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Arte

El Dalí que paseó por el infierno de Dante

CajaCanarias reúne 116 xilografías del genio surrealista y las expone hasta el 19 de marzo

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Exposición 'Dalí. Sueños literarios' Delia Padrón

El genio y la insaciable curiosidad de Dalí están al alcance de los amantes del arte de la Isla gracias a la Fundación CajaCanarias y su nueva apuesta expositiva. La muestra Dalí. Sueños literarios abrió este martes en el Espacio Cultural que la entidad gestiona en el centro de la capital (calle San Clemente, 4). Estará disponible para su visita hasta el próximo 19 de marzo en horario de lunes a viernes de 10:00 a 13:30 horas y de 17:30 a 20:00 horas y los sábados entre las 10:00 y las 13:30 horas.

Esta exposición ha pasado ya por varias ciudades del territorio español y llega a Tenerife con el afán de descubrir una de las facetas más desconocidas de Salvador Dalí, la de su intenso trabajo como ilustrador de algunas de las obras cumbres de la literatura. Tras recalar en Andorra, Barcelona, Segovia y Madrid, 116 de sus xilografías podrán ser admiradas en Tenerife de forma gratuita. «Esta es una parte muy desconocida de Dalí. Fue gran artista surrealista pero también tiene una parte visual importante que supo manejar en el cine, la televisión y la prensa. Se hizo un personaje durante sus años en Nueva York y creó esa imagen de artista público que después van a seguir gente como Andy Warhol y el resto de los grandes artistas norteamericanos de los 60», detalló la comisaria de la muestra, la profesora titular de Historia del Arte en la Universidad de Extremadura Rosa María Perales Piqueres.

Dalí comenzó a ilustrar siendo aún muy joven: desde el año 1919 en las primeras revistas locales que edita en Figueres, su localidad de nacimiento. Lo hacía con obras importantes de los artistas clásicos a los que ya reverenciaba. En CajaCanarias se muestran ahora dos de las grandes versiones ilustradas del artista: La Divina Comedia de Dante y La vida es sueño de Calderón de la Barca. «La de La Divina Comedia es sin duda muy compleja, es un trabajo ímprobo que realiza entre 1959 y 1963», detalló Perales.

Las cien ilustraciones realizadas en acuarela por el artista y convertidas en xilografías vienen marcadas, además, por una circunstancia personal que determinaría profundamente su forma de crear. «A partir de 1948, sufre una transformación espiritual importante a raíz de acontecimientos como la II Guerra Mundial, la bomba de Hiroshima, el descubrimiento del átomo y el holocausto». El artista sufrió por todo ello una crisis espiritual que marca su conversión al catolicismo. A partir de ese momento, su obra es algo más que una mera reflexión de su método crítico-paranoico o surrealista. «Quiere decir algo más», apostilló.

Pese a que su deseo de crear un centenar de ilustraciones sobre la obra de Dante se remontaba al año 1951, Dalí comienza a realizar este trabajo en 1959 por encargo del Gobierno italiano, que se disponía a celebrar el centenario de la obra. No obstante, pronto surgieron voces críticas en Italia que no estaban dispuestas a que un artista extranjero asumiera la tarea. Apartado del proyecto, Dalí encuentra en Francia a un editor dispuesto a publicar el resultado de un esfuerzo que siempre calificó como la verdadera obra de su vida. Para entender la dimensión del proyecto basta decir que pintó un total de 100 acuarelas de las que salieron 35.000 tacos xilográficos. Para cada plancha son necesarios 35 de estos tacos. «Fue una labor extraordinaria».

« Lo más interesante es que Dalí desarrolla una especie de proceso interior en su propio proceso estético y estas piezas se convierten en una recreación de toda su obra. Aquí hay aspectos que son surrealistas, aspectos del método crítico-paranoico, de la mística celular y del ámbito del atomismo, que él va a desarrollar a partir de 1948. También están sus propios demonios interiores recreados en los tres cantos de La Divina Comedia: Infierno, Purgatorio y Paraíso», destacó la experta. 

Dalí. Sueños literarios se convierte, por lo tanto, en una oportunidad de disfrutar del talento inagotable del catalán, uno de los artistas más universales del siglo XX y auténtico referente influenciado por la historia, la ciencia, la filosofía y la religión. «Fue un artista que vivió con su tiempo y fue evolucionando. En su última fase, cuando regresó a España, venía ya con toda la información de las nuevas técnicas artísticas que se desarrollaban ya en Estados Unidos a partir de la II Guerra Mundial», continuó explicando Perales. Como ilustrador, Dalí siempre estuvo muy interesado en el concepto de realidad, algo que se puede apreciar en el trazado que los responsables de esta muestra han dibujado para los visitantes.

Calderón

La primera parada en esta exposición es la que corresponde a los aguafuertes que Dalí ideó sobre La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. «Es la versión que hace sobre el teatro barroco español. Hay que recordar que él ama profundamente a pintores como Velázquez, Murillo o El Greco. En base a esa tradición, desarrolla las piezas sobre La vida es sueño», explicó Perales durante un recorrido por las salas. Los problemas que el artista tuvo con su propio padre se asoman en estas ilustraciones.

A continuación, el espectador se adentra en el averno, en cuya antesala reina la oscuridad como metáfora de lo tenebroso. «Este espacio se presenta como un elemento de introspección. Aquí hay una pieza fundamental. Como sabemos, la obra de Dante se divide en 99 cantos pero Dalí crea una imagen más. Simboliza el inicio del viaje: la rotura del consciente al inconsciente», descubrió la comisaria. Por esta sala se pasean los los siete pecados capitales, los demonios y los mitos. «Dalí elige a héroes y semihéroes que se han enfrentado con los dioses y han perdido».

El artista se propuso representar esta obra literaria rompiendo con cualquier otra interpretación que se hubiera hecho hasta entonces. Construyó sus piezas con lo que la comisaria definió como «una introspección del individuo: plásticamente pero sin interesarse en el paisaje o en elementos secundarios». Lo que sí mantiene es su constante obsesión por la muerte y el paso del tiempo.

En el Purgatorio, el visitante pasa de la oscuridad absoluta al paraíso terrestre. Hay espacio para la felicidad y el dolor. «Arranca con la representación el ángel caído, uno de los personajes más interesantes de nuestra tradición. También empiezan a verse algunas figuras femeninas que a Dante le recuerdan a Beatriz. La imagen de Dante también va ampliándose paulatinamente». 

Una serie de pirámides blancas y doradas dan la bienvenida, finalmente, al Paraíso que Dalí pintó sobre las palabras de Dante. «Aquí hay tres cosas fundamentales que se resumen en el interés del artista por lo etéreo. No necesita implicarse demasiado en el dibujo así que recurre a la mancha y al color. Es la parte más astral», concluyó.

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