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Óbito

Adiós al maestro de la novela negra

Domingo Villar, de 51 años, no se recuperó del ictus sufrido el lunes | Galardonado como Vigués Distinguido este año, situó a la ría como su “paraíso perdido” | Trabajaba en la cuarta novela sobre el inspector Caldas

El escritor Domingo Villar posa en el Puerto de Vigo en 2019. Marta G. Brea

Un hombre bueno, tímido y cercano que dejará un vacío personal aún más grande que el literario. La muerte de Domingo Villar Vázquez (Vigo, 1971-2022) ha conmocionado a amigos, familiares, compañeros y seguidores del escritor, quien no se pudo recuperar del ictus sufrido al comienzo de esta semana. La noticia de su ingreso la madrugada del lunes en el Hospital Álvaro Cunqueiro por una hemorragia subaracnoidea los mantuvo en vilo durante sus 48 horas en la UCI, confirmándose el fatal desenlace en el mediodía de ayer. La trilogía de “Ollos de auga” (2006), “A praia dos afogados” (2009) y “O último barco “(2019) lo había situado como el gran referente de la novela negra en Galicia y España, alcanzando la categoría de best-sellers sin renunciar a las raíces de su creador.

Con él se sentaron las bases del boom del “fenómeno Vigo” y su ría para rodajes y turistas en esta década. La aparición del cadáver de un marinero en la nigranense playa de Madorra fue llevada al cine por Gerardo Herrero en 2015 con actores como Marta Larralde o Luis Zahera. En la orilla contraria, las rutas guiadas por la moañesa parroquia de Tirán siguen cautivando a quien busca la casa azul de Mónica Andrade más allá de la terraza del Maruxía o las playas vírgenes de este mirador a quince minutos en barco de la urbe olívica. El mismo definía a Vigo como su Ítaca particular. Un “paraíso perdido” al que se transportaba cuando cerraba sus ojos a la hora de escribir y su memoria sentimental le agasajaba con las imágenes de su niñez y juventud. A ese lugar en el que fue feliz, y al contrario de lo que reza el dicho, volvía unas cinco veces al año aunque “no era todo lo que quisiera”. En una de esas visitas para cuidar de su madre le sobresaltaría esta “emergencia neurológica devastadora” como la califican los médicos, ya que cuenta con una mortalidad del 30% en los días siguientes al ingreso hospitalario. Este tipo de ictus es propio en personas de unos 50 años y está precedido de un fuerte dolor de cabeza.

Orgulloso y distinguido vigués

El pasado 24 de marzo recibía emocionado y agradecido su galardón como Vigués Distinguido en el Teatro García Barbón. Era el cénit de medio siglo de amor a la ciudad que le dio la vida y un escenario para ambientar las investigaciones de Leo Caldas, el inspector aragonés del que llegó a decir que estaban ”hemanados” al ser los dos hijos de un bodeguero. La céntrica Taberna Eligio, lugar favorito para cenar del detective, permanecería cerrada durante su lucha entre la vida y la muerte al coincidir con el Día das Letras Galegas, reservando el local el miércoles para que sus más allegados pudieran brindar por él y su recuerdo. Durante esos días el cielo lució un aspecto similar al “temporal de lluvia y viento” que precedió a la desaparición de la protagonista de su última obra, como si la costa gallega también llorara su partida.

Ese lapso de diez años entre sus dos últimas obras estuvo marcado por el fallecimiento de su primer lector y oyente, quien le transmitía sus primeras observaciones en cada historia y apreciaba la musicalidad de los textos. La muerte de su padre en diciembre de 2013 provocó un giro de 180º en su siguiente novela ya que consideraba que estaba “falta de hondura”. De esta forma las 500 páginas de “Cruces de Pedra” desaparecerían para llegar a las 700 de “O último barco” en la que la paternidad y las relaciones familiares son un pilar básico. Desde entonces, al término de cada capítulo los leía en voz alta en gallego y castellano a su mujer Beatriz y sus hijos Tomás, Mauro y Antón; a los que también lograría transmitir su pasión por el Celta y su cantera. Fue testigo de cómo los jóvenes que se fueron enganchando a la literatura con sus lecturas siguieron creciendo con él, sirviendo de inspiración para artistas –reconocidos y anónimos– que hoy también abrazan a Leo Caldas al sentirse también huérfanos.

Manuscrito del comienzo de O Último Barco, su tercera novela. | M. G. B.

Últimas obras

La trágica noticia ha pillado al inspector maño “trabajando porque han aparecido unos restos humanos en una gruta frente al mar”. De esta forma avanzaba Villar la trama de su próxima obra y para la que ya tenía escenario. Durante la pandemia había trabajado en “Algunos cuentos completos” (Siruela, 2021) en la que se estrenaba en esta faceta de narrador con las historias que había transmitido a sus allegados durante quince años con Galicia, el mar y la magia como ejes fundamentales. Al mismo tiempo, Xerais publicará próximamente el relato “O Arroaz” dentro de una recopilación de varios autores. Serán los últimos billetes para embarcarse al mundo que el escritor ideó desde las orillas de la ría de Vigo.

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