eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Canarismos

Contigo, gofio y cebolla

Contigo, gofio y cebolla El Día

Se dice que cuando uno se enamora, una especie de torbellino se desata en nuestro organismo provocando cambios a niveles psicofísicos que se manifiestan en una serie de comportamientos y «síntomas». Es sabido, por ejemplo, que cuando se está enamorado disminuye notablemente el apetito y ello se atribuye —según algunos expertos— a que nuestros pensamientos están focalizados en el «objeto» amado y deseado. En estas reacciones y sensaciones que se desatan durante el enamoramiento participan varios órganos: cerebro, sistema digestivo, corazón y riñones. El organismo libera una serie de sustancias químicas que generan un efecto directo en nuestro comportamiento y estado de ánimo. Así la segregación de bilirrubina acelera el ritmo del latido cardiaco, la glándula del timo se hace responsable del buen humor, la suprarrenal disminuye el estrés, elimina el cansancio y alza las defensas del organismo, la adrenalina y las endorfinas se encargan de que nos olvidemos del sufrimiento que nos puede consternar en otras circunstancias y hace que nos sintamos eufóricos. Según parece, la acción de una serie de neurotransmisores como la gran cantidad de dopamina generada, la serotonina, la adrenalina, la oxitocina y las endorfinas son responsables de todo este «desbarajuste» que se produce en nuestro cuerpo cuando caemos presa de Cupido. En tales condiciones parece que la ingestión de alimento deja de ser una prioridad del organismo. Así las cosas, resulta más verosímil que uno pueda resistir durante horas y horas con el estómago vacío sin probar entullo ni conduto alguno o incluso mantenerse con una dieta frugal como lo es el gofio y la cebolla.

«Contigo, gofio y cebolla» es la versión isleña que resulta de la «traslación» de la expresión castellana «contigo, pan y cebolla». Se trata de una frase tópica, propia de enamorados, en la que, con ánimo seductor y a veces con zalamería, ponderan su desinterés. Viene a expresar con exageración a cuánto sacrificio se está dispuesto, ya sea compartiendo el humilde sustento —y que significativamente se hace extensivo a lo que se posee— a renunciar a bienes materiales y riquezas, y hasta vivir modestamente o en total austeridad con tal de estar junto a la persona amada. En suma, la frase se convierte casi en una declaración de amor en la que los enamorados manifiestan anteponer la felicidad a la riqueza.

Se recurre a un referente alimentario de la gastronomía insular presente hasta en las mesas de los hogares más modestos, gofio y cebolla. El «gofio» es la harina hecha a base de millo, trigo, cebada u otros granos tostados. Se le atribuye un alto valor nutricional: aporta hidratos de carbono, es rico en fibras, vitaminas y minerales, y ha constituido un alimento básico para la población canaria desde tiempo inmemorial. Este producto genuinamente isleño aparece en el imaginario común como un referente identitario de canariedad (se suele decir «es más canario que el gofio» para afirmar y despejar cualquier duda sobre la ascendencia y naturalidad isleña de un individuo). Sin embargo, se trata de un producto alimenticio que en el inconsciente colectivo se identifica a menudo con épocas de carestía en las que, si bien, la comida escaseaba, el gofio mitigó el hambre en muchos hogares.

La «cebolla» cruda acompaña a menudo a una buena escudilla de gofio escalda(d)o como conduto de un suculento potaje. No obstante, la modesta condición de este producto hortícola, y como nada es superfluo en la naturaleza, puestos a buscar, también encontramos en él un buen aporte de nutrientes. Hay quienes lo han asociado, sin embargo, a símbolo de pobreza y escasez. Sea como fuere, la dieta a base de gofio y cebolla (que figuradamente sería lo mismo que «a pan y agua») —propiedades nutricionales aparte— no cabe duda de que se trata de una alimentación sumamente austera. De modo que imaginamos que el compromiso contenido en el «contigo, gofio y cebolla» que se declaran los amantes mirándose a los ojos solo podrá mantenerse durante un primer periodo de enamoramiento; así que, pasados unos meses, o quizá tras las primeras semanas, se impone la sensatez de aquel otro dicho que dice: «Amor no quita conocimiento», que viene a expresar que las cosas del amor nunca deben ofuscar la razón hasta hacernos perder la cordura.

Compartir el artículo

stats