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Canarias, a la cola de películas estrenadas en España

Los datos sitúan a las Islas en el décimo

puesto, sin alcanzar aún el ritmo precovid

Canarias, a la cola de películas estrenadas en España

La cultura audiovisual proporciona reflexión, profundidad e imaginación en la mirada de quien visiona las creaciones dadas por el séptimo arte, pero, ¿qué pasa cuando las producciones no alcanzan a atravesar el océano y se quedan en el borde peninsular? ¿Cómo habla de la dinámica cultural de las Islas y del imaginario que se da en ellas? Son algunas de las preguntas que asaltan cuando se analizan los datos del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, adscrito al Ministerio de Cultura y Deporte, sobre el número de películas estrenadas y en qué salas de cine fueron proyectadas que sitúan a Canarias como la décima comunidad autónoma en el período entre 2019 y 2021, por detrás de Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía.

Por orden, la clasificación sería en términos absolutos Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, País Vasco, Castilla y León, Galicia, Islas Baleares, la propia Canarias, luego, Aragón, la Comunidad Foral de Navarra, Cantabria, Castilla - La Mancha, Región de Murcia, La Rioja, Principado de Asturias, Extremadura, Ceuta y, por último, Melilla. Así, piezas como Bajocero, Seis días corrientes, Quién lo impide, Queridos camaradas, Noche de fuego, ¿Conoces a Tomás?, ¿Qué hicimos mal?, 23 paseos, 4 días, The Sparks Brothers, Un bocado exquisito, Un cuento de tres hermanas, Un efecto óptimo, La última primavera, La vampira de Barcelona, Cuando fuimos brujas..., no han viajado a la ultraperiferia, donde la pandemia ha tenido un papel decisivo en este último trienio traduciéndose en 419 películas estrenadas en el año 2019, el descenso a 212 en el 2020 debido a los cierres del confinamiento y volviendo a repuntar con 313 nuevas películas en 2021. La actividad comercial que se aprecia en estos números adquiere un contexto más amplio con la publicación del informe Anuario 2021/2022 Tendencias, elaborado por el Observatorio Audiovisual Europeo, en el que cifra en un 55% las pérdidas de las taquillas de los cines europeos.

Las estadísticas

A partir de la petición realizada a través del Portal de Transparencia, el organismo independiente detalla el número de proyecciones de estos estrenos en las salas de cine en el estado español sobre las que sacar algunas conclusiones. La primera de ellas es que aún no se han alcanzado las cifras prepandémicas, siendo el 2019 uno de los años culmen del sector; también, hay una diferencia notable entre la provincia de Las Palmas, con 3.354 proyecciones en sala de estrenos, mientras que en Santa Cruz de Tenerife se producían unas 2.610 proyecciones, es decir, un total de 5.964 en Canarias, al contrario que las 32.667 reproducciones de Cataluña o las 23.685 de Andalucía a causa de una mayor red de salas. Además, las islas capitalinas, con siete cines en la capital grancanaria y tres en la tinerfeña, copan la oferta con grandes superficies comerciales, a diferencia de las no capitalinas, con El Hierro y La Gomera sin ningún espacio disponible.

Al mismo tiempo, la desaparición de algunos lugares insignes de la oferta cultural ha socavado la oferta de cine independiente como la que ofrecía Multicines Monopol, al margen de los taquillazos que inundan los fines de semana. La ausencia de este espacio emblemático de la urbe, cerrado ante la incapacidad de remontar la crisis sanitaria, es notoria puesto que era la sala con más estrenos, tres o cuatro semanales, que superaban con holgura a sus competidores directos. De los 251 estrenos que hizo en 2019, mantuvo el pulso en 2020 con 110 estrenos, mientras que el segundo en lista Cinesa El Muelle cayó de los 161 a los 71 títulos.

