos, encontrarnos en sus palabras, porque es muy importante la mirada del otro para tomar conciencia de lo que somos y de lo que significamos. Más de lo que pensamos.  

El municipio de Los Llanos de Aridane, sede del encuentro, ha sido la población más herida por el Tajogaite. ¿Qué papel puede desempeñar un festival literario en este contexto de reconstrucción?

En La Palma estamos intentando recuperar y celebrar todo lo que se hacía antes del volcán y más, me parece. Hay que seguir adelante. Por un lado es muy importante atender a los afectados; creo que son unas 300 familias las que aún viven en hoteles. Por otro lado, no hay que dejar caer a los demás, que es la gran mayoría. Cualquier actividad de este tipo, además de literaria, es económica, y de una economía muy repartida, donde nadie se hace rico, sino al contrario, es el trabajito de muchas personas durante unos días o unas semanas. Ahora, en la isla se trata de sumar en la dirección de mantenernos y hacerlo de un modo productivo. Un festival internacional como este es una ventana a otros territorios, desde los que muchas personas nos miran y, tal vez en un futuro, esas mismas personas nos visiten. Supone, además, algo de inversión de fuera de la isla. Los palmeros hemos afrontado esta crisis con mucha dignidad. Yo estoy muy orgulloso, especialmente de los más jóvenes que lo han sufrido y que es, en parte, a quien dirigimos el Hispanoamericano. Con la misma dignidad hay que seguir. 

Como palmero comprometido con su isla natal, ¿considera suficiente el apoyo institucional que se ha proporcionado a los damnificados? 

Creo que son los afectados los que tienen que decir. No hablaré por ellos. Yo lo que sí puedo hacer es decir, una vez más, que las instituciones deben apoyarlos; deben hacer todo lo posible con la mejor disposición y deben hacerlo por justicia.

«Hay un sentido de lealtad entre los escritores invitados y el público que los espera»

Al igual que en la última edición arrasada por el Tajogaite, México se erige en el país invitado de esta entrega, con la presencia de escritores y escritoras mexicanos de distintas generaciones. ¿Qué rasgos destaca de la literatura mexicana contemporánea?

Posiblemente no haya leído suficiente de los mexicanos contemporáneos para poder contestar a esta pregunta, porque es un terreno muy vasto y no soy mexicanista. Pero es evidente que hay muchas voces muy diversas, y es posible que el presente sea distinto respecto del pasado en el sentido de que no hay voces tan destacadas y dominantes como Rulfo, Fuentes, Paz, Monsiváis o Arreola. Esto está pasando en muchas literaturas y es propio del desarrollo del sistema económico que, lo que fue muy sólido en determinado momento, pierda su solidez, se iguale, se disgregue… No significa que hoy no haya grandes escritores y libros extraordinarios. Tampoco hoy es posible una reedición del boom latinoamericano, porque ya fue, pero hay una cantidad enorme de voces muy distintas e interesantes en toda Hispanoamérica. Es sólo que el fenómeno económico, el fenómeno del mercado, no se produce de nuevo, no se repite en torno a tres o cuatro figuras. En cuanto a los contenidos de la literatura de los contemporáneos, son muy distintos; y está bien, porque si no, no serían artistas. Pienso en la exuberancia a menudo orientalista en la producción narrativa y poética de Alberto Ruy Sánchez, la sutileza de los cuentos de Socorro Venegas, las novelas kafkianas de David Toscana, el fabulador de talento cuasi oral que se percibe en las novelas y los cuentos rulfianos de Hernán Lara Zavala, las narraciones negras expresionistas y frenéticas de Élmer Mendoza, la exquisitez intelectual de Sergio Pitol o el realismo —pura ficción— tan genuino de Yuri Herrera. Ninguno es lo mismo.

El Festival Hispanoamericano de Escritores ha atravesado una pandemia mundial y una erupción volcánica en tierra propia desde su nacimiento en 2018. ¿Cómo han marcado estas vicisitudes la trayectoria del proyecto? 

Bueno, todos hemos atravesado una pandemia y un volcán, y más cosas, posiblemente. Ha sido un freno. Un baño de realidad cruda que nos ha hecho valorar mucho más lo conseguido y querer, al menos, mantenerlo, desarrollarlo en la medida de lo posible, conservar su esencia, y seguir dando pasos con más tiento, si cabe, pero firmes.  

Entonces, ¿podría ser este el año de la consolidación?

