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Cómo ser libre

‘Amor’, de Maayan Eitan, es un libro movedizo que obliga a una andadura atenta

La ironía es un arma delicada. Corta y hiere. Y obliga a sospechar. La complacencia no se encuentra entre sus inquietudes. Tampoco las ganas de agradar. Titular Amor una historia narrada por una puta es una decisión irónica que esconde una proclama: «Abandonad toda esperanza de inocencia los que entréis en esta historia». El lector hará bien en asumir esa advertencia, porque este libro movedizo y sugestivo no regala un mapa para moverse por sus páginas, sino que obliga a una andadura atenta y desnuda. No sólo cada palabra y gesto cuenta, sino que cada palabra y gesto engaña, demanda recapitular lo leído, encapsula al viajero en una peripecia desconcertante, que exige poner en suspenso las certezas narrativas.

Su autora, Maayan Eitan, escoge una voz que cuenta, Libby, que habla por sí misma pero también por sus compañeras. Su yo es un tú que es un ella que es un nosotras. Una puta que es todas las putas y que es también la voz de lo que no se puede decir, de lo que sólo se puede mostrar: las argucias del sexo, las ofensas de la violencia, los escenarios de la humillación, el alivio de las drogas, el infierno de las autolesiones, el escarnio del abuso, la esclavitud de la carne, la ferocidad del patriarcado, la gramática del poder. Libby fatiga la noche, sube y baja de coches conducidos por chóferes estoicos, entra y sale de apartamentos donde la esperan hombres de negocios y judíos ultraortodoxos, construye formas de la sororidad junto a otras mujeres de nombre cambiante y biografía esquiva. Libby desnuda para nosotros su vida y al instante la niega. Da voz a la comunidad («Erais rubias y en verano se os quemaban las puntas del pelo») para cancelarla a continuación («No: teníais la melena negra, rizada»). Es una narradora tan poco fiable como poco fiable es la palabra «amor» pronunciada en una conversación telefónica entre un proxeneta y un cliente.

He leído Amor como un texto ardiente y sincero, amparado tras una estructura sinuosa, que busca responder a una pregunta que tantas mujeres se siguen haciendo hoy día: dónde reside la libertad en un mundo dominado por los hombres, cimentado en sus pasiones, organizado en torno a su concepto de propiedad. Me baso para escribir esto en un instante que casi pasa inadvertido, y en el que Libby menciona a dos mujeres llamadas Molly y Anna. Quiero pensar que esas dos mujeres no pueden ser otras que Molly Jacobs y Anna Wulf, las protagonistas de El cuaderno dorado, esa biblia de la ficción feminista con la que Doris Lessing rompió para siempre, un día de 1962, las reglas del juego del canon literario. Y aunque es una pista frágil, y fundada tan sólo sobre una filia innegociable, estoy convencido de que ese es el tema de este pequeño gran libro: el relato esquivo, por momentos esquizoide, siempre abrasador, de una mujer que se pregunta cuál es el precio que debe pagar para ser libre.

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