Laura Melo, administrativa de la empresa familiar, resume la situación en que no se cubría «ni una cuarta parte» de los gastos. «Creemos que el cine ha muerto como oferta de negocio o, que en todo caso, está a punto a causa de las nuevas tecnologías que tenemos y las que nos esperan». No es pesimista, solo analiza un sector que, dadas las cifras, no ha recuperado el 50% de la taquilla anterior a la covid-19. La diferencia en la actualidad está en la apuesta por las grandes distribuidoras en vez de las independientes, «las pequeñas están extinguiéndose o hacen alianzas, al fin y al cabo, pasa lo mismo en todas las crisis: los pobres se empobrecen y los ricos se enriquecen». Conocían a su público, que acudía a ver comedia, romance, drama y huía de las aglomeraciones, «la gente iba sabiendo que algo de lo que hubiera les iba a gustar».

Pasea por el interior del recinto y abre las salas, mira los mensajes del público que piden su regreso en redes sociales y hay una pátina de melancolía en la pantalla grande que recogió a tantas personas con los ojos embelesados. No cree que vuelvan, «es difícil reabrir y habría que hacer una inversión potente, como ha ocurrido en Siete Palmas [en referencia a Ocine]», pero no deja de lanzar algunas propuestas a quienes fueran sus homólogos, «hace falta una apuesta por ese cine que daba el Monopol y, si una multinacional lo hiciera, el público volvería a ver esas películas». Si bien las versiones originales son más frecuentes y los trabajos galardonados por los grandes premios como los Oscar o los Goya se hacen su hueco en la cartelería, hay un hueco que, por cifras y criterio, es insalvable.

Así lo entiende Vicky Pérez, presidenta de la Asociación de Cine Vértigo, quien no sabe en qué momento se enamoró de la pantalla, pero sí de las primeras veces que la sala la engulló sola. «Salvo raras excepciones como la proyección de Alcarrás [la obra de Carla Simón premiada en la Berlinale] en el Yelmo de Las Arenas, la programación es la misma en todos», sentencia. «La falta de diversidad, sobre todo cuando hablamos del cine que nos hace pensar, siempre es negativo porque terminas acostumbrándote a ver siempre lo mismo, por lo que te conviertes en un público poco exigente si no conoces otra cosa».

Empleo vs. cinefilia

Claudio Utrera, fundador y exdirector del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, entiende que hay un diálogo entre el criterio comercial, pues el sector atiende a las demandas del negocio, y el criterio artístico y estético del que gozan los especialistas en cinematografía. «No le doy la espalda a películas como The Batman, que es una obra maestra», defiende, aunque entiende que la industria atraviesa una etapa de desconcierto en cuanto a la distribución y proyección en salas. «Hay una absoluta puntualidad, incluso una especie de monotonía, a falta de una empresa que decida ofrecer una programación alternativa». En cualquier caso, lo atrae la idea de hábito. «El cine nació como un espectáculo de barracas que hoy día requiere del compromiso cultural» y él, ducho en los festivales internacionales, sabe que las plataformas digitales han venido para quedarse, siendo él mismo quien las utiliza para mantenerse actualizado de las novedades del celuloide.

Canarias, plataforma internacional de rodajes, adolece de esa cultura cinéfila, puntualiza Luis Miranda, actual director del Festival y especialista en la materia. «Desde la década de 2010 vimos una dinámica más ecuánime y diversificada, solo que la pandemia lo ha hecho de forma más abrupta», dice recordando que ya en aquel instante se veía que las grandes productoras de Hollywood solo llegaban a amortizar los gastos de publicidad. «Hablamos de una transformación en el consumo del sector tanto a escala nacional como supranacional», puntualiza.

El fenómeno, acusado en otras ciudades, lo relaciona con una conversión cultural «inherente a la época» donde la experiencia del espectador transita hacia la actitud del consumidor que tiene ante sí una amplia variedad de ofertas. «La movilización por espectáculos, como en teatros o auditorios, está siendo sustituido por una práctica cultural que vive más disgregado en las redes y las imágenes y, aunque se ha desarrollado un tejido inimaginable de profesionales, hay una desproporción en cuanto a la cultura cinéfila comparado con otras ciudades; es necesario ofrecer esa cultura a quien lo desee ver en esas Islas». La cuestión es mantener la atención en la acción cultural más que en «ese fantasma de la planificación», atento y dispuesto a ver qué ocurre en un sector que busca alternativas y ofrece experiencia, aunque en Canarias sean menos.

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