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Libros

Rafa Cervera: "Cuando uno acaba de escribir es como si rompiera una relación"

En 'Canción para hombres grandes', Cervera relata las relaciones homosexuales de un hombre divorciado para meditar sobre el amor, el placer, la vejez y la libertad

Rafa Cervera. Germán Caballero

"Este libro es como es y no puedes esperar que todo el mundo lo entienda y lo reciba con los brazos abiertos", confiesa Rafa Cervera (València, 1963) antes de empezar esta entrevista para hablar de ‘Canción para hombres grandes’ (Jekyll & Jill, 2022), su última novela. ¿Su temor es que esta historia sobre un hombre que, tras divorciarse de su mujer, empieza a mantener relaciones con otros hombres sea tomada como una novela de género? "No es un libro de género -subraya- no va destinado a un público determinado. La homosexualidad es aquí un prisma a través del cual hablar de otras cosas. Pero es cierto que al hablar de lo que habla y de forma bastante abierta, puede ser una lectura algo más incómoda para determinado público. Es evidente que un heterosexual no lo leerá de la misma manera que un homosexual, pero tampoco todos los homosexuales lo leerán igual".

Es un libro que cuestiona lo que se suele entender como masculinidad, deseo, sexo o erotismo.

Sí, es un libro lleno de preguntas pero no hay respuesta a nada. He evitado los juicios y he dejado que cada persona interprete las cosas a su manera. La vida está llena de zonas grises y esta novela transita mucho por ellas.

¿Y a usted escribirlo le ha dado alguna respuesta?

Me ha servido para examinar determinados comportamientos que he experimentado y para tomar distancia de algunos temas, pero no me ha aportado ninguna respuesta. De hecho, me han surgido más preguntas. Conforme más mayor me hago y más imprevisible se vuelve todo, menos respuestas tengo para nada.

¿Diría que su anterior novela iba sobre usted y que en esta se diluye en varios personajes?

Esta es una ficción completa, pero soy un autor perezoso y cuando me pongo a escribir echo mano de lo que tengo más cerca. Me valgo abiertamente de lo que más conozco y por eso es inevitable que, por muy ficción que sea, el lector quiera buscar al autor en la novela. Donde más soy yo es en los diálogos que mantienen los personajes sobre literatura. Ahí si me meto en la conversación porque es un tema al que le doy muchas vueltas.

Escribe, por ejemplo, que la literatura es una declaración de amor y que si no es correspondida, es un acto estéril.

Sí señor, y que cuando uno acaba de escribir es como si se rompiera una relación muy íntima. Y que lo que has creado pasa a ser de dominio público y rara vez es interpretado como tú esperabas. Pero eso es lo normal y lo que tiene que ser. Los libros tienen su propia vida desde el momento en el que caen en manos de los lectores.

Es una novela que diluye fronteras entre amor, sexo, edad, placer, felicidad.

Más que diluirlas, me las he cargado. Efectivamente, creo que el sexo es una cosa demasiado compleja para ponerle compartimientos. Y que cada uno elige su sexualidad pero eso no significa que algún día pueda cambiarla o expandirla. En cuanto a la edad y el amor, cuando tienes una determinada edad la inocencia de enamorarse ya no sirve porque uno ya lleva su equipaje. Quizá es menos romántico, pero es más práctico. En cuanto al sexo, todos sabemos que cada vez impera más la juventud y la inmediatez y que parece que cuando cumples determinada edad el sexo deja de existir. Por eso he querido mostrar que hay gente que vive la sexualidad como la viven los personajes de la novela.

¿A usted le ha costado aceptar ser un "hombre grande" como los de su novela?

Sí, claro, porque nunca es fácil hacerlo. Tienes un tipo de vida y de repente descubres que quieres tener otro, pero esta sociedad no nos prepara para hacer determinados tránsitos sin sentirte culpable o avergonzado. Yo soy una persona privilegiada porque por mi educación y el ambiente en el que me he movido, siempre he sido muy abierto. Me he criado escuchando y leyendo cosas que hablaban de todo esto, y la homosexualidad, la transexualidad, la bisexualidad o el lesbianismo siempre han formado parte de mi vida. Yo a los 17 años sabía que en la Factoría Warhol había transexuales, y que Lou Reed tenía una amante transexual y que mantenía relaciones tanto con hombres como con mujeres… Todo eso te ayuda a entender las cosas de cierta manera.

Defiende que ser homosexual consiste en llevar a cabo una revolución y que es "la manifestación audaz por excelencia".

Es que es así. La opción de romper con el convencionalismo de que se supone que eres de una forma durante toda tu vida, es una forma de demostrar a los demás que nada está escrito en piedra y que no hay nada de malo en que una persona cambie su orientación sexual. Es una reivindicación del individuo más allá del colectivo y las etiquetas, ser lo que necesitas ser sin pedir permiso a nadie, y eso en el mundo de hoy es revolucionario.

De todas formas, el protagonista tiene cierta añoranza del sexo femenino.

Sí, y del cuerpo de la mujer. Es otra de las fronteras que se cruzan sin preocupación en la novela porque para mí nada está cerrado ni nada es exclusivo. Todo es más fluido de lo que en un momento dado nos empeñamos que ha de ser.

Hay mucho sexo pero apenas lo describe. ¿Por qué?

No es una cuestión de mojigatería, es porque abogo por la imaginación para hablar de sexo. El sexo en literatura no es igual que en el cine, y por eso en este libro prefiero enunciarlo a explicarlo. Que cada persona que lea el libro se imagine lo que pasa cuando se cierran las puertas o se apaga la luz. La imaginación y el sexo están estrechamente unidos, y en esta época en la que el sexo está en todas partes, que abres el teléfono y descubres 500 prácticas sexuales que ni sabías que existían, quiero que cada cual lo construya a su manera. Si tiene ganas, claro.

Me pasa que cuando leo una escena sobre sexo me suele parecer que el autor es un pedante o no lo ha practicado demasiado.

Sí, es una parte por la que, como autor, no quiero pasar. En este tipo de situaciones se tiende a dar unas explicaciones y hacer unas descripciones que no me interesan para nada: que si su miembro era tal, que si su rostro denotaba tal… No me interesa. Al lector hay que darle la opción de que construya por sí mismo lo que está pasando.

¿Cuántos de los "cuerpos", y sus respectivos polvos, que enumera en la novela son reales?

He conocido y me han contado mogollón de historias y me he inspirado en algunas de las más suaves. Pero la gran mayoría son fruto de mi imaginación. En estas cosas es mejor partir de cero, inventárselo todo. E incluso siendo consciente del riesgo de que nunca te van a separar a ti del protagonista, confieso que algunas veces he cargado las tintas a propósito.

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