El Centro de Interpretación de los Beatos de Tábara, en Zamora, se reafirma como lugar de referencia para los estudiosos y curiosos, estudiantes y turistas interesados en conocer y disfrutar de la historia de los códices medievales.

Se trata de manuscritos del Comentario al Libro del Apocalipsis de San Juan que en el año 776 alumbró Beato de Liébana, abad del monasterio de Santo Toribio en el valle de Liébana, en Cantabria.

Alfonso III El Magno enviaba a finales del siglo IX a San Froilán a fundar el cenobio de San Salvador en Tábara, un monasterio que, según las investigaciones, estuvo habitado por hasta 600 monjes y monjas.

En él se ubicó el Scriptorium Tabarense donde se realizaron algunos de los códices de la Alta Edad Medida que se han conservado hasta nuestros días: Beato Morgan o Magio, Beato de Tábara y Beato de Gerona.

Su magnífica ubicación es la iglesia románica de Santa María, levantada sobre los restos del cenobium destruido por las razias de Almanzor, en el 988 época en que los musulmanes saquearon tierras zamoranas e incendiaron sus cenobios. El templo tabarés, consagrado al culto por el Obispo Roberto de Astorga en el año 1137, fue declarado Monumento Histórico Artístico el día 3 de junio de 1931 y actualmente BIC (Bien de Interés Cultural). Su interior y cabecera se renovaron con el apoyo del Marqués de Tábara allá por el año 1761.

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Digna de ver y admirar en cada visita a la villa de Tábara: “La Torre, sumamente original, construida en pizarra silicia con aparejo de mampostería sencilla, tiene planta cuadrada con tres cuerpos deslindados con sencillas impostas al exterior. En cada cara del cuerpo superior se abren varios ventanales de arco de medio punto doblado”. La parte superior es románica del siglo XII, mientras que la inferior sería más primitiva del siglo IX “conservando toda ella un aspecto claramente defensivo”.

Patrimonio de la Humanidad

Un lugar mágico y único donde conocer hasta 5 de los únicos e irrepetibles 21 códices medievales que se conservan en la actualidad en todo el mundo (los de Tábara, Morgan, Gerona, Huelgas y Valcavado): declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

El Centro de Interpretación de los Beatos de Tábara ha incorporado ahora un facsímil del Beato de Valcavado confeccionado en el monasterio de Nuestra Señora de Valcavado en Palencia, –manuscrito iluminado y copiado por el monje Oveco a petición del abad Sempronio–.

Esta joya bibliográfica fue realizada en sólo tres meses, del día 8 de junio al 8 de septiembre del año 970, siendo coetáneo por tanto del Beato de Tábara.

Donación

La donación ha sido realizada por la Universidad de Valladolid que tiene como rector a Antonio Largo Cabrerizo y vicerrectora a Carmen Vaquero López. El original del Beato de Valcavado se custodia en su biblioteca “Histórica de Santa Cruz”.

Está escrito en letra visigótica redonda con anotaciones al margen obra del maestro Oveco, su autor, un miniaturista relevante de aquella época como lo fueron los tabareses Magius, Emeterius y Sennior; y otras notas realizadas en los siglos XII y XIII.

Inicialmente contaba con 230 folios, de ellos 14 desaparecidos, contando con 87 miniaturas de gran calidad, donde se nota la influencia de Magius, con miniaturas a doble pagina y la utilización de colores muy vivos como los rojos, azules y amarillos. En 1918 se descubre entre sus folios una cantiga en gallego dedicada a la Virgen María, datada en el siglo XIII, próxima a las cantigas de Alfonso XII el Sabio.

Exposición del Beato de Tábara original en la iglesia de Santa María en el año 2017. CH.S.

La iglesia de Santa María alberga ya cinco facsímiles, entre ellos, los tres elaborados en el Scriptorium Tabarense, destacando el del Beato de Tábara . Se trata de uno de los más preciados de la miniatura no solo de España sino de Europa) finalizado el 27 de julio del año 970 por Emeterius, discípulo de pintor y calígrafo Magius que no pudo terminarlo, al morir, siendo enterrado en la majestuosa torre.

En una de sus páginas se reprodujo el scriptorium tabarense con la torre “alta et lapídea” del monasterio de San Salvador, en la que aparecen tres personas en plena actividad: una preparando los folios y las otras dos, Sennior y Emeterius escribiendo e iluminando el códice.

Nueva York

A el se suma el Beato de San Miguel, primero nacido en el Huelgas, de Tábara y que actualmente se encuentra en la Biblioteca “Morgan” de Nueva York en Estados Unidos.

El tercero, del año 975, es el Beato de Gerona (donado a la Catedral Gerundense en 1078) obra de Emeterius, Sennior y Ende, la primera mujer artista de la Península Ibérica con una obra firmada: “Pintora y servidora de Dios”. Consta de 568 folios a dos columnas y 114 miniaturas, algunas incluso a doble página, lo que le convierte en el beato con más ilustraciones de cuantos se conservan

El cuarto es el Beato de las Huelgas, que fue una de las copias que se hicieron del Beato de Tábara, finalizado en septiembre del año 1220 encargado por la dama “N” a la que su autor llamaba “Siempre generosa con Dios y con los hombres” que “tendió su mano a la Bendita Virgen María y al Bendito Juan Evangelista”.

Podría tratarse de Sandra García la abadesa de Las Huelgas, aunque siempre se pensó en la reina Berenguela cuyos padres Alfonso VIII y Leonor fundaron el monasterio para mujeres dedicado a la Virgen. Su origen podría estar en el Huelgas, de San Pedro de Cardeña y que se contó como modelo con el Beato de Tábara.

El Centro de Interpretación de los Beatos de Tábara está abierto al público de martes a viernes, de 11 a 14 y de 16 a 17 horas; y los sábados de las 10 a las 14 horas. Para quien no conozca la villa de Tábara es muy fácil de localizar ya que se ubica en la iglesia de Santa María que sobresale con su “torre Alta y lapídea” y esta esta justo en la plaza de John Williams, en plena travesía de la carretera Nacional 122.

Gestionado por el Ayuntamiento de Tábara, cuya Corporación Municipal preside el alcalde Antonio Juárez Núñez, el centro cuenta con ayuda económica para sufragar los costes de la técnico, del Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora.

El americano John Williams fue uno de los grandes estudiosos del scriptorium tabarense y a él está dedicada la plaza de la iglesia de Santa María donde reposan las cenizas del estudioso originario de Estados Unidos.