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Música
Festival Internacional de Música de Canarias Jordi Savall Músico

«Una orquesta antigua es como un cuadro de Velázquez o Caravaggio»

«Saramago era de estas personas que es un gran artista y a la vez un hombre de gran humanidad», afirma el músico

Jordi Savall a su llegada a Tenerife. MARIA PISACA

Entre los pequeños milagros de esta edición del Festival de Música está la presencia de Jordi Savall para un homenaje a José Saramago en su centenario. El maestro catalán, Premio Nacional de Música, hace escala en las Islas antes de partir hacia a Nueva York para interpretar Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz. Los escritores Elsa López y Alexis Ravelo prestarán su voz, este martes día 8 de febrero a las 20:00 horas en el Auditorio de Tenerife, a la palabras que el Nobel luso escribió para esta pieza de Haydn.

Hace 200 años que Joseph Haydn recibió el encargo de escribir Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz y más de 2.000 de la historia de Jesucristo, ¿cómo se actualiza algo así?

El mensaje de Cristo es de una actualidad total. Es un mensaje de amor y de sacrificio. Es también una reflexión: un hijo le pregunta a su padre ¿por qué me has abandonado? Eso implica algo muy fuerte. Quizás lo más significativo es que Haydn compuso esto a pesar de saber que era muy difícil lo que le pedía la cofradía de la Santa Cruz. Querían ocho adagios lentos, de unos diez minutos cada uno, para describir con la emoción de la música las diferentes palabras. Cada frase tenía que ser expresada musicalmente para poder vivir el trance de sentirnos envueltos en la música y captados por este misterio. Para él fue todo un desafío porque no se había hecho antes en una obra de estas dimensiones. Normalmente, las sinfonías tienen un movimiento rápido, otro lento, hay mucho más contraste y por lo tanto es más fácil. Pero aceptó el reto y lo hizo maravillosamente. Es una de las obras más bellas que se han compuesto a nivel orquestal. Entró perfectamente en el espíritu de cada palabra. Lo que hizo fue imaginar cómo se cantaría cada texto y qué melodía le pondría. Luego lo desarrolló de una manera maravillosa, magistral. Para mí, poder hacer hoy en día esta música es también un reto. Hay que entrar en el lenguaje de la época de Haydn, que es específico. Llevo medio siglo estudiando los estilos de cada época y esta es una música que desde la juventud llevaba en mi bolsillo, siempre me ha fascinado. Volverla a interpretar fue uno de los retos que me propuse cuando tuve la posibilidad de tener mi propia orquesta. Fue de las primeras que grabé y lo he hecho ya dos veces. Es una cosa muy rara porque nunca grabo dos veces una música, esta es la única. La primera fue en una iglesia en Italia y después tuve la oportunidad de volverla a hacer en la Iglesia de la Santa Cueva. Ahí la grabamos en vídeo y fue cuando le pedí a José Saramago si podía imaginar unos comentarios para estas palabras.

Para ello recurrió al Premio Novel luso José Saramago, que había escrito ya El Evangelio según Jesucristo, ¿siempre le tuvo en mente para esta tarea?

Cuando tuve la oportunidad de hacer esto por segunda vez, tuve en mente a dos personas. Una, un gran amigo mío que era un teólogo y filósofo espiritual: Raimon Panikkar. El otro era Saramago porque quería darle a estos comentarios una visión menos ortodoxa, más libre, de una persona que había escrito la vida de Jesús de una forma libre también. Pensé en él y se lo comenté. Hacía tiempo que no escribía nada nuevo y le sugerí que quizás podía coger algunos pasajes de su libro. Pero él prefirió no hacerlo así. Dijo que era un proyecto que le interesaba y escribió estos textos magníficos llenos de humanidad, crítica, sensibilidad y fuerza.

Redactó estos textos desde su casa de Tías, en Lanzarote. ¿Se podría decir, por lo tanto, que esas palabras tienen algo de Canarias también? 

Por supuesto. Los hizo allí y los grabamos en su casa. Fuimos para que los recitara. Fue maravilloso. José Saramago era de estas personas que es a la vez un gran artista y creador y un hombre de una profunda humanidad. Era realmente extraordinario. Es muy raro encontrar esta mezcla: un genio que es una persona humilde y bondadosa. Él hablaba de eso, decía que el mundo no va bien porque falta bondad. Cuando no hay bondad, comentaba, necesitamos justicia. Lo explicaba así, de una forma sencillísima. Decía que si todo el mundo fuera bueno, no necesitaríamos jueces ni tribunales. Pensaba que la bondad era la cualidad más fundamental del ser humano. 

Le veremos esta semana, en los conciertos que arrancan hoy en el Auditorio de Tenerife, al frente de la orquesta del Concierto de las Naciones (Le Concert des Nations). Eso, de por sí, es una oportunidad única.

La creé con el objetivo de recuperar no sólo la música de diferentes épocas sino también los sonidos con los que sonaba esta música en el tiempo de Haydn, Bach, Beethoven, etc. Utilizamos exactamente los instrumentos que se tocaban en aquel momento. Es una ocasión de escuchar esta música con los sonidos que no son los habituales de las orquestas sinfónicas. Estas formaciones tienen instrumentos que han mejorado pero toda mejora tiene un precio, que es perder colores, timbres, articulaciones y calidad. Los instrumentos modernos son más perfectos, más fuertes, pero no tienen la misma dulzura o flexibilidad.

Por citar solo algunos ejemplos, ¿qué cosas habrá sobre el escenario que no estamos acostumbrados a escuchar?

Por ejemplo, las cuerdas son todas de tripa de oveja. Esas cuerdas son cálidas, vivas. Cuando se pasa el arco vibra y esa vibración dura. Una cuerda de metal no tiene eso, es fría. Por eso hoy en día los instrumentos de cuerda tienen que vibrar mucho más que antes. Luego están los cornos, que son como los de cazar. No tienen pistones y todos los sonidos se hacen con la boca y la mano, moviendo el pabellón. Las trompetas también tienen sonidos brillantes, naturales. Las flautas son de madera. Los clarinetes, los oboes y los fagots, son todos hechos con madera. Me gusta explicarlo así: los instrumentos modernos tienen los colores más típicos de una pintura hecha con materiales sintéticos, más brillantes y espectaculares. En cambio, una orquesta antigua es como un cuadro de Velázquez o Caravaggio. No es tan perfecto pero hay una atmósfera y unos colores que son imposible de hacer sintética o técnicamente.

Este espectáculo es un viaje doble en el tiempo: a la pasión de Cristo y al tiempo de Haydn y su música.

Exactamente, es un viaje a la reflexión del espíritu. Esta música y estos textos nos sitúan en el centro mismo del hombre, de por qué estamos aquí. ¿Por qué Jesús quiso salvarnos? Es un punto esencial en la historia de la humanidad y de la religión. Es algo que toca tanto a los creyentes como a los que no. Se trata, finalmente, de buscar el sentido de la vida, sea como sea, y de lo que es esencial.

En estos tiempos pandémicos parece una reflexión más que adecuada.

Es un mensaje muy potente. Saramago consigue poner ahí una crítica sobre cómo funciona la sociedad. Te sitúa en el sitio donde es más profundo el sentido de la vida y de la fe.

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