No lo sé, se viene hablando de «consolidación» del Hispanoamericano de Escritores desde la segunda edición. Luego vino la tercera con el Covid y la cuarta que la erupción nos obligó a cancelar una semana antes de su celebración. Yo, en cambio, creo que los proyectos de este tipo son muy frágiles, que en cualquier momento se pueden abandonar. Por eso requieren mucho cuidado, mucho cariño, y que todos los implicados demostremos interés por que siga adelante. No hay nada dado, se hable o no de consolidación. Pero es un buen proyecto con muchas posibilidades de beneficio para la ciudadanía. Por ahora, pese a los contratiempos, estamos de pie. 

«Hay que trabajar para que los autores canarios se incorporen a un espacio mayor que las islas»

¿Y diría que la cita ha calado entre la población palmera o es una asignatura pendiente?

Creo que sí ha calado y que es una cita muy valorada por la población palmera, incluso, por la gente que no va. Y eso está muy bien, porque la gente que no va dice «no es para mí, pero me gusta que se haga». Se ha entendido su importancia y se ha comprendido que es algo de gran calidad, que fomenta la lectura como pocas iniciativas logran hacerlo en un territorio, el canario, que precisa de ese fomento de la lectura, porque es de las comunidades en las que menos se lee. Veo que mucha gente se siente respetada debido a esta cita, porque no se les ofrece un sucedáneo, algo de andar por casa o una impostura sin sentido, y se dan cuenta y lo valoran. En cierto modo, el evento ha cambiado algunas cosas en La Palma, como es la consideración hacia los escritores y hacia la literatura por parte de mucha gente. El encuentro arroja un mensaje de dignidad en dos direcciones: en la dirección de los escritores por parte del público de la isla, que los valora más que antes, y en la dirección de la gente por parte de los escritores, que se entregan a ellos y ellos comprenden que es una suerte, un pequeño privilegio.

Uno de los aspectos más celebrados del encuentro reside en la cercanía e intercambio entre los participantes y el público, que es algo que se recupera por fin después de dos años de distancia y reclusión. ¿Qué otros mimbres destaca de esta edición?

El hecho de que, por primera vez, tengamos un país invitado y abordemos su literatura, su cultura, y se la ofrezcamos a los espectadores y lectores de La Palma, así como al resto de público que nos ve por streaming desde el resto de Canarias, la península y América, es una novedad y espero que resulte atractiva. Viene un país muy grande, en el que se concentra el mayor número de hablantes de español, poseedor de una literatura contemporánea y una tradición literaria incomparable con las de otros países. Y vienen a una isla, a un territorio pequeño. Va a ser un baño de México para nosotros. Pero, además, no debemos olvidar que el festival tiene público más allá de nosotros. Habrá mucha gente interesada en México o en los escritores que vienen conectada desde otras latitudes. México va a hablar desde La Palma.  

En cuanto a los participantes en el Festival, ¿cuál es el criterio de selección a la hora de confeccionar el programa? 

En este caso, por una cuestión de lealtad tanto a los autores invitados el año pasado como al público que los esperaba, hemos optado por rehacer la invitación a todos, sin excepción. Sabíamos que unos pocos, que finalmente han sido menos de 10, no podrían aceptar la invitación por uno u otro motivo. A estos los hemos sustituido, claro. Las razones de que no hayan podido estar son normalmente de agenda. Luego, el criterio de selección del año pasado, siendo México el país invitado, consistió en invitar a unos 20 autores de México, seguidos de unos diez o 12 escritores españoles (entre los cuales algunos son españoles de Canarias, claro). También intentamos incorporar en cada edición a escritores de las islas que no hayan participado aún. 

¿Puede avanzar nombres y procedencias a quienes no conozcan la programación?

Este año vendrán por primera vez Federico J. Silva y María José Alemán, los palmeros Lucía Rosa González y Oscar Lorenzo, y la profesora Blanca Hernández Quintana. Luego, volverán a estar Andrés Sánchez Robayna y los miembros del consejo asesor y de la Orden Galdosiana: Elsa López, Anelio Rodríguez Concepción y Yolanda Arencibia, además del presidente ejecutivo del Hispanoamericano, J.J. Armas Marcelo. Eduardo García Rojas estará en calidad de periodista cultural. Otros indispensables, ya no canarios, son el vicepresidente primero de la Orden Galdosiana, José Esteban, y su vocal, Valerie Miles. Y Gonzalo Celorio, que viene como escritor mexicano, pero, además de director de la Academia Mexicana de la Lengua, pertenece al consejo asesor del Hispanoamericano. ASALE, Asociación de Academias de la Lengua Española, continúa apoyando el proyecto y en su representación vendrá de nuevo su secretario, el lingüista Francisco Javier Pérez. Estará también la directora del Festival Centroamérica Cuenta, Claudia Neira, fundamental para proyectos futuros, así como el fotógrafo de escritores Daniel Mordzinski. Y, como editores, Margarita de Orellana, por México; y Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, por España. En cuanto a los escritores de península, este año tendremos a dos autoras que son prácticamente debutantes: Bárbara Mingo Costales y Marta Barrio, la primera en Caballo de Troya y la segunda en Tusquets. Los autores mexicanos que aún no he citado son Ana García Bergua, Aurelio Major, Brenda Navarro, Carmen Boullosa, Christopher Domínguez Michael, Enrique Serna, Jorge F. Hernández, María Baranda, Mateo García Elizondo, Myriam Moscona, Rubén Gallo, Sandra Lorenzano y Sealtiel Alatriste. 

