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Arte

Sentir el arte, de Abad a Plans

La Fundación CajaCanarias inaugura la exposición con los fondos de su colección titulada ‘Percepción. La retórica de lo ausente’ que estará abierta hasta el 28 de mayo

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Nueva exposición sobre los fondos de CajaCanarias Carsten W. Lauritsen

Sentir el olor a mar que se desprende de un lienzo de Guezala o intuir el movimiento en una veleta de María Belén Morales. La Fundación CajaCanarias plantea una dinámica sensitiva a partir de las más de 70 obras de arte integradas en ‘Percepción. La retórica de lo ausente’, la nueva muestra con la que la institución revisa su colección y que estará abierta en su sede central de Santa Cruz hasta el 28 de mayo.

La colección de arte de la Fundación CajaCanarias custodia unos 1.500 tesoros. Es, sin duda, uno de los fondos privados más importantes del Archipiélago. Este viernes, la sede central de la entidad abrirá al público un proyecto expositivo que bucea entre esas joyas para trazar nuevas lecturas. Percepciones. La retórica de lo ausente es una revisión sobre esos fondos únicos a través de la óptica de las sensaciones humanas.

Sabina Cuesta de Ganzo es la comisaria de esta muestra, que aglutina más de 70 obras del fondo de arte de la colección CajaCanarias. «Entre las piezas podemos encontrar artistas como la gran Lola Massieu o Manolo Millares y otros más recientes como Paula Calavera, Carlos Nicanor o Pepe Dámaso. También están algunos artistas extranjeros con gran vinculación con el Archipiélago como Dokoupil», explicó la responsable de la exposición.

La inauguración de Percepciones. La retórica de lo ausente tuvo lugar este jueves con la presencia de varios de los creadores cuyas piezas pueden verse desde este viernes en el edificio de la capitalina plaza del Patriotismo. El discurso que articula esta muestra es el de las sensaciones, las físicas y las emotivas. Es una invitación para adentrarse en el patrimonio artístico que custodia la Fundación desde un nuevo punto de vista. Estará disponible para su visita hasta el próximo 28 de mayo.

«El hilo conductor se centra en la percepción que un espectador tiene de una obra de arte, que a su vez es la percepción que un ser humano ha tenido de un fragmento de realidad», explicó Cuesta. Por ese motivo, los ámbitos en los que se ha organizado el recorrido no responden a una línea cronológica o académica. En una misma sala conviven el indigenismo y el arte abstracto, por poner solo un ejemplo. «Tenemos, por un lado, el ámbito de las emociones y, por el otro, el ámbito de los sentidos físicos. Seguimos la línea que John Locke presenta en su libro Sobre el abuso de las palabras». Según Locke, continuó explicando la comisaria, los estímulos que la persona recibe del exterior, y que son los que colaboran a que cada cual construya su propia imagen del mundo, vienen por dos vías: la intelectual –que son las emociones y las ideas– y la vía física –que son los sentidos–. «Partimos de esa base y pensamos en las personas que se acercan al arte sin un gran conocimiento previo pero con un bagaje propio –cultural y social– que es lo que les hace interpretar lo que están viendo. Teniendo en cuenta esa percepción de la obra, así construimos la invitación a seguir el recorrido de esta exposición», añadió.

Percepciones. La retórica de lo ausente es, por lo tanto, un abanico de emociones y sensaciones recogidas por los cinco sentidos y por eso las obras se articulan en torno a epígrafes como Gusto, Olfato, Tacto, Oído y Vista. El listado de firmas es impresionante, desde Pepe Abab (primero en la relación de artistas que en el catálogo aparece ordenado alfabéticamente) hasta Raquel Plans. En medio, todo un universo, estilos, formatos y varias décadas de genialidad: Ildefonso Aguilar, Esteban Arriaga, Marisa Bajo, Manuel Bethencourt, Félix Juan Bordes, Francisco Borges Salas, Cándido Camacho, Arminda del Castillo, Lola del Castillo, Juan Manuel Castro, Poldo Cebrián, Martín Chirino, Carmen Cólogan, Francisco Concepción, José Dámaso, Vicky Delgado, Gloria Díaz, Georg Dokoupil, Fernando Garcíarramos, Cristina Gámez, Juan Gopar, Gonzalo González, Manuel Martín González, Pedro González, Pedro de Guezala, Josep Guinovart, Luis Alberto Hernández, Román Hernández, Rosa Hernández, Lola Íñiguez, Pepa Izquierdo, Cho-Juaá, Guido Kolitscher, Emilio Machado, César Manrique, Julia Martín, Néstor de la Torre, Lola Massieu, Manolo Millares, Felo Monzón, María Belén Morales, Jorge Oramas, Francisco Orihuela, Ángel Romero Mateos, Ana Ruiz, Carlos Nicanor, Manolo Sánchez, Santiago Santana, Juan López Salvador, Eusebio Sempere, Pepa Sosa, Menchu Suárez y Manuel Lezcano.

«Hay todo tipo de estilos. Hay arte figurativo y arte abstracto mezclado en el mismo ámbito. No responde a ninguna estructura cronológica sino conceptual. Podemos encontrar a Ángel Romero Mateos al lado de Francisco Orihuela o a Borges Salas dialogando con Lola Massieu o Manolo Millares. Eso refuerza la idea de que la obra no tiene que ser toda igual para propiciar o fomentar un tipo de emoción o de percepción en el espectador. Una pintura nos puede despertar el recuerdo de un olor siendo de Ángel Romero Mateos, Esteban Arriaga, Néstor de la Torre o incluso de Pedro González con esos bodegones mucho más abstractos», detalló la comisaria. 

Inéditas

Percepciones. La retórica de lo ausente tiene también el atractivo de incluir piezas que no han sido expuestas hasta ahora. Es el caso de las dos últimas adquisiciones de la Fundación: un paisaje de 1933 firmado por Jorge Oramas y la pieza Tres campesinas canarias (1954), de Felo Monzón. Sobre esta última, el cuadro que da la bienvenida a la muestra, la comisaria matizó que sí estuvo expuesta muy brevemente en la antológica del autor que se organizó en el Cristino de Vera. 

También hay otro pequeño descubrimiento entre las piezas expuestas: un cuadro de Eduardo Millares, conocido caricaturista que firmaba bajo el pseudónimo Cho-Juaá. «Fue un hermano de Manolo Millares que hacía caricaturas para la prensa. Tiene muy pocas obras en lienzo y descubrí que había uno en la colección que estaba catalogado como Cho-Juaá pero no estaba asociado a ninguna persona. Es también la primera vez que se expone en un proyecto de CajaCanarias. No es su pieza más grande pero es un artista que está muy poco tratado. En 2012 se hizo una monográfica en el Cicca pero más allá de eso no se conoce mucho sobre su concepto o sus técnicas. Me pareció que era un buen momento para darle un poquito de relevancia y contemplar algún Millares más que no sea solo Manolo», concluyó.

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