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Arquitectura

Otros crímenes de guerra

El patrimonio cultural forma el paisaje emocional de las personas y construye su identidad. La destrucción del pasado acaba con el futuro

Otros crímenes de guerra

Las personas como Putin, no solo destruyen vidas, familias, edificios, sino que destruyen también cultura. Ya pasó en Irak y también lo vimos en Siria. Ahora, por desgracia, lo estamos viendo en Ucrania, y puede que al lado de una vida humana no tenga importancia, pero esas vidas humanas están luchando por su país, que no es otra cosa que luchar por su identidad, por su historia y por la vida que quieren vivir, es decir están luchando porque se respete su cultura. Y la cultura está llena de símbolos, como los países tienen la simbología de las banderas o las fronteras, la cultura llena de identidad las mentes de todos los seres humanos que somos, desde que hace millones de años decidimos vivir en comunidad, seres culturales.

Debe ser devastador ver la destrucción del patrimonio en el que has vivido, transitado, visitado, estudiado durante tanto tiempo. Lo vimos ya, casi en directo, cuando el ISIS voló el histórico palacio de Ashurnasirpal, el rey de Asiria. No lo hicieron por creencias o razones religiosas, solo fue para conmocionarnos a los occidentales, que admiramos y respetamos el patrimonio cultural universal. Al Isis le da igual. Y parece que ahora a Putin también le da lo mismo todo lo que destruye en Ucrania, aunque según dicen es una persona que -—dentro de su locura— está interesada por la historia, me pregunto qué entenderá por esa palabra tan simbólica, de momento, lo que hemos visto es que su interés en la historia es destruir todo símbolo del pasado ucranio, para que el futuro carezca de referentes.

Otros crímenes de guerra

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El caso es que, por si Putin no lo sabe, la destrucción deliberada del patrimonio es un crimen de guerra porque equivale, para la ONU, a una «limpieza cultural».

¿Por qué hay que dar importancia a la cultura en momentos de guerra?

Porque el patrimonio cultural es parte del paisaje emocional de las personas, porque es lo que hemos construido entre todos, lo que nos une con las generaciones pasadas, lo que ayuda a construir nuestra identidad. Si lo destruyen todo solo quedarán los recuerdos de los que sigan vivos y su capacidad para transmitirlos a las generaciones venideras.

También ocurrió en Siria hace poco lo que ahora está ocurriendo en Ucrania. Tengo tres amigos sirios que han estado en Tenerife. Los tres son blancos y personas formadas en la universidad que tuvieron que huir de su país por la guerra. Lo que me cuentan es que de lo que ellos recuerdan de su Siria natal no queda nada. Lo han arrasado todo. Solo les quedan las fotos familiares, y las fotografías del país en general que muestran una parte de su pasado. Mientras tanto, cada uno de ellos —son primos entre sí—, viven en países distintos sin poder volver al país que consideran suyo aunque ya no existe.

No es que lo que esté ocurriendo ahora en Ucrania sea nuevo, al fin y al cabo ha sucedido siempre. Alrededor del año 70 antes de Cristo ya el ejército romano saqueó y destruyó el Segundo Templo en Jerusalén. En China durante la Revolución Cultural de Mao Zedong, miles de sitios históricos chinos fueron destruidos para librar al país de las influencias capitalistas y tradicionalistas. En 2001, los talibanes destruyeron los dos Budas de Bamiyán y así, mil ejemplos.

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La historia en ruinas

La destrucción física de obras de arte culturalmente significativas es, de facto, una forma imponer un olvido por la fuerza y en Ucrania toda una vida cultural corre el riesgo de desaparecer.

De hecho, Rusia se está destruyendo así misma, pues Ucrania y Rusia tienen estrechos lazos culturales, históricos y de todo tipo, y ahora Putin los está bombardeando.

Corren peligro en Kiev la Catedral de Santa Sofía y el complejo monástico de Lavra. Los contenidos de los museos, la mejor arquitectura, las bibliotecas y sus libros milenarios. Monumentos medievales en ciudades antiguas, como la preciosa ciudad histórica de Lviv, y tantas otras. Ucrania tiene un gran tesoro cultural que está bajo amenaza mientras el ejercito ruso continúa bombardeando el país. Las plazas históricas de Kharkiv y Chernihiv han sido ya dañadas, así como el museo de historia de Ivankiv y el monumento conmemorativo del Holocausto de Babyn Yar en Kiev.

Parar la destrucción es importante, porque el pasado de un país es un catalizador de cohesión social, y es también parte de su identidad.

Dulce Xerach Pérez. Abogada y doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea

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