«En una guerra, lo primero que se dispara no es un misil, sino las noticias, lo primero que se dispara es la información o la propaganda, como lo queramos llamar, y eso es algo de lo que el periodista tiene que ser muy consciente». Así resume Teresa Aranguren algunas claves de su experiencia como enviada especial a zonas de guerra durante décadas, que la han llevado a cubrir la guerra Irán-Irak, la primera guerra del Golfo o la de Yugoslavia. «Siempre ha habido manipulación o informaciones falsas, especialmente cuando hay situaciones de conflicto y de guerra, por eso es tan importante contrastar la fuente», afirmó la profesional tras recoger el viernes, en Guía de Isora, el primer premio Mirada Encendida, creado por el Festival y Mercado Internacional de Cine Documental MiradasDoc en esta XV edición para reconocer la labor de los corresponsales de guerra. La periodista se mostró sorprendida y «encantada» con recibir este premio y afirmó simplemente que «he intentado hacer una buena información».

Teresa Aranguren participa hoy, además, en un encuentro con el público de MiradasDoc, a partir de las 11:30 horas para hablar sobre los corresponsales de guerra, a quienes ella prefiere llamar «periodistas enviados a zonas de guerra» porque detesta «la confusión entre el periodista y el aventurero» y esa figura del «supermacho, vestido con indumentaria militar» que rodea a la «mitificación de esta figura, asociada a la mitificación de lo bélico», matiza para subrayar que sí es cierto que esta profesión conlleva riesgo pero también mucha responsabilidad.

«Soy una fan decidida del documental como mejor medio de transmitir información. Yo creo que la gran baza de la televisión es el terreno del documental», dice la profesional, quien añade que «ahí sí que se puede contar de verdad y entrar más en profundidad en transmitir lo que está pasando. Las noticias también tienen que dar claves para que se entienda el contexto, pero el documental es el gran formato de la información audiovisual, a mi modo de ver, por eso estoy encantada de estar en este festival y me parece maravilloso que este ayuntamiento y esta localidad hayan puesto en marcha un festival como este y que tenga ya 15 años de vida», dijo ayer tras haber recogido el premio entregado en la gala inaugural de la nueva edición de MiradasDoc.

«La información no puede ser una mercancía, no puede dejarse simplemente a los criterios del mercado», insistió y declaró que es una «decidida defensora de los medios públicos». Lo dice desde la experiencia de haber trabajado «en la época espléndida de Telemadrid» que, a su juicio, tuvo tanto éxito en esa etapa «porque respetaba la independencia profesional, es decir, los criterios profesionales». Defiende los servicios informativos públicos porque «se deben poner al servicio del derecho de los ciudadanos a una información veraz» y, aunque la dirección ahora va en otro camino, confía en que «las cosas cambian».

Aranguren se hizo periodista por azares del destino: en 1980 conoció en Jordania el drama de los refugiados palestinos, expulsados de su país en 1948, y escribió dos reportajes que envió por correo postal a la revista del Partido Comunista Mundo Obrero y a La Calle, la revista que había sucedido a la mítica Triunfo. Los reportajes llegaron, se publicaron y «¡me los pagaron!», dice aún con sorpresa. Al regresar de Jordania le ofrecieron continuar con ese trabajo y se desarrolló en él hasta convertirse en la gran enviada especial que ha sido, una profesional honesta, que ha ejercido su trabajo con rigor. Su manera de informar la ha llevado a trabajar para Interviú, El Independiente y Telemadrid, entre otros.

El que un compromiso ético con la realidad del pueblo palestino la llevara a escribir esos reportajes no lo considera contradictorio con el compromiso del periodista con la veracidad y el rigor: «La idea de que el periodista debe ser aséptico, que no se conmueve por nada, creo que elimina una parte de la información. Hay informaciones que no las puedes dar del mismo modo que cuentas la subida de la bolsa. El componente emocional que tienen determinadas noticias hay que darlo con una cierta distancia, pero no creo que se deba eliminar el aspecto emocional, porque eso es parte de la información. El dolor de la gente es una emoción y eso hay que saber transmitirlo y si lo haces de una manera neutra, con el mismo tono de voz con que das el parte meteorológico, algo estás viciando la información».

Como no podía ser de otra manera, estos días muestra inquietud con las noticias que llegan de Ucrania. Subraya que el conflicto surgió hace mucho tiempo, pero destaca, especialmente, que la diferencia con otros conflictos que ha cubierto es el potencial nuclear que puede desplegarse.