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La locura pop

Historietas que abundan en la conexión entre la mirada a la cultura popular y el cómic

Portadas de ‘Madman’ y ‘Laberintos’. | |

Que el arte pop está ligado a la historieta es un hecho indiscutible: la mirada a la cultura popular que se plantea desde los movimientos artísticos pasa necesariamente por la inclusión del noveno arte en sus planteamientos, desde la apropiación de Liechtenstein hasta la reflexión de la figuración narrativa, en una larga lista de préstamos e intercambios fructíferos que llega hasta nuestros días. Sin embargo, esta relación no es unívoca: el cómic fue pronto autoconsciente de su papel protagonista en la cultura pop y ha creado un camino de reflexión de ida y vuelta al incluir también las expresiones más comunes de la creación blockbuster en las viñetas, en un juego de metaficciones que van desde el homenaje irredento a la crítica más acerada y reflexiva.

Dentro de esa primera opción podríamos encontrar una serie carismática de los años 90: el Madman, de Mike Allred. Un personaje que nace como un homenaje al cine de serie B de terror haciendo protagonista a un joven y desmemoriado Frank Eisntein, muerto y revivido por la ciencia de unos doctores Boiffard y Flem que evitaban la referencia al monstruo de Shelley bautizando al suyo en honor a Frank Sinatra y Albert Eisntein. Pero la devoción de Allred por Kirby y Ditko obligaría a que las aventuras de Madman giraran casi inmediatamente a una psicodélica revisión del género superheroico que se movería entre la ingenuidad, el absurdo y cierto surrealismo, cimentado siempre en el uso continuado de referencias pop que van desde cine a los juguetes pasando, por supuesto, por la propia historia del cómic. Villanos malvadísimos que interfieren con sus malignos planes en lo único que importa a Frank, el amor por su amada Joe, auténtico leitmotiv de una serie que durante treinta años ha ido evolucionando y encontrando su razón de ser en el juego referencial y, precisamente, en el disfrute desprejuiciado de los géneros como motor del juego y la imaginación, pero convirtiéndose a su vez en insignia de la creación y edición independiente que ha generado no pocos cameos del personaje. La editorial PlanetaCómic (con traducción de Nacho Bentz) ha comenzado a recuperar la serie en gruesos integrales de casi 700 páginas que aprovechan el brillante recoloreado de Laura y Han Allred para potenciar el espíritu pop y festivo de la serie.

La locura pop

La locura pop Alvaro Pons

Pero la segunda opción tiene nombre, el de un autor que ha sabido exprimir las procelosas raíces de la cultura pop: Charles Burns. Su aproximación a los principios que fundamentan la imaginería popular moderna es también una compleja revisión de la apariencia jubilosa de su naturaleza, que explora sus límites ocultos para encontrar perturbadoras conexiones entre la ficción y una asimilación patológica que la transforma en realidad inquietante. Laberintos (Reservoir Books, traducción de Carlos Mayor) es la primera entrega de una nueva trilogía, donde el foco de la aventura tintinesca de su anterior saga pasa a la influencia del cine de terror y ciencia-ficción de serie B en lo cotidiano. Las imágenes icónicas de La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel son el principio de una inmersión en una demencia que encuentra en la fantasía que refulge en la gran pantalla la puerta de entrada a un laberinto sin salida. Como siempre en la obra de Burns no hay una expresión explícita de los peligros, sino un dibujo limpio y aséptico que conforma una atmósfera agobiante y opresiva, generando una extraña sensación que contagia toda la lectura hasta transmitir la obsesión como un sentimiento que desborda la viñeta hasta producir un escalofrío que recorre la columna desde esa primera imagen de portada que nos da la espalda ante un paisaje ignoto.

Dos formas de analizar la relación entre la cultura popular y el cómic. Dos formas de disfrutar de la lectura.

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