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Un ‘Orlando’ ilustrado

Alianza publica el clásico de Virginia Woolf, la primera novela de la historia con un protagonista transgénero, con ilustraciones de Alicia Caboblanco

Virginia Woolf. | El Día

La narradora Virginia Woolf fue la única mujer que se atrevió a escribir sobre las injusticias o las aspiraciones intelectuales, políticas, sociales e, incluso, sexuales que sufrían las mujeres en la primera mitad del siglo XX. Consciente de semejante arbitrariedad consiguió construirse un mundo propio y legó una notable obra frente a ese mundo hostil masculino que se decantó por el heroísmo de una guerra que asoló Europa durante años; se posicionó como una de las mujeres más relevantes de la literatura modernista y convirtió la figura femenina en protagonista de su mundo de no ficción.

Virginia Woolf dejó constancia de un inigualable legado literario y sociológico que hemos venido recordando día tras día porque reivindica, una y otra vez, sus postulados feministas con historias que pusieron a la mujer en el foco de atención cuando el hombre era el protagonista indiscutible y se mofaba de ese falso feminismo que conllevan las injusticias sociales o laborales que vivían las mujeres a diario plasmadas en las páginas, que con tanto anhelo, escribió porque, entre otras muchas características, fue una de las primeras escritoras en darle espacio a las emociones, a tratarlas con normalidad en unos duros tiempos de frialdad y de hostilidad. Escribió y se manifestó sobre las interpretaciones sociales, muchas veces calladas en su época, como la salud mental, el mundo de los sueños o la sexualidad femenina, todo mediante personajes que exteriorizan sus pensamientos en monólogos internos, generando a quien los leyera una reflexión propia.

Sus novelas se caracterizan porque son tan cautivadoras como experimentales, una narrativa que nos transporta a lugares inusuales, y mezcla acontecimientos con pensamientos de los protagonistas de sus historias que, de alguna manera, llevan al lector a un mundo lírico y virtuoso, aunque su realidad trascienda, como ocurre en Un cuarto propio, donde defiende que toda mujer que desee dedicarse a la literatura debe disponer de dinero y de una habitación propia. Como mujer e intelectual inspiró al movimiento feminista liberal sufragista, cuyo discurso giraba entorno al hombre como salvador del mundo, aunque hoy nos ha dejado un gran legado personal que refuerza la lucha feminista que libran las mujeres de nuestra sociedad.

Orlando es la primera novela de la historia que tiene como protagonista a una persona transgénero, un término general que asociamos a aquellas personas cuya identidad y expresión de género se diferencia de las que están típicamente asociadas con el sexo que les fue asignado al nacer, aunque en la novela de Woolf, Orlando es un joven de la nobleza, un hombre soltero y codiciado que un día se despierta y descubre que su cuerpo ha cambiado y que ahora es una mujer. Virginia Woolf publicó este libro en 1928, e imagina las posibilidades que existen más allá del conservadurismo victoriano y se propuso crear un protagonista que trascendiera los límites del binomio de género que clasificaba el mundo masculino y femenino; la autora irá desdibujando constantemente la línea imaginaria que divide el concepto tradicional de ambos géneros, y plantea ya en las primeras páginas de la novela, cuando Orlando se enamora de una princesa rusa, esa posible pista del argumento y cuanto ocurrirá a lo largo de la historia porque el joven se enamora de Sasha antes de saber si él es un hombre o una mujer, una inequívoca premisa que subyace en la biografía de este singular Orlando: el amor no tiene género.

Sátira del patriarcado

La razón esgrimida para justificar el proceso de escritura de esta obra se encuentra en la propia biografía de la autora, y en la relación amorosa que mantuvo con Vita Sackville-West durante tres años, a quien dedicaría el libro, una auténtica declaración de amor, como había dejado escrito en su diario poco antes de redactar la novela. «El personaje protagonista es Vita, aunque con el cambio de un sexo a otro», aunque Virginia Woolf utilizará el cambio de género de Orlando para poner en evidencia el machismo y la opresión que comprenden los roles de género tradicional atribuidos a la sociedad de su tiempo y, además, pondrá de manifiesto ese contraste entre la infinidad de posibilidades que Orlando ha vivido como hombre antes de su transición y las pocas opciones que le quedan después, y se convierte en la crítica más fehaciente y aguda de la novela porque la narradora hace uso de la sátira para resaltar las injusticias patriarcales del momento histórico vivido.

Una vez más, y como es habitual en su propósito, Virginia Woolf recurre a la escritura como actividad artística e intelectual para manifestar su actitud vital y el compromiso literario adquirido con el paso de los años, y leemos que Orlando pasa la mayor parte de su tiempo escribiendo. Cuando es retratado como un hombre la sociedad acepta que él se dedique a esta actividad y es tomado en serio como escritor; sin embargo, cuando se convierte en una mujer, la sociedad no tolera que ella se dedique a escribir porque, la autora, en la voz del narrador, considera que es una mujer, una mujer hermosa, y una mujer en su plenitud, pronto abandonará este simulacro de escribir.

La editorial madrileña Alianza publica Orlando, traducido por María Luisa Balseiro, que ha sido bastante fiel al original, reproduce los matices de significado con exactitud, reconoce y ha salvado aquellas diferencias de expresión y conecta con sus lectores porque ha ido más allá del contenido mismo de esta singular novela; está magistralmente ilustrada por Alicia Caboblanco, una edición que se convierte en un curioso ejemplar de colección y ofrece la lectura de una constante reflexión acerca del papel de la mujer en la sociedad, y constata la capacidad de su autora para que la subjetividad de sus personajes se conviertan en el paradigma reivindicativo femenino.

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