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Un conflicto que no es menor | Cuando la realidad supera a la ficción
Paul Pen Guionista y Escritor / Autor de ‘La metamorfosis infinita’

“Hay más violencia en un periódico que en una novela»

«A veces cuesta mucho aceptar nuestro sistema judicial, pero es el mejor que tenemos», explica el autor de ‘La metamorfosis infinita’

Paul Pen (1979, Madrid). E. D.

En las páginas de ‘La metaformosis infinita’ la trama se desencadena a partir de una agresión grupal que acaba con la muerte de una joven. Paul Pen (1979, Madrid) considera que este tipo de crimenes cometidos por una manada son cada vez más frecuentes en una sociedad que sigue inspirando a la ficción.

¿Con La metamorfosis infinita no se puede decir aquello de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia?

De los cinco libros que he escrito, esta es la historia más desgarradora y emocional. Soy un autor que tiende al drama y el thriller, pero en el caso de La metamorfosis infinita siento que transito por una escenografía de carne y hueso. Este es un tema creíble y veraz: en esta oportunidad la balanza se inclina claramente hacia la tragedia.

¿Más desgarradora y potente que El brillo de las luciérnagas?

Esa es una historia que ha llevado a mucha gente a tatuarse frases que estaban incluidas en sus capítulos y que seguía siendo una de las lecturas preferidas, a pesar de que luego vinieron otros libros. Sé que los escritores tendemos a decir que lo último es lo mejor que hemos escrito jamás, pero los comentarios que existen en torno a La metamorfosis infinita apuntan a ver va a sobrepasar las expectativas logradas con El brillo de las luciérnagas [la novela ya camina en dirección a un nuevo proyecto cinematográfico].

Así funciona el mundo literario, ¿no?

Siento algo de pena por El brillo de las luciérnagas, pero esto es así. Un escritor siempre está sometido a la crítica y es recordado por lo último que escribe, aunque logre un gran éxito anterior. Lo que le estoy diciendo suena a tópico, pero la última novela es con la que has convido durante el último año o año y medio de tu vida. Eso no quita para que me siga acordando de El aviso [el director Daniel Calparsoro la llevó a la gran pantalla con Raúl Arévalo y Belén Cuesta en los papeles estelares], que fue el título con el que me estrené como escritor en el año 2011.

¿Esperaba que ‘El aviso’ le trajera hasta aquí?

No [silencio]. Publicar la primera novela es una misión muy complicada. Sobre todo, cuando vives alejado de esos contactos editoriales que se necesitan para que un proyecto se convierta en realidad. Cada publicación es como comenzar de nuevo y los miedos siempre están a flor de piel... Colocar un libro en un universo tan complejo como este exige dedicación, inspiración y hasta algo de buena suerte.

Los primeros capítulos de su último libro se parecen mucho a lo sucedido en la vida real con ‘la manada’.

A mí no me gusta establecer paralelismos entre la ficción y la realidad porque me cuesta escribir de casos reales que puedan afectar o remover los sentimientos de las familias de las víctimas [Alegría tiene 19 años, toda una vida por delante y una noche sufre una agresión sexual grupal que es el origen de su muerte], pero es verdad que el crimen al que doy vida en este libro tristemente se repite cada vez más en nuestro entorno. Los escritores nos inspiramos en la época en la que vivimos y el actual es un periodo que destila mucha violencia social, en muchos casos con un enorme protagonismo en el segmento de los menores... Yo quería escribir sobre una mujer que pierde a su hija –esta es testigo directo en el hospital del último latido de su corazón– en un ataque terrible y lamentablemente verosímil dentro de la sociedad en la vivimos. El crimen que yo buscaba para ficciones encaja perfectamente en los niveles de agresividad a los que usted hace referencia.

¿Esta es la historia de una madre coraje?

El esqueleto de La metamorfosis infinita se va armando alrededor de la reacción de una madre que sufre la injusta pérdida de su hija... El dolor no solo se concentra en la muerte, sino en cada uno de los testimonios que apuntan a una agresión salvaje que acaba de la peor manera posible. El detonante que hace que esta decida tomarse la justicia por su cuenta es una sentencia injusta y blanca...