Ante la cartografía de este cruce de caminos, ¿diría que la literatura escrita en Canarias es conocida y valorada al otro lado del Atlántico?

No creo que se conozca, o tal vez debería decir que no existe, como tal por eso mismo, porque no nos hemos relacionado lo suficiente. Por otra parte, es fácil identificar más o menos una literatura con un territorio si se trata de un país, pero Canarias no lo es. La literatura escrita por autores de las islas se conoce fuera de España, no por sus logros en Canarias, sino por sus logros en el país, en España. En este sentido, hay que decir que Canarias cuenta con dos autores con bastante presencia en Hispanoamérica: Juan Cruz y J.J. Armas Marcelo. No está mal. Otras comunidades autónomas no pueden decir lo mismo. De hecho, me parece que la literatura española en general suele relacionarse regular con los lectores de allá. 

«En las Islas faltan más espacis en los que los autores puedan dialogar entre sí»

En este sentido, sí late una voluntad, desde las islas, de tender puentes entre las tradiciones y corrientes literarias de ambas coordenadas.

Aquí tenemos a Andrés Sánchez Robayna, conocedor de y conocido en Hispanoamérica, pero no por ser canario, claro, sino por sus aportaciones y sus vinculaciones. En el ámbito académico, sé que Alicia Llarena trabaja también en asuntos relacionados con la literatura de algunos países de allá, y Antonio Jiménez Paz con la poesía de Costa Rica. También Ernesto Suárez se vincula bastante con los venezolanos. Y últimamente veo que hay revistas digitales canarias que tratan de conectar autores de diversos territorios. Ese es un buen camino. En la primera década del 2000 nos aventuramos cuatro escritores, dos venezolanos y dos españoles —Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, Ernesto Pérez Zúñiga y yo— a hacer una entonces muy novedosa revista digital de narrativa, La Mancha Literaria, que incluía cuentos tanto de autores hispanoamericanos de todas las generaciones como españoles. Hicimos 30 números y era muy estimulante observar que la revista se leía en toda América, incluido en EE.UU. De aquellos barros, también, estos lodos del Hispanoamericano de Escritores. Me parece que hay que trabajar en el territorio de la lengua, no en el territorio chico, pero hay que hacerlo por arriba, con los escritores internacionales y relevantes o con los raros extraordinarios, porque hacerlo por abajo es muy fácil y no saca de pobre.  

¿Considera que, en general, Canarias adolece de la falta de «espacios literarios», empleando el término acuñado por el crítico Maurice Blanchot, que promuevan el encuentro y el diálogo entre escritores y letraheridos, sobre todo, de las islas?

 Creo que en las islas hay muchos espacios en los que participan los escritores de las islas entre sí. Lo que faltan son espacios en los que los escritores de las islas dialoguen con escritores de otros territorios. Y es una pena, porque eso aísla y genera dinámicas endogámicas. Hay que trabajar para que los escritores canarios, en la medida de lo posible, se incorporen a un espacio mucho mayor que las islas, que es el de la lengua. Me parece que tenemos que tender a premiar las iniciativas editoriales que trabajen hacia fuera de las islas, tanto porque lleven afuera a los autores de las islas como porque publiquen a autores de fuera desde las islas. Me temo que ambas cosas van unidas: para llevar afuera a los mejores autores de las islas hay que publicar desde las islas a los mejores autores de la península e Hispanoamérica, y esto no lo estamos haciendo.

¿Cuáles son sus objetivos, a medio y largo plazo, al frente del Festival Hispanoamericano de Escritores?

Comparto con J.J. Armas Marcelo la idea de internacionalizar el evento en la medida de lo posible. Y tenemos proyectos en este sentido. 

Con todo, si pudiera pedir un deseo para la isla de La Palma, ¿cuál sería?

Que las promesas de recuperación se cumplan.

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