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Andrés Molina Cantautor

Andrés Molina: «Sobre un escenario las canciones hablan por mí»

Andrés Molina (1963, Tenerife) durante un concierto. | | E.D.

Al igual que el Guadiana oculta su presencia en algunos tramos de su curso, el cantautor Andrés Molina (1963, Tenerife) no esconde que suele vivir en la sombra. Que nunca se ha marchado del todo porque la música siempre agita algo en su interior. Anoche regresó a un escenario para interpretar un puñado de canciones en el Cine Viejo de Candelaria.

¿Hay que ser un valiente o no gustarle nada el fútbol para programar un concierto a la misma hora en la que Liverpool y Real Madrid se juegan la Champions?

No es una cuestión de valentía o no. Un músico debe trabajar cuando lo llaman. Eso es lo importante. Yo agradezco a la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Candelaria que hayan contado conmigo: el concierto se grabó para moverlo a través de las redes sociales.

¿Andrés Molina siempre acaba volviendo?

Yo nunca he dejado de estar. La pandemia se llevó por delante muchas cosas que iban a ser buenas y potentes, pero lo más importante es que seguimos vivos y con ganas de acometer nuevos proyectos.

Mire que le han dado vueltas a Yo también nací en el 63.

Unas cuantas... Una de ellas en un texto de Leonardo Padura en el que se citan unos versos de la adaptación que le hice a Víctor Manuel.

¿Aquello se convirtió en una aventura cien por cien natural?

Esa canción nació sin presión y creció de manera natural: José Antonio Pérez (Radio Club Tenerife) la presentó en la radiofórmula 40 Principales y tuvo un eco nacional que llamó la atención a Víctor Manuel. Él fue quien tomó la iniciativa de decir que «si la adaptábamos la podría cantar Ana Belén». Años después sigo teniendo una sensación de agradecimiento porque alrededor de esa letra no han parado de ocurrir cosas buenas.

¿La intuición nunca se apaga?

Yo confío mucho en ella. En esa intuición para dar forma a un tema sin cortapisas y que consiga escapar de los veredictos de los jueces que llevamos en nuestro interior. Todos tenemos miedo al qué van a pensar de mí pero cuando la emoción fluye hay que dejar a un lado a los ruidos que intentan condicionar un proceso creativo... Así nació Flores nuevas. Por aquel entonces estábamos grabando con El Taller las voces del disco Identidad y nos pasamos toda la noche trabajando. De camino a casa, en torno a las siete de la mañana, le iba dando vueltas a la cabeza a lo que quería hacer. Llegué, pulsé el REC de la grabadora y toqué el piano.

¿Estarían contentos los vecinos?

La casa estaba en Núñez de la Peña (La Laguna), los muros eran más gruesos que los de ahora y los únicos que podían despertarse eran las personas con las que compartía techo. Lo que le quiero decir con esto es que cuando se enciende algo dentro de ti lo tienes que sacar porque igual no regresa.

¿Siempre hay una más?

No lo sé [silencio]. La vida no es nada cómoda y me he acostumbrado a vivir el momento como si fuera una experiencia irrepetible. Hace poco me tocó sufrir la pérdida de un amigo con el que compartía planes de composición que se han visto alterados para siempre. Ahora es el momento porque nunca sabes lo que vendrá mañana... Estoy en una fase en la que no me quiero aburrir. Dejar de sentir vergüenza y disfrutar el momento es un reto atractivo cuando decides probar cosas nuevas. El miedo a equivocarme no es un buen compañero de viaje.

¿Esa vergüenza que acaba de mencionar la pierde cuando sube a un escenario?

Soy cantante y compositor, no un filósofo que imparte lecciones en un concierto... Sobre el escenario las canciones hablan por mí. Todos necesitamos conectar con ese instante de creatividad en el que las emociones deben aparecer de una manera equilibrada. No estoy descubriendo la pólvora cuando le digo que todos tenemos un componente creativo que en un concierto se transforma en un camino de ida y vuelta entre el artista y las personas que acuden a un teatro a escuchar canciones, no poesía y literatura.

¿Se considera un superviviente de la escena musical canaria?

¿Un superviviente? No lo sé. Hace unos años estaba sentado en un sofá con mi hijo y se le ocurrió decirme: «Papá, tú eres muy valiente». Esa era la frase que necesitaba oír en aquel momento y la pronunció un niño de 3 años. Ese hecho resume un montón de circunstancias que he ido acumulando desde que decidí que la música sería algo valioso en mi vida... Yo no sé quién soy para muchas personas, pero sí lo que he querido ser. Todos somos supervivientes de algo que ha ocurrido a nuestro alrededor.

¿Cómo será su próxima canción?

La que está por venir aún es una incógnita, pero la última o la penúltima la compuse en plena pandemia y se llama Yo sé que puedo ayudar. Es una canción que resume la fragilidad humana ante un episodio tan abrumador que se empeñó en tratarnos como unos seres inservibles frente a una crisis sanitaria insospechada.

¿Utopía es algo más que un concierto?

Sí que lo es. Llevo haciendo esto toda la vida y me lo he peleado. Sé que muchas veces he estado en la sombra, pero estar siempre he estado. No sé si esto es una obsesión, pero cuando estoy en casa y oigo tres sonidos seguidos lo que a mí me sale es un parapapu chan, chan. Parte de esta diversión es lo que quiero transmitir al público que está dispuesto a pasar un rato en compañía de un puñado de canciones y cantante.

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