«El crimen al que doy vida en este libro tristemente se repite cada vez más en nuestra sociedad»

...¿Y ahí es cuando transforma el dolor en venganza?

Cada vez que veo, escucho o leo una noticia similar en un medio de comunicación me pregunto cómo puede retomar la vida un familiar de una víctima; de qué manera encuentra las fuerzas para no desfallecer. A veces cuesta mucho aceptar nuestro sistema judicial, pero es el mejor que tenemos. Eso sí, en la ficción se puede buscar con algo más de «libertad» para llegar a esa redención o venganza que nos quema por dentro. Frente a esa disyuntiva decidí experimentar y escribir sobre lo que pasaría si una de estas personas decide no aceptar la decisión judicial y busca otro castigo hasta las últimas consecuencias. La metamorfosis infinita es mucho más que una venganza. Por eso tiene este título, por eso tiene la portada que tiene y por eso me embarqué a explorar muchas conexiones con el crimen que se describe en las primeras páginas del libro.

¿Ser guionista y que algunos de sus libros hayan evolucionado al lenguaje cinematográfico es una ventaja a la hora de contar una historia?

El aviso ya es una realidad y La casa entre los cactus aún no tiene fecha de estreno, pero llegará a las salas de cine este año... Me siento afortunado de que algunos de mis libros tengan continuidad a través de una película porque yo he conocido a muchos escritores a partir de las emociones que experimenté en una sala viendo la adaptación de uno de sus libros. Sé que algunos de mis lectores los he ganado a través del cine, pero esos también cuentan [sonríe]. De hecho, lo importante es que la obra que estás construyendo durante tanto tiempo tenga la mayor repercusión posible. Yo no he variado mi manera de escribir, pero es cierto que hay productoras que se han interesando en mis proyectos –tres de sus cinco novelas se han adaptado o están a la espera de dar el salto a la industria cinematográfica– porque consideran que las historias que cuento son bastante visuales.

El parricida de Elche confesó que una de sus lecturas de cabecera había sido ‘La edad de la ira’, ¿usted cree hay novelas que pueden llegar a ser inspiratorias para los violentos?

Lo que está pasando en la actualidad ya lo vivimos cuando se buscó explicaciones a esos repuntes de violencia en los juegos de rol. Da la impresión de que siempre hay que buscar algo que justifique algo que nada tiene que ver con el mundo de la cultura. Si nos paramos a pensar un solo segundo esos posicionamientos enseguida llegaremos a la conclusión de que un libro no tiene nada que ver con ese tipo de conductas. Esas salvajadas no crecen en el mundo de la lectura que yo conozco. Sobre todo, porque para mí un rato de lectura es un bálsamo, un momento que me permite evadirme de la realidad y viajar a los mundos que los escritores recrean. Un libro en ningún caso puede ser usado como un argumento para aclarar estos actos.

No obstante, hay títulos como, por ejemplo, El guardián entre el centeno (J.D. Salinger) que tienen una larga lista de malas casualidades a su espalda.

Insisto, la lectura es un antídoto para evadirse de la realidad, no una justificación para explicar errores que se van encadenando en el proceso de educación de una persona. Esa es la vía más fácil, intentar buscar culpables en algo que nada tiene que ver aunque luego haya libros que crezcan en torno a un suceso que nos recuerda a un artículo que hemos leído en un periódico o esa noticia que oímos cuando vamos en el coche camino de la facultad o el trabajo.

¿Caminamos, pues, sobre esa delgada línea que separa la realidad de la ficción?

Sí, pero la rapidez con la que funciona todo esto hace que lo inmediato esté por delante de lo que va a venir en las páginas de un libro. Los medios de comunicación tienen la obligación de contar lo que está pasando sin espera, un escritor no... Si el segundo decide construir una trama alrededor de algo que ha sucedido de verdad es porque la sociedad demanda otra visión que se construye desde la ficción. Sin que suene a una crítica velada, entre otras cosas porque es algo que está anudado a la profesión de informar, en un periódico hay mucha más violencia que en una novela. En este caso, si se habla de un problema que afecta a los jóvenes es porque hay datos que se están difundiendo a diario sobre unas conductas que se pueden considerar conflictivas. Aquí sí que la realidad va por delante de la ficción